Esta vez, quisiera hablarles un poco sobre Berenice Bonilla y Omar Abit Lugo. Dos almas tan talentosas como humanas. ¿Cuál fue el pecado que cargaban sobre su espalda? Ninguno. Bueno, a lo mejor uno: el deseo de luchar.
Eran dos jóvenes antorchistas, de esos que les dicen, “de hueso colorado”, dos chicos talentosos que encontraron su deceso en condiciones terribles e inhumanas, en manos de un hombre en estado de ebriedad.
La pobreza es la causante de la mayoría de los males como la ignorancia, la corrupción, las violaciones a derechos humanos y la perdición en los vicios.
¿Contra quién dirigían su guerra? Contra la pobreza; ese verdugo que humilla a la humanidad y que va creciendo aquí en México como bola de nieve.
La pobreza es la causante de la mayoría de los males como la ignorancia, la corrupción, las violaciones a derechos humanos y, por supuesto, la perdición en los vicios, como fue el caso del brutal homicida de estos jóvenes.
Fue un 6 de octubre de 2018 cuando Bere y Omar se encontraban colectando en Culiacán, Sinaloa, lugar en donde realizaban trabajo, cuando un hombre en alto estado de ebriedad terminó con la vida de estos jóvenes artistas. La noticia conmovió a los antorchistas de Sinaloa y de todo el país.
No tuve la dicha de conocerlos, pero escucho cómo los compañeros hablan de ellos con tanta emoción y admiración que pareciera que sí.
Dicen que Omar era un compañero alegre, muy carismático, de buen trato con la gente y amable con todos. Una sonrisa natural lo caracterizaba y esa firmeza al hablar hizo que se ganara el respeto y cariño de la gente que lo conoció; siguió su camino en el antorchismo realizando activismo en pueblos y colonias de Sinaloa.
Siempre fue un hombre sencillo, inteligente y que disfrutaba mucho enseñar el arte que sabía: la danza folclórica y la poesía, además de la liberación del hombre por el hombre. Bere era una líder natural y sencilla, y claramente talentosa, amante de la poesía y el canto.
Egresó de la escuela de nivel superior de artes Mácuil Xóchitl, que se encuentra en el estado de Puebla; su sensibilidad, carisma, talento superior y, claro, humanidad, fueron la combinación perfecta de su gran personalidad, siempre al servicio del pueblo humilde y trabajador.
Cuentan que cuando le dijeron que se iba a Sinaloa a luchar por el pueblo, no interpuso pretextos o justificaciones, al contrario, como toda revolucionaria, aceptó, como una verdadera bolchevique poniendo como prioridad la liberación del pueblo.
Ellos son un ejemplo de lo que es un antorchista, un soldado que no se raja ante las adversidades, lucha por el pueblo para liberarlo de su explotación. Ellos, con arte y cultura, luchaban por el pueblo humilde desde su trinchera y siempre se les admirará por su trabajo.
Así que, donde quiera que estén, camaradas, siempre servirán de inspiración para muchos de nosotros; sus nombres nunca morirán mientras exista la llama del antorchismo en el corazón humano.
Su ejemplo impulsa a emprender cualquier batalla, por difícil que esta sea. Y si ustedes dieron lo más preciado que tiene el hombre, que es la vida, ¿por qué nosotros no podremos sacrificar tiempo y esfuerzo?
“Has muerto, camarada,en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto. Irremediablemente has muerto.
Parada está tu voz, tu sangre en tierra.
Has muerto, no lo olvido.
¿Qué tierra crecerá que no te alce?
¿Qué sangre correrá que no te nombre?
¿Qué voz madurará de nuestros labios
que no diga tu muerte, tu silencio,
el callado dolor de no tenerte?”
Octavio Paz
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