MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Al Presidente le gusta hablar de historia, pero no la entiende

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Quien no pierde oportunidad, es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para referirse a pasajes históricos de México, le gusta dar clases de historia, hablar de algunos personajes como Francisco I. Madero, Benito Juárez, Lázaro Cárdenas, de la lucha de mediados del siglo XIX entre liberales y conservadores, y claro, siempre para compararse él con Benito Juárez, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas y con los liberales. él se considera el continuador de los personajes y movimientos más progresistas de México, pero creerse no quiere decir que lo sea, con sus más de 14 meses de gobierno (¿ o desgobierno?), demuestra que carece de la preparación teórica y práctica para sacar adelante al país, van algunos ejemplos: los huachicoleros siguen en la impunidad, la violencia sigue creciendo, al movimiento feminista lo descalificó, las medidas para enfrentar el coronavirus se ven descoordinadas y tardías, el desabasto de medicinas y la compra de material sin certificación ya ha provocado muertes en un Hospital de Pemex, corrupción en sus programas asistencialistas, la obra pública escasea, por lo que empresas están detenidas y repunta el desempleo, así como la ferocidad con la que se dirige a la organización popular y a sus formas de lucha que ampara la Constitución, como el derecho de petición, organización y manifestación.

Llama a todos los que piensan diferente a él conservadores, haciendo referencia a la época de la Reforma y claro, está convencido de que es nada más y nada menos que la moderna encarnación del Benemérito de las Américas, pues le tengo malas noticias al señor presidente, porque a quien se parece y mucho es al dictador Porfirio Díaz.

Pero dejemos que lo diga el diccionario enciclopédico Larousse, en su edición conmemorativa del año 2010, a 100 años del inicio de la Revolución Mexicana "Los Antecedentes, la llegada de Porfirio Díaz al poder".

Tras la restauración de la República que siguió a la caída del Imperio de Maximiliano y Carlota, Benito Juárez retomó el poder en julio de 1867. Al mes siguiente se realizaron comicios presidenciales a los que se presentaron como candidatos, el propio presidente y Porfirio Díaz...El vencedor fue Juárez. Cuatro años más tarde, en los comicios de 1871, se presentaron Juárez, Díaz y el vicepresidente Sebastián Lerdo de Tejada. De nuevo Juárez resultó vencedor...Al iniciar ese nuevo mandato, Díaz intentó derrocarlo...pero fracasó. El escenario se transformó a partir del 18 de julio de 1872, cuando falleció Juárez; Lerdo de Tejada asumió la presidencia interina y gobernó entre 1872 y 1876, cuando se realizarían nuevos comicios. Al verificarse la reelección de Lerdo de Tejada, Díaz organizó una rebelión a través del Plan de Tuxtepec que hace énfasis en la no reelección...el Plan de Tuxtepec triunfó militarmente en la batalla de Tecoac...Díaz entró a la Ciudad de México, nombró como presidente interino a Juan N. Méndez, y éste último convocó a elecciones generales. El primer periodo de Díaz, quien resultó ganador, comenzó el 2 de abril de 1876 (igualito que Andrés Manuel, llega al tercer intento).

El Porfiriato. Mediante una enmienda al Artículo 78 de la Constitución de 1857, se estableció la posible reelección consecutiva en el cargo de presidente (Leyes a modo como la 4T) después de ceder el poder a su compadre Manuel González (quien gobernó de 1880 a 1884), gracias a esa medida Díaz se reeligió en 1888, 1892, 1896, 1904 –cuando el periodo presidencial aumentó de 4 a 6 años– y 1910. A medida que se consolidaba en el poder hizo a un lado el marco jurídico, desde 1890 gobernó como dictador, sin atender a la división de poderes ni respetar la autonomía de los estados. Las elecciones no eran representativas y mediante sus estrechos vínculos con el ejército, el clero y la alta burguesía eliminó del panorama a cualquier rival de peso. éste estricto control, establecido por él y sus colaboradores más cercanos, impidió la formación de partidos políticos y se fundamentó en un recurrente abuso contra los derechos humanos.

Definitivamente, el Presidente no entiende de historia, debería preocuparse por conocer y no cometer los mismos errores del pasado, en lugar de ello, está más interesado en otros asuntos de poca importancia.

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