MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Contra AMLO

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Los estudiantes parecen prosperar en su subversión ante el panorama que los gobierna. En un contexto económico profundamente polarizado, dentro del cual la representación institucional se ve desfigurada por la permanente concentración del poder en un hombre, es la representación del pueblo o manifestaciones a través de redes sociales las que han surgido como algo anti-sistémico, una exigencia para que el gobierno tome medidas serias contra el virus de la covid-19. 

Desde marzo de 2020, los jóvenes afiliados a la FNERRR han expresado a través de videos y mensajes en Twitter el descontento ante la hambruna que las familias han padecido durante la cuarentena, por ello exigen despensas alimenticias para toda la población. Y es que el Coneval registra una cifra que gira en torno a los 90 millones de mexicanos que viven sin ingresos suficientes para vivir. De ellos, 52.4 millones están en situación de pobreza. 

Nuestra Población Económicamente Activa es de 57.7 millones de mexicanos, de los cuales 31.3 millones trabajan en la informalidad, es decir, no tienen ninguna garantía de remuneración o de sustento en caso de contingencia. A todo esto habrá que restar aún los empleos que se han perdido (más de 300 mil entre 2019-2020) y los que se perderán por la crisis sanitaria. Además, todos estos números no consideran a la población no activa, que depende del salario que cada trabajador lleva a casa y cuya situación es, por lo tanto, tan inestable como la de los sostenes de las familias. 

En ese sentido, el confinamiento absoluto, requerido en el caso de enfrentarse a la pandemia, es casi imposible desde las condiciones en que sobreviven nuestras economías del hogar y, en caso de llevarse a cabo, es con grandes y penosos esfuerzos: con hambre y sed de por medio. Sufragar estas penurias no parece estar en la agenda del Gobierno federal, pues desde febrero (al aparecer el primer caso de coronavirus) no se han dado condiciones para que la gente permanezca en casa, y algo igual de alarmante: tampoco se ha dotado de material sanitario adecuado a los médicos que lo necesitan. 

La población movilizada representa, en este contexto, el futuro inmediato y lejano de nuestra sociedad. No hay mejor modo de llamar la atención de nuestros gobernantes que las protestas y que han logrado ser tendencia en redes y medios de comunicación muy recurridos.

¿Qué hace falta para que López Obrador se dé cuenta del peligro que corre el pueblo que lidera? ¿Por qué tanta indolencia y ligereza en su actuar frente a este gran problema? Las respuestas se han sugerido en otras tribunas: hay quien sostiene que el presidente es un verdadero ignorante que no sabe cómo conducir un país, y quienes por su parte dicen que la ayuda que brinda el presidente es dirigida a los sectores que votarán por él en el siguiente sexenio. Cualquiera que sea la verdad, el pueblo resulta traicionado y con las mismas condiciones miserables; pero recordemos que la historia no es construida por hombres ilustres ni mucho menos por líderes mediocres, sino por los pueblos. Y el pueblo mexicano ha decidido unirse fraternalmente y protestar. Un pueblo con hambre jamás puede ser acallado; y la historia, dialéctica como parte de la realidad, ajustará las cuentas. 

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