Dos años de pandemia dejaron al país con más de 600 mil muertos. Miles de familias enfrentaron un terrible viacrucis que los llevó de la casa a la clínica, de ahí al hospital, y de hospital en hospital. Pronto y debido a lo que todos fuimos testigos, la gente prefirió quedarse en casa, pretendiendo escapar de la muerte segura en los nosocomios, sin embargo, la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, ganó la partida y perdieron a sus seres queridos.
Fue especialmente implacable el suceso, pues hubo casos, sobre todo entre los más pobres, que se fueron familias completas, dos, tres, cuatro y más integrantes. Ha sido tan doloroso y traumático que aún persiste y seguirá por mucho tiempo, el sufrimiento y la desolación, los cuales originan traumas que perdurarán toda la vida.
Y por si esto fuera poco al cumplirse tres años y medio de la actual administración federal, suman ya 120 mil homicidios dolosos, que día a día también han enlutado a miles de familias mexicanas, que no solo han perdido a sus seres queridos, sino que han tenido que abandonar sus casas, pertenecías, animales, tierras, sus poblados, para huir e irse a refugiar si bien les va con familiares a otros lugares o simplemente a otros poblados y/o ciudades que les permiten escapar de la violencia pero que los meten al espiral de la pobreza, que avanza incontenible en el país.
Son también ya más de 100 mil las desapariciones, que han ocurrido y que no solo continúan, sino aparecen nuevos casos todos los días, y que por igual, mantienen en la zozobra aún más angustiante a familiares, conocidos, autoridades y al pueblo en general, el cual se retrae ahora en sus casas, en una especie de autodefensa impuesta por instinto de supervivencia. Pero el problema es que la vida continúa.
Cimbraron al país por la cobertura mediática que alcanzaron los feminicidios como el de Debanhi Escobar, y muchos más en distintos estados del país, que movilizó a miles de jóvenes, y familias enteras, clamando se ponga un ¡hasta aquí!, al asesinato de mujeres, los cuales han alcanzado un espeluznante promedio de 11 mujeres asesinadas diariamente, cifras y datos que se desdeñan desde la más alta tribuna del país.
Vemos como también van cayendo uno a uno los profesionistas de la información, a pesar de una serie de programas de apremio y seguridad para que no se les siga acallando, pero no bastan tales medidas, y por igual, vemos movilizaciones, menos concurridas, por cierto, que exigen, que demandan, se ponga un alto a la barbarie, se asegure el Estado de Derecho y se restablezcan Las Garantías Constitucionales.
Organismos como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política De Desarrollo Social (Coneval), el propio Instituto Nacional De Estadística Geografía e Informática (INEGI), la Secretaría De Hacienda y Crédito Público (SHCP), etc., nos informan del incremento de la pobreza y la pobreza extrema en nuestro país, la pérdida del empleo, del incremento de la informalidad de la precarización laboral del pueblo mexicano para obtener un magro ingreso; afectado día a día por estas tragedias.
Un día se movilizan y protestan los médicos que no tuvieron lo necesario para realizar su trabajo durante la pandemia, alcanzando nuestro país uno de los primeros lugares en decesos de los profesionales. Un día se movilizan las familias de desaparecidos exigiendo justicia. Los familiares de quienes murieron por homicidios dolosos y desplazados se movilizan al salir y dejar abandonados sus poblados, pues movilizarse públicamente los compromete. Las movilizaciones de periodistas y de feministas se desestiman por quienes deben atender el problema. El presidente y sus secretarios: Gobernación y Seguridad.
Pero cada mañana en Palacio Nacional, se monta una farsa, dónde “a preguntas a modo”, sobre temas de interés del presidente Obrador, se dan respuestas edulcoradas sobre la realidad, donde se afirma que hay resultados y que ya no es como antes ¿?¡!
Por otro lado, somos testigos de la farsa que se monta por el Gobierno Federal en la celebración del día del trabajo, el 1º de mayo en la Refinería De Dos Bocas, donde se recurre al acarreo-pago para celebrar la fecha.
De la farsa que se monta y que es evidente al ir a inaugurar el pasado 21 de marzo, el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA), en Santa Lucia, Estado de México, donde se programaron vuelos para dicho acontecimiento, pero en los hechos, y después de dicha inauguración el AIFA, no arranca.
Y de la farsa de apoyos al pueblo mexicano, con la entrega de millones de tarjetas, bajo los programas asistencialistas, que la inflación se ha encargado de reducirlas a “verdaderas dadivas” y cuyo verdadero objetivo es comprar la conciencia del pueblo trabajador, mientras se deteriora su economía y su vida se vuelve una realidad sangrienta.
La realidad es dura y no perdona, pero solo a través de ella aprende el hombre. No le cerremos los ojos, antes bien, aprendamos y avancemos Antorchistas y pueblo de México en la construcción de la organización que nos permita enfrentarla, con claridad y con acciones que si la transformen para bien de nuestro país.
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