Existen muchas noticias sobre la violencia y de la inseguridad que se vive en la capital de Puebla. Sabemos que la ola de violencia crece día con día y parece que nadie está haciendo nada para prevenirla o frenarla. Además, a inicios de año, en las calles del centro histórico se estaba desalojando a todos aquellos vendedores ambulantes que nos topamos en cada calle por la que transitamos ofreciéndonos sus productos a un precio más bajo.
Vimos manifestaciones de los comerciantes pidiendo que no se les quitara de las calles, exigiendo un espacio seguro a cambio de desocupar la vía pública, pero esto no cambió la iniciativa del actual presidente de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, que aseguraba que esta acción solo era para un mejor tránsito de los peatones por la banqueta y respetar el derecho de la ciudadanía de transitar por las calles 8, 10 y 12 Poniente (las más usadas por los comerciantes).
De esta tarea estuvieron a cargo las Secretaría de Seguridad Ciudadana y de Seguridad Pública Estatal para inhibir la presencia de los ambulantes, durante casi dos semanas escuchamos sirenas de patrullas, helicópteros y cuerpos policiales que se iban con rumbo a las calles mencionadas, como si se trataran de un grupo peligroso o de delincuentes.
Pocos días después el secretario de Gobernación de Puebla, Jorge Cruz Lepe, declaró en una entrevista que estaban en disposición de diálogo y que se trataba de reubicar a esta cantidad de comerciantes los cuales ascendían a 400. “Nosotros no somos una administración que privilegie este tipo de situaciones del uso de la fuerza pública, la presencia de la seguridad pública está para inhibir y nosotros para dialogar y ellos están en ese proceso de la negación a la sorpresa que se llevaron cuando nosotros ingresamos a la zona y ahora están en proceso de buscar alternativas; hemos sido claros, seguiremos siendo firmes, pero privilegiando el diálogo, no hay otra fórmula” (4 de marzo de 2022, Milenio).
Las intenciones de Eduardo Rivera son, a todas luces, buenas, pero la forma en que se llevó a cabo ganó cierta desaprobación por un número de personas y en especial por los comerciantes, aunque esto del retiro del ambulantaje viene desde administraciones pasadas, es un hecho que ahora parece que ya se retiró este problema de las calles que habían sido invadidas.
En días recientes, en redes sociales el portal de noticias “Latidos de Puebla” captó el momento en que la policía municipal le arrebató a un comerciante su carrito de ventas y una camioneta blanca, sus instrumentos de trabajo. El señor fue agredido físicamente con severos golpes en el rostro que terminaron en sangrado. Esta acción indignó a muchos internautas conocedores de que esta acción obedecía a la iniciativa de Eduardo Rivera para erradicar a los ambulantes.
No me voy a poner de ningún lado de esta situación porque conocemos la necesidad de estas familias que se emplean de manera informal en las calles, porque después de un tiempo muy prolongado en el cuál nadie pudo dar solución o frenar a los ambulantes pasó a ser un problema para el tránsito de los propios capitalinos y de turistas.
Por una razón muy importante, considero que esto obedece a una causa y que es la que debería atacar el Gobierno municipal si quiere terminar con el ambulantaje en la calle, esto es la escasez de empleo formal que viven miles de poblanos. En agosto de 2020 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó un promedio del 70 por ciento de la totalidad de los trabajos perdidos en el estado, según las bajas reportadas en su sistema esto equivale a 26 mil 491 de los 37 mil 788 empleos formales que se perdieron durante los primeros cinco meses de contingencia sin contar el año restante de ésta, y dicha estadística corresponde al periodo de enero a mayo en Puebla y fue dada a conocer por el observatorio ciudadano del Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (Igavim).
Con la reapertura de las actividades económicas en la capital, la gente que quedó fuera de su empleo no tuvo otra opción que emplearse en el trabajo informal esto hizo crecer el porcentaje de comerciantes en las calles y en la capital, aunque en la administración de Claudia Rivera Vivanco se intentó controlar a los comerciantes, las mismas autoridades argumentaron que las modificaciones realizadas en el pasado les quitó la posibilidad de regularlos, aplicar multas o retirar mercancía y con el paso del tiempo y con la justificación de la crisis económica que dejó la pandemia del coronavirus dejaron el tema a un lado y no se siguió con esta iniciativa.
Con la toma de protesta del actual alcalde también reiteró el compromiso de dar solución a este problema y a pesar de ofrecerles un nuevo lugar donde laborar, los comerciantes se han negado a aceptarlo, pues al menos la mitad de las 23 organizaciones de comerciantes ambulantes que tiene registrado el Ayuntamiento de Puebla ha expresado abiertamente su desaprobación al proyecto de reubicación, a pesar de que el alcalde ha propuesto algunos lugares como los mercados municipales, terrenos y ubicaciones en el norte y sur de la ciudad, estos han dicho no a su propuesta, quizás por que el centro histórico es donde se concentra la mayor afluencia de personas facilitando sus ventas diarias o por que la manera en que fue efectuada la iniciativa los ofendió, de una u otra forma el problema es consecuencia de una causa y que para atacar primero es matar la raíz de ese problema.
Solamente dando empleos formales y seguros para esas familias, que por necesidades se emplearon de manera informal, es como este problema del ambulantaje se verá acabado, esto, en mi opinión, sería el punto de partida para la administración o ¿usted cree que en serio no hay solución con los ambulantes? Y ¿de quién es la culpa el crecimiento de ambulantes? ¿Del pueblo o de la ineficacia para solventar los empleos por parte del municipio?
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