El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2023, entregado por la Secretaría de Hacienda a la Cámara de Diputados, el pasado 8 de septiembre, propone un gasto total de 8.3 billones de pesos.
El 51 por ciento de esos 8.3 billones se gastará en cuatro rubros: el costo financiero de la deuda pública, las pensiones y jubilaciones, las participaciones a los estados y los programas prioritarios del presidente, incluidas, desde luego, las obras de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que son la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles.
De esos cuatro rubros, el que porcentualmente aumenta más, con respecto al año pasado, es el de las obras de AMLO; crece en casi el 100 por ciento, de 332 mil millones en 2022 a 600 mil 321 millones de pesos para 2023.
Vemos fácilmente que, descontados estos cuatro rubros de los que hablaba yo, queda solo el 49 por ciento del total para atender otras necesidades básicas como el desarrollo del país y el bienestar de la gente, tales como la inversión en infraestructura productiva: que son los caminos, carreteras, autopistas, puentes, puertos y aeropuertos, así como el mantenimiento de la infraestructura ya existente. Además de la electricidad, la vivienda, el agua potable, la educación, la salud y la seguridad pública, entre las más destacables para los mexicanos.
Lo más grave es la distribución del gasto, por la enorme tajada del presupuesto que se llevan los programas sociales y las obras emblemáticas del presidente, cada vez más caras y alejadas del presupuesto con que fueron aprobadas y que cuyo gasto no se va a recortar por nada.
Este enorme despilfarro de recursos deja el crecimiento de la infraestructura productiva del país y la calidad de los servicios básicos para la población, colgados de los endebles supuestos económicos del PEF 2023, cuyo cumplimiento cabal es racionalmente imposible, porque la Secretaría de Hacienda calcula un crecimiento del PIB del 3 por ciento, cuando todas las instituciones económicas y académicos serios dicen que sólo crecerá hasta el 1 por ciento, cuando mucho. Esto implica un recorte brutal en el gasto para las necesidades de la gente; es decir, habrá recortes a la inversión pública, recortes que, con toda seguridad, no serán para las prioridades del presidente, sino a las necesidades básicas de los mexicanos. Será entonces cuando conozcamos la verdadera pobreza franciscana de la que ha venido hablando López Obrador.
Pero esa pobreza franciscana no la sufriremos todos por igual, sino solo las víctimas de siempre, los trabajadores y el pueblo pobre, que no se salvarán ni siquiera aferrados a las famosas tarjetas del bienestar que les reparte AMLO para apaciguarlos y comprar su voto.
Eso es lo que nos promete el PEF 2023. El pueblo debe conocer y analizar esto, para saber que Morena gobierna al país con engaños, mediante la compra descarada de votos y sin solucionar los graves problemas de México, como las carencias que tienes en tu colonia o en tu pueblo.
Estas ideas, como algunos habrán notado, fueron tomadas del artículo de nuestro querido maestro Aquiles Córdova, titulado “Presupuesto 2023: la verdadera pobreza franciscana”. Los invito a que lo lean y lo difundan en sus grupos, plenos o con su familia.
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