Los antorchistas de Campeche acabamos de realizar una cadena humana para sumarnos a la protesta nacional para exigir que se implemente un plan hídrico integral nacional para llevar agua a todos los rincones del país, y para denunciar la indolencia del Gobierno federal ante la crisis de falta de agua.
Movilizarse es lo correcto, pues esta escasez de agua es provocada claramente por dos fenómenos: uno es el daño que el sistema económico que domina a nuestro país y a casi todos los países, el sistema capitalista de producción, le ha causado a la naturaleza, al explotar los recursos sin medida, por el afán de ganancia, sin regresar a la misma naturaleza lo necesario para que se preserve, para que no nos castigue con estos saltos que hoy sufrimos en el equilibrio ambiental, en este caso con una sequía anormalmente intensa, como una manifestación inevitable del conocido y verdadero calentamiento global.
Anteriores Gobiernos abandonaron la obra de infraestructura básica que debería tener como objetivo llevar agua a todos los mexicanos. Esa indolencia, hay que decirlo, se ha acentuado con AMLO.
El otro fenómeno es la indolencia de los Gobiernos, tanto de los anteriores como del actual, quienes han abandonado la obra de infraestructura básica que debería tener como objetivo llevar agua a todos los mexicanos. Esa indolencia, hay que decirlo, se ha acentuado con el actual Gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador.
Las obras que sí se han realizado en México, con los Gobiernos anteriores, algunas de ellas verdaderos ingenios monumentales, como el mismo sistema Cutzamala, que hoy se está secando, y otros de menor tamaño, demuestran que los mexicanos sí podemos llevar el agua aun a la colonia más marginada y a la ranchería más alejada y, por ello, que el problema no es ese, sino que no ha habido la voluntad para hacerlo, pues se ha dado prioridad a llevar agua a las grandes empresas que la consumen, como siempre lo hace el capital, sin importarle nada más que la ganancia, a costa de destruir el equilibrio de la naturaleza y, por supuesto, sin importarle un comino la sed de la gente humilde.
Sin embargo, cuando se trata de darle agua a la población, se privilegia a las colonias y fraccionamientos de la gente pudiente, donde viven los políticos y las familias adineradas, quienes nunca sufren de falta de agua, mientras que los ranchos y las colonias populares no tienen agua, o la tienen a cuenta gotas, y cuando es necesario racionalizarla, son las primeras a las que se les corta el servicio.
El verdadero problema tiene, pues, esas dos caras, de manera que no es solamente la sequía y, puesto que no podemos hacer llover con magia, la segunda cobra una mayor y determinante importancia: las acciones que hacemos todos los mexicanos para asegurar el agua a la población, acciones que sin remedio deben ser coordinadas por nuestras autoridades y con el uso de los recursos humanos, técnicos y financieros de la nación, los cuales, en los actuales tiempos no están al servicio de la patria, de los ciudadanos, sino de los intereses políticos de quienes medran con el poder.
Esto sí lo podemos modificar, lo podemos corregir y, puesto que quienes tienen el poder y el deber de hacerlo no lo quieren hacer y tampoco ver, no hay más remedio que el pueblo tome en sus manos el asunto, y desde su posición de ciudadanos, lo que le toca es emprender la lucha organizada, pacífica y apegada a la ley, de todos los mexicanos, pero sobre todo de los más pobres, que son quienes sufren en carne propia las consecuencias de esa omisión institucional.
Los poderosos empresarios que derrochan el agua a borbotones, las familias ricas que no tienen idea ni han sentido jamás lo que es tener sed, y los políticos lacayos, oportunistas y corruptos no lo van a hacer nunca: tiene que hacerlo el pueblo trabajador pero unido, organizado y en lucha, con la ley en la mano solamente para hacer que las estructuras se desazolven, que se eche a andar el aparato de Gobierno para llevar adelante al país entero a solucionar este y cualquier problema que se nos ponga enfrente.
Como siempre, y esta es una prueba más de que Antorcha tiene la razón, la verdadera solución no es presionar a los políticos para que hagan su trabajo, sino quitarlos del poder y en su lugar poner a gobernar al pueblo mismo, a través de sus mejores hijos, educados y preparados y con el respaldo y vigilancia permanente de ese mismo pueblo organizado y convertido en fuerza política real y poderosa.
Mientras eso es posible, hoy debemos luchar para mover a las secuestradas estructuras nacionales para que hagan su trabajo.
Por eso nos sumamos todos los antorchistas, como un solo hombre y como un solo ideal a la exigencia para que el Gobierno a los tres niveles se disponga a elaborar e implementar un plan hídrico integral nacional que tenga como objetivo llevar agua a todos, absolutamente a todos los mexicanos y que el temporal extremo nunca vuelva a poner en peligro la salud y la vida de los mexicanos, para que ningún mexicano tenga sed.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario