MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Políticamente apreciable, pero económicamente incorrecto

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En los últimos días hemos sido testigos de crecientes movilizaciones de productores de granos, principalmente de maíz, que se gestaron el año pasado en Sinaloa, Sonora y Baja California, pero que han tomado carácter nacional bajo las siglas del Frente Nacional de Rescate del Campo Mexicano (FNRCM).

El precio de mercado del maíz ha caído de 7 mil pesos en 2022 a 5 mil 200 en 2025, mientras que los costos de producción se han elevado 50 %.

Sus demandas principales son:

  1. Que se establezca un precio de garantía de 7 mil 200 pesos por tonelada de maíz blanco, en función de las metas nacionales de producción de granos básicos, que cubra la compra de toda la producción del ciclo primavera-verano de la región del Bajío y sea referencia para todo el país.
     

  2. Que los granos básicos y las oleaginosas salgan del esquema comercial que impone el T-MEC, en el que se determinan los precios de acuerdo con la Bolsa de Valores de Chicago, por atentar contra la soberanía alimentaria.
     

  3. Restablecer la banca de desarrollo y fomento agrícola, con capacidad soberana para otorgar crédito a bajas tasas de interés, para revertir el largo periodo de descapitalización del sector.
     

En Guerrero, no se han radicalizado las movilizaciones de los productores de ese sector, a pesar de que los hay. De cualquier forma, se ha iniciado una discusión, que considero crucial en una entidad cuya polarización social históricamente ha sido radical, al interior de un grupo considerable de organizaciones sociales, colectivos y Sistemas Producto guerrerenses, que nos reunimos en torno a la idea de que el campo necesita de la unidad de sus distintos sectores para luchar, dentro del llamado marco de la legalidad, para que las instituciones abran los canales de comunicación y de gestión, permitiendo con ello que se hagan efectivos los derechos constitucionales de los campesinos y productores.

Vuelvo al movimiento nacional. El sector predominante en las manifestaciones en cuestión es el de la producción comercial de mediana y gran escala de Sinaloa, Sonora, Baja California, Jalisco, Guanajuato y Michoacán, quienes durante dos días encabezaron bloqueos, a los que se sumaron otros dieciséis estados, después de la fallida reunión del 17 de octubre con el secretario de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán.

Pero, ¿cuál es el problema que nos trajo hasta acá? El precio del maíz, cuyo cálculo se realiza de acuerdo con el tipo de cambio peso-dólar, con el precio internacional de la Bolsa de Valores de Chicago y con el costo de almacenamiento y traslado, determinado por los intermediarios bodegueros y por las grandes harineras Minsa y Maseca (Jonathan Lomelí del portal pressreader.com, 29 de octubre).

Ello deja a México a merced de la política de subsidios ilegales de Estados Unidos a sus productores agrícolas y de su política imperialista de “dumping”. Esto ha provocado que el precio de mercado haya caído de 7 mil pesos en 2022 a 5 mil 200 en 2025, mientras que los costos de producción se han elevado 50 % (Luis Miguel González de El Economista, 29 de octubre).

Pues bien, ante las manifestaciones, el gobierno federal, en conjunto con las autoridades de las entidades citadas, acordó apoyar con 950 pesos por tonelada a 90 mil productores, con un total de un millón 410 mil toneladas de maíz y con un límite de hasta 200 toneladas por productor. 

Sin embargo, Baltazar Valdés, líder de Campesinos Unidos de Sinaloa, dijo en entrevista con Radio Fórmula a la periodista Azucena Uresti que este acuerdo sólo fue aceptado por los agricultores de Jalisco.

Al mismo tiempo, en redes sociales circularon declaraciones de que miembros del FNRCM evitarían el ingreso de los productos de aquel país a territorio nacional, en las aduanas de la frontera norte con Estados Unidos, como medida para conseguir el precio de garantía de 7 mil 200 pesos, y que el gobierno cumpla con sus planteamientos para solucionar la problemática de la producción y comercialización de granos básicos. Es decir, estamos lejos de la solución.

Líneas arriba sostuve que el conflicto asomaba, por lo menos, desde hace un año. Mi investigación arroja que se ha gestado un movimiento de economistas y especialistas en agricultura que han realizado foros y reuniones con productores, para buscar alternativas de solución a la problemática del campo mexicano.

En esta ocasión abordaré de manera breve uno de estos eventos que, desde mi opinión, explica el origen de los planteamientos de fondo del FNRCM y que, con todo y que las propuestas e ideas sean loables y muestra de un genuino interés por buscar una solución, prueban claramente la incomprensión del proceso de la realidad mexicana con la que estamos tratando, que resulta en una estrategia de lucha equivocada.

Me refiero al encuentro de varios de los líderes del FNRCM, con especialistas de la Universidad Autónoma Chapingo y de la UNAM, realizado el 25 de septiembre en la Facultad de Economía de esta última, encabezado por el doctor en Economía, Arturo Huerta González, con producción académica en torno al problema del campo, desde una tendencia crítica hacia el neoliberalismo económico que predomina en nuestro país.

 

Dentro de los planteamientos que se vertieron, está el hecho de que se afirma que el imperialismo estadounidense hegemónico, que impone a sangre y fuego su dominio económico, es el causante de los males que aquejan a nuestro país en ese terreno; que es necesario luchar por preservar las tradiciones culturales del campo, las especies nativas de maíz y que se dote de personalidad jurídica al ejido, como una especie de cuarto poder, para garantizar su permanencia y, sobre todo, sostiene el doctor Arturo Huerta, hace falta la movilización social para pedir que se reviertan las políticas públicas de abandono al campo, que se aplican como resultado del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (T-MEC).

Quiero aclarar que los antorchistas consideramos que no sólo es correcto que se organicen y luchen los sectores sociales que sufren los estragos de la política económica de nuestro país, sino que es incluso una exigencia de la realidad, porque únicamente la participación activa en el proceso nos llevará a encontrar las soluciones a los males que nos aquejan.

Sin embargo, se requiere el uso del instrumento correcto para analizar la realidad, esto es, el conjunto de conocimientos científicos acerca de la sociedad.

Por ello, desde nuestra humilde trinchera, y con las herramientas de que nos ha dotado la experiencia de más de 50 años de lucha del Movimiento Antorchista Nacional, que nos ha permitido no sólo construir la organización mejor estructurada del espectro político nacional, sino haber desarrollado también un proyecto integral de país, haremos una modesta explicación teórico-histórica de la realidad económica, política y social de México, con el materialismo histórico como instrumento, para contribuir a la búsqueda de la ruta correcta en la construcción de un proyecto de gobierno, que coloque a México en el lugar que le corresponde en el mundo multipolar que, pese a todo, se consolida cada día más.

Lo anterior es necesario dado el creciente ambiente de inconformidad social que se está adueñando de nuestro país, porque lo menos que nos conviene es una radicalización mal entendida que, en vez de ayudar a organizar a las masas y conducirlas dentro del cauce correcto para mejorar verdaderamente su realidad, las lleve a una polarización que puede servir de pretexto para factores externos, ahora que hay una política intervencionista más agresiva en Latinoamérica, para adueñarse por completo de los recursos naturales y de la riqueza social que generan nuestras clases trabajadoras, que suplan la pérdida de poder y de mercados del imperialismo estadounidense.

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