En esta colaboración, quiero referirme a los problemas que los habitantes de la colonia Mártires Antorchistas de Chetumalm Quintana Roo tienen con el ejido Calderitas para lograr la regularización de los lotes que poseen desde hace más de 11 años. Esta colonia, como muchas otras, se formó por la falta de apoyo gubernamental a la vivienda y con el objetivo de apoyar a cientos de familias de escasos recursos económicos que buscaron un lugar dónde vivir. Fue así que se hicieron todos los trámites necesarios ante las instancias correspondiente, se adquirió el predio en comento, donde hoy habitan más de tres mil personas.
Sin embargo, la regularización de la colonia ha sido un “viacrucis” porque los acuerdos tomados para que las tierras, donde está asentada la colonia, se desincorpore del ejido Calderitas, no se ha cumplido por parte del Comisariado de este ejido. Es un modus operandi de los comisarios en turno que, al tomar el poder, desconozcan los acuerdos anteriores, sobre todo, cuando creen que pueden sacar mayor jugo si lo hacen a su “estilo”.
Esto viene a colación porque desde que se adquirió la parcela y el certificado agrario del ejido Calderitas donde posteriormente se fundó la colonia en 2011, fue del conocimiento del comisariado ejidal, en ese entonces, encabezado por Mario Jesús Uh Villanueva, quien junto con el ejido dieron su anuencia y recibieron la aportación por la enajenación de ese bien.
En aquel entonces, este predio estaba incomunicado, eran tierras “banqueadas”; es decir, era una zona donde se extraía “sascap” para el relleno de los fraccionamientos de Chetumal, por lo que, hacer las viviendas fue muy complicado: primero hubo que nivelar el terreno nuevamente para construir las humildes casas, después, hacer caminos y puentes provisionales para poder salir a trabajar y hacer las compras indispensables.
Claro está que para las autoridades del ejido Calderitas esas tierras no eran de importancia, no representaron para ellos “plusvalía”, por lo lejos, difícil acceso y porque ya las habían explotado, por lo que, el hecho de haberlas vendido resultó un doble negocio: por un lado, el ejidatario Cecilio Che Canché resolvía su problema económico y, por el otro, el ejido recibía una “aportación”.
Una vez que los colonos organizados y guiados por los activistas del Movimiento Antorchista en Quintana Roo empezaron a trabajar arduamente con faenas, gestiones y lucha para conseguir mejores condiciones de vida en la naciente colonia, en poco tiempo lograron lo que parecía imposible: lo que en su momento era un lugar olvidado y en muy malas condiciones, adquiriera vida, con calles rudimentarias pero limpias y un camino de acceso con puente provisional. Esto por supuesto, fomentó a que otros asentamientos se dieran en la zona y, por lo tanto, las tierras fueron adquiriendo mayor valor.
Más aun, cuando se consiguieron recursos federales a través de los diputados antorchistas que lograron etiquetar recursos para que se construyera un puente de concreto que pudiera comunicar a la colonia con el resto de la ciudad, después, con gestiones y lucha se lograron más recursos federales para pavimentar la calle principal, así como otras calles al interior de la colonia, también se logró introducir el 70 por ciento de la energía eléctrica, alumbrado público y un domo.
Se iniciaron las escuelas en preescolar, primaria y secundaria con activistas y colonos voluntarios que tenían el perfil y dieron clases de manera gratuita, que después de una ardua lucha con el Gobierno del estado se logró que las escuelas obtuvieran su clave de centro de trabajo y aulas prefabricadas.
Este desarrollo cambió radicalmente a la colonia Mártires, si bien es cierto, le faltan muchas cosas por resolver, pero para ser una colonia “irregular” (es el estatus que le da el gobierno) como muchas otras de la ciudad de Chetumal y muchas más en Quintana Roo; ésta tiene muchos avances por el arduo trabajo de organización y gestoría que se ha hecho.
Esto despertó la avaricia de los directivos del ejido, que con argucias legales salen como el “ave fénix” de entre las cenizas para reclamar lo que es “suyo” y que van a luchar para recuperar, lo que, según ellos, se adquirió de manera ilegal. Ven la colonia con muchos avances, fruto del esfuerzo de los colonos organizados y ahora, quieren aprovecharse de ello para “presionar” a los colonos y obligarlos a pagar cantidades estratosféricas so pena de quedarse sin su patrimonio.
Desde que Uh Villanueva fue comisario por primera vez en el periodo 2010-2013 los antorchistas que iniciaron la colonia se mostraron abiertos al diálogo para las mejoras del asentamiento humano. Después llegó Sergio Chávez Salgado con quien se ratificaron los acuerdos y con la anuencia de la asamblea general de ejidatarios se acordó en una mesa de diálogo integrada por el jurídico de la Secretaría de Gobierno del Estado, la delegación de la procuraduría agraria, la directiva del ejido y los dirigentes antorchistas que el ejido estaba de acuerdo en desincorporar del régimen ejidal para poder titular los lotes de la colonia mediante una aportación mínima de los colonos. Terminó la gestión de Sergio Chávez sin que estos acuerdos se cumplieran por los problemas al interior del ejido.
Después llegó Álvaro Mariano Alonso Angulo como nuevo comisario quien retomó el acuerdo que Chávez no pudo cumplir, no sin antes también amenazar que si no se cumplía el acuerdo habría consecuencias para todos los colonos que allí habitan.
Nuevamente los colonos y sus dirigentes aceptaron avanzar en los trámites de regularización, se entregaron recursos económicos al ejido para que se hiciera la reunión de formalidades especiales, pero lo mismo. Los problemas entre grupos del ejido nuevamente se agudizaron de tal forma que la asamblea se abortó mandando nuevamente al bote de la basura todos los acuerdos y, por lo tanto, cuartando el derecho de los colonos a tener un patrimonio seguro.
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