Con afa&769;n y con angustia, bajo el palio de los cielos, he sentido las tristezas, las envidias y los duelos
de los hombres que, esgrimiendo el rencor y la altivez, se atropellan por ser grandes en palacios y en ciudades, olvidando a los que moran en humildes soledades y son grandes y sublimes en su honrada pequen&771;ez.
Pocas veces, quienes hablan de hazan&771;as o hechos dignos de ponerse por escrito, ponen sus ojos en personas cuya humildad y sencillez, las hace vi&769;ctimas del superficial juicio de quienes piensan que los he&769;roes deben, necesariamente, ser hombres o mujeres excepcionales, con caracteri&769;sticas y cualidades que los hagan sobresalir por sobre el comu&769;n, con el solo hecho de posar la mirada sobre ellos. Hoy con el dolor de un compan&771;ero de causa, cubro con profunda pena, una impagable deuda de sincera y honesta solidaridad con mis compan&771;eros de Hidalgo, que enfrentan la feroz represio&769;n de un gobernante que, como muchos hoy en di&769;a, con sus actos muestran la razo&769;n de por que&769; es urgente que el pueblo se organice para tomar el poder en este pai&769;s. Vayan estas sencillas palabras para honrar el ejemplo, para muchos desapercibido, de una madre, esposa y compan&771;era que perdio&769; la vida por la soberbia y la ferocidad de un dictador de los que prohi&769;ja la sociedad en que vivimos.
Mari&769;a Ana Bautista Herna&769;ndez, mujer indi&769;gena de 55 an&771;os, originaria de Atlapexco, perdio&769; la batalla contra la muerte hace unos di&769;as, producto de un accidente de autobu&769;s en que viajaba el 10 de abril, junto con vecinos de su comunidad, organizados en el Movimiento Antorchista Nacional, y que se dirigi&769;an a marchar a la ciudad de Pachuca, para exigir la solucio&769;n de sus demandas en materia de obra social, demandas que el gobernador Omar Fayad, ignora oli&769;mpicamente.
¿Que&769; razo&769;n hay que justifique el que un gobernador envi&769;e a la polici&769;a a bloquear las carreteras, en puntos donde se sabe provocara&769;n accidentes como e&769;ste? Ninguna, por lo menos racional. La causa de fondo es de cara&769;cter complejo, pero podemos reducirla a la caducidad de nuestro modelo econo&769;mico que ha llegado a un nivel insoportable de agudizacio&769;n de sus contradicciones. Agudizacio&769;n que se manifiesta en el hecho de que hay una enorme desigualdad, en la que la riqueza se concentra de forma insultante en pocas manos y la acumulacio&769;n implica, necesariamente, que se condene a la indigencia a la enorme mayori&769;a de la poblacio&769;n.
Esta desigualdad solo se puede sostener cuando el Estado, que es el que se encarga de establecer el tipo de sociedad que rige en un pai&769;s, esta&769; en manos del sector que concentra la riqueza, y e&769;ste se encarga de poner un gobierno que asegure la permanencia del modelo econo&769;mico que mejor obedezca y defienda sus intereses. Por lo tanto, entendiendo que nuestro sistema poli&769;tico es de esta naturaleza, entenderemos que tiene como su tarea principal el buen funcionamiento del modelo econo&769;mico de Libre Mercado, que como dije ma&769;s arriba, es el que permite de mejor manera la acumulacio&769;n de riqueza en pocas manos, en detrimento de las mayori&769;as empobrecidas. Asi&769; se explica la forma de gobierno y la clase de gobernantes que tenemos.
Este estado de cosas solo puede mantenerse si se tiene controlado al sector desposei&769;do de la riqueza social, control que se mantiene por varias vi&769;as, dentro de las que se encuentran: la existencia de una clase poli&769;tica a la que se le permite cualquier tipo de excesos para que sirvan con agrado a los poderosos, legislando en su favor, defendiendo sus derechos, facilitando el funcionamiento de sus empresas con beneficios en materia de impuestos, promoviendo leyes laborales que los beneficien a ellos y salvaguardando sus intereses con la justicia y las autoridades a su servicio; la falta de educacio&769;n verdadera e integral; un aparato ideolo&769;gico cuyo contenido sea tan enajenador que no permita el entendimiento de la situacio&769;n social de pobreza y sus causas; un aparato de gobierno represor en el que se nieguen los derechos constitucionales y se promueva la no organizacio&769;n de las masas empobrecidas, y cuando es preferible organizarlas para impedir la lucha sindical genuina, se forman y se cooptan los sindicatos y organizaciones en su mayori&769;a, desde el oficialismo, etc.
Esta crisis econo&769;mica, social y poli&769;tica que vivimos en Me&769;xico es, pues, manifestacio&769;n de que la contradiccio&769;n entre el sector que concentra la riqueza y el sector empobrecido, ha llegado a un li&769;mite insoportable, que el sistema poli&769;tico ha formado una clase gobernante que raya en los excesos y los actos de gobierno ma&769;s absurdos, como lo demuestra el gobierno de Omar Fayad y otros tantos, que niegan el derecho a los mexicanos a una vida digna con salarios adecuados y servicios decorosos como vivienda, educacio&769;n, salud, pavimento, luz ele&769;ctrica, drenaje, agua potable entre otros, porque sus gobiernos destinan la mayori&769;a de los recursos a las necesidades de los poderosos y solo invierten en los pobres para mantenerlos en control o cuando los necesitan en los procesos electorales.
Y cuando hay intentos serios de organizacio&769;n de los pobres para exigir solucio&769;n a sus legitimas demandas, y ya no es posible seguir maquillando ni calmando los reclamos con demagogia, recurren a la represio&769;n y a la intimidacio&769;n que esta conlleva, para que quienes se atrevan a luchar por una vida digna, desistan de su lucha, renunciando a sus derechos. Y en este contexto se explica la conducta represora de Omar Fayad, que con toda la intencio&769;n de intimidar a los antorchistas hidalguenses, orquesto&769; un feroz operativo que tuvo varios incidentes como el que acabo&769; con la vida de Mari&769;a.
Por ello, un servidor que no tiene palabras dignas para expresar lo que sentimos los compan&771;eros de lucha de Mari&769;a, tomo prestados los versos de don Rafael Blanco Belmonte con que inicio mi colaboracio&769;n y los que a continuacio&769;n reproduzco:
Cuando cruzo por el valle, cuando trepo a la colina, cuando en tierra castellana o en ribera levantina me detengo ante los bravos que batallan por el pan, siento afanes imposibles que son vida de mis suen&771;os, y, admirando las grandezas que atesoran los pequen&771;os, con impulso irrefrenable mis carin&771;os a ellos van.
Quienes vivimos con el pueblo, caminamos a su lado y al frente, valoramos en su justo valor el pequen&771;o gran ejemplo de esta humilde mujer que a pesar de haber vivido 55 an&771;os en la miseria, no se resigno&769; jama&769;s a ella, y a pesar de su condicio&769;n humilde, no dudo&769; en sumarse a sus hermanos de clase para luchar por un pedacito de dignidad para si&769; y para su familia.
Hago un llamado a todos los antorchistas del pai&769;s, a que como homenaje a nuestra compan&771;era fallecida, y como prueba de que valoramos su gran ejemplo, no desistamos de nuestra lucha, y llevemos por toda la geografi&769;a nacional la voz de todos los desprotegidos y la urgente necesidad de que nos organicemos para cambiar esta insostenible situacio&769;n de injusticia y pobreza. Hagamos de Mari&769;a una ma&769;s de nuestras banderas, digamos a todos los mexicanos que su ejemplo debe enardecernos ante los ataques de los represores y cual canto de guerra entonemos nuestras consignas de lucha, porque el actual estado de las cosas se perfila a su fin.
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