MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

De los semáforos de Culiacán al teatro de Tecomatlán

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“Pongámosle a la violencia, al crimen, al narcotráfico, un muro que está a nuestro alcance, un muro capaz de vencer a la violencia a la que nos quieren imponer los poderosos, el muro de la cultura que puede y debe hacer la juventud”.

Aquiles Córdova Morán

A todos los maestros les ha pasado, les pasa, que cuando conocen la vida, el actuar, el pensamiento de los jóvenes con quienes tiene uno contacto, es muy difícil no identificarse de cierta manera con ellos; en la medida en que convives se va impregnando el sentir de cada uno sobre ti: que si el tímido, el más desmadroso, la vanidosa, el “malandrín”, etcétera, etcétera, todas esas etiquetas características que han existido por generaciones, las entiendes completamente.

Cada joven tiene su manera de ver el mundo, porque cada quien tiene sus particularidades, aunque el mundo sea uno solo. Al llegar a nosotros, la inmensa mayoría de los chavos no sabe de dialéctica, de Hegel o de Marx; saben y les interesa lo que ha llegado a sus ojos y oídos a través de la vida diaria que su entorno les presenta, dependiendo de la idiosincrasia de cada estado o región.

La educación antorchista es integral, te permite comenzar a formarte como un hombre y una mujer con una visión totalmente distinta a la que estamos acostumbrados, sobre todo los más pobres.

Siempre se le ha dado demasiada importancia a la juventud, pero de manera oportunista, comercial, pues la clase dominante siempre ha tenido plena conciencia de la magnitud de las ganancias, políticas y económicas, que le generan los jóvenes, y aprovecha cualquier situación para hacerlos simples consumidores y agentes de cambio, pero para sus intereses. No más.

La clase en el poder ha gastado miles de millones en sembrarle a los jóvenes la falsa creencia de que vale más vivir la vida individual e intensamente (combinada con hacer creer que la belleza exterior está por encima de la inteligencia y la sensibilidad) que una vida de lucha y dedicación en favor del bien común.

Así se explica que actualmente tengamos una juventud sedada por el consumismo, la promiscuidad, aspirando a una vida de lujos sin el menor esfuerzo, como presas fáciles del crimen organizado, o en el mejor de los casos, aspirando a ser emprendedores para volverse medianamente capaces de sostener la mísera existencia, culpando a la falta de mérito personal más que al sistema que tiene como lógica la máxima ganancia y no la plenitud del ser humano.

Ya son casi cuatro años los que llevo viviendo en Culiacán, Sinaloa. He visto de primera mano cómo los jóvenes son seducidos por la “vida” que promete la maña. A falta de orientación, de oportunidades, de apoyo de las autoridades educativas y la complicidad que existe entre gobierno y crimen, no son pocos los que caen en las garras.

Con la situación que atraviesa el estado desde hace más de medio año volvió a ponerse de relieve por su mala fama; y es lamentable ver a diario en las noticias locales o escuchar que cientos de los acribillados, desaparecidos, son precisamente jovencitos. 

Recuerdo a un exalumno del taller de guitarra que me dijo un día: “Profe, tengo que irme a la sierra; no creo volver”. Y no lo he vuelto a ver.

Se vuelve muy difícil acercarse a los jóvenes, sí, pero no imposible. Sinaloa está lleno de violencia, pero Sinaloa no es sólo balas y levantados; además de caracterizarse por su gente alegre y directa, es un estado con venas artísticas; tiene poetas, bailarines, escritores, dramaturgos y, por supuesto, músicos y cantantes.

En Culiacán conocí muy pequeñas a unas niñas que hoy son todas unas artistas. Recuerdo que cuando llegué a “la Repu”, iban bajando de una camioneta todas felices porque iban a colectar. Así es, felices, alegres, como si fueran a las albercas o a jugar su juego favorito. 

Ahí fue la primera vez que vi a Bianca, Alo, Betza. Tenían entre diez y once años. Ese brillo en sus inocentes ojos realmente llenaba el hueco que las nuevas tierras traen consigo.

Después supe que había venido una comisión de los Grupos Culturales Nacionales del Movimiento Antorchista a dar unos cursos años atrás, y que Bere había sido su maestra. ¡Qué gran trabajo hizo! Sus alumnas la recuerdan con cariño.

Junto a mis compañeros antorchistas, hemos lidiado con las circunstancias de la lucha, entre las que trae la de clases y las “sin clases”, pues más de uno se resiste al estudio. Pronto iban llegando más plebes con nosotros, como David, Luis, Yuli, Marcial…

Hemos afrontado las adolescencias de los plebes, y cada cana verde que sacan, en lugar de tirar la toalla, nos acordamos de Makárenko y seguimos firmes. La lucha contra el capital es dura, algunos se van, otros regresan, pero con los que se quedan, jamás nos rendimos.

“Tabaquera”, “El pato asado”, “Vámonos de fiesta”… se escuchan cada fin de semana en los semáforos de la ciudad de Culiacán, formando una alegre atmósfera que lleva a la población a desprenderse fácilmente de algunas monedas. Los plebes con entusiasmo realizan esa honrosa actividad, mejorando semanalmente sus fotos artísticos.

Es por estas razones que para Antorcha el arte y la cultura juegan un papel esencial en la educación del pueblo de México, pues además de despertar en los jóvenes su sensibilidad y creatividad, los aleja de los malos pasos, entre vicios y violencia.

La educación antorchista es integral, te permite comenzar a formarte como un hombre y una mujer con una visión totalmente distinta a la que estamos acostumbrados, sobre todo los más pobres: promueven un verdadero desarrollo para los jóvenes, un ambiente sano tanto en lo físico como en lo mental.

Pero quizá lo más valioso es la vida en colectivo. En un mundo donde diariamente somos bombardeados por el proyecto individual, el dicho de que “uno solo puede sobresalir con sus propias uñas”, lo cual es totalmente falso, permea demasiado ideológicamente, pero la realidad de nosotros los pobres nos hace entender que no podemos solos, que necesitamos voltear a ver a los demás.

En Antorcha, a pesar de las imperfecciones que puedan existir —como todo organismo vivo—, llegamos a conocer la naturaleza humana, la solidaridad humana y a darnos cuenta de que compartimos los mismos problemas como jóvenes, como seres humanos y como clase.

En el ámbito artístico, todos los días miles de jóvenes son seducidos por las compañías de danza, los shows jarochos, las universidades especializadas, los maestros que no te bajan de “bella”, “precioso”, “tú eres única” y tanta zalamería por el estilo, que lo único que hacen es inflar en el joven un egoísmo y vanidad que desemboca en un individualismo a ultranza.

De todo eso están llenas muchas compañías, cuyos integrantes se pelean por el “solo”, la foto principal o van en busca del éxito personal, aunque son olvidados una vez que ha sido exprimido todo su potencial. Así que si andas pensando en irte de los grupos culturales antorchistas (sí, tú), piénsale dos veces.

Muchas vacas sagradas (y algunos becerros) han criticado el trabajo que jóvenes humildes llevan a cabo en competencias amateurs dizque por no adaptarse al folclor o vestuario originales. Ya habrá alguien que pueda defender de mejor manera nuestro trabajo dancístico desde dicha óptica, pero lo que sí les digo es que este folclor ha ayudado a construir sueños entre los jóvenes más pobres del país, que les muestran que un mundo mejor es posible.

Como lee, querido lector, soy testigo de primera mano, como muchos, de la gran labor educativa que hace el Movimiento Antorchista. Por eso, ver a los plebes con los que comparto el sol y el pan, bailando en el Teatro “Aquiles Córdova Morán”, realmente me conmovió, por lo que los felicito por confiar en Antorcha y llegar al escenario con todo y lo que juega en su contra, a sus maestros Alexis y Antonio Marceliano que no se rajaron con las mentadas “ja ja”, aunque la mera prueba viene después (guiño, guiño), al pueblo sinaloense que apoyó para que esta delegación de jovencitos pudiera acudir a la Espartaqueada Cultural a ver un mundo nuevo, pero sobre todo, agradezco al maestro Aquiles, por la chispa que encendió la llama.

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