No deja de llamar poderosamente la atención, para quienes realmente se preocupan por el verdadero bienestar de la clase trabajadora pobre del campo y la ciudad, la insalvable separación entre discurso y realidad que predomina en nuestro país. Me refiero, de manera particular, a la sociedad verbalizada por la 4T y la sociedad que viven y padecen millones de pobres.
La calidad de vida en esta región ha empeorado por la pérdida de empleos y la peor sequía de que se tiene conocimiento.
Mientras el aparato de gobierno, a través de mañaneras y publicidad, insiste en que hay un gran avance en la atención de los problemas inmediatos de la clase pobre, estos mismos problemas estructurales (pobreza, rezago educativo, falta de empleos, falta de servicios públicos, etcétera) no sólo persisten, en algunos casos hasta se agravan.
Veamos el caso del municipio de Huatabampo y la región del valle del Mayo a la que pertenece. ¿Realmente viven mejor las familias de esta región en términos de lo mínimo indispensable para una vida digna? Claramente no.
La calidad de vida en esta región ha venido empeorando en los últimos tiempos. Para esto basta observar cómo la pérdida de empleos, derivada de una mala política de gobierno y del cambio climático que ha provocado la mayor sequía de que se tiene conocimiento, ha golpeado directamente a las familias.
Para esto, nos basaremos en datos económicos recientes que retratan perfectamente la realidad que se vive. Huatabampo es un municipio que aún vive mayoritariamente del trabajo que genera la actividad primaria agropecuaria (agricultura y ganadería) y la actividad pesquera.
Luis Gerardo Villalobos, presidente del Consejo Directivo del Distrito de Riego 038 del Río Mayo, declaraba en medios que “en el presente ciclo agrícola 2024-2025, de una superficie de siembra en el valle del Mayo de 95 mil has, únicamente se habían establecido 25 mil por la falta de agua y por la incapacidad de producción de algunos productores”.
Es decir, que apenas el 26 % de las tierras de siembra en la región se trabajarían en el presente ciclo. Si conjuntamos el valle del Yaqui y valle del Mayo, el dato es aún más terrible, ya que apenas alcanza el 13 % de tierras sembradas del total de hectáreas disponibles.
Este golpe durísimo a la economía de la región se está dejando sentir directamente en la pérdida de empleos en jornaleros, regadores, fleteros, tractoristas, etcétera.
Norberto Valenzuela, líder del Sindicato de Trabajadores Agrícolas Salvador Alvarado, declaraba para el medio Diario del Mayo: “derivado de la sequía y el abandono del campo, en el presente ciclo agrícola 2024-2025, de un total de 45 mil jornaleros que se suelen emplear, menos de 5 mil lograron emplearse”.
Cerca del 90 % de los jornaleros temporales se quedaron sin fuente de ingresos. ¿Ha escuchado usted decir algo sobre este alarmante dato a las autoridades?
Rubén Armando Gil Nieblas, directivo del ejido Huatabampo y coordinador municipal de Asuntos Agrarios, daba los siguientes datos para el municipio: “debemos recuperar la lucha por defender la propiedad social de la tierra, ya que, derivado de los escasos apoyos gubernamentales y ante la sequía que atravesamos, en Huatabampo, de un total de 40 mil has ejidales, en el presente ciclo 2024-2025 sólo se alcanzaron a sembrar menos de 10 mil. Y, además, con el agravante de que 9 de cada 10 ejidatarios rentan sus parcelas para subsistir”.
Si cerca de 6 mil familias ejidatarias son las que viven de la renta de sus parcelas, tenemos que poco más de 5 mil familias ejidatarias se quedaron sin esa fuente de ingreso.
Basta con los datos antes mencionados para saber que no puede ser verdad que las familias de esta región tengan mejor calidad de vida y bienestar como afirman desde presidencia. Al contrario, la pobreza se profundiza y se ensaña con los que menos tienen.
Huatabampo y la región están viviendo un empobrecimiento acelerado, producto de la pérdida de empleos temporales, pero también permanentes. Miles de familias se han tenido que desplazar a ciudades con industria como Hermosillo, Guaymas o Nogales para cuando menos asegurar no morir de hambre.
Mientras tanto, las autoridades municipales, incapaces de hacer algo más, se entretienen haciendo malabares para sobrellevar sus gastos corrientes y medio atender los servicios públicos con sus escuetos ingresos.
Más del 60 % de los caminos de acceso y calles de las comunidades son todavía de terracería, las luminarias de la mayoría de los pueblos y colonias están inservibles, hay crisis del agua en la mayoría de las comunidades, el sistema de salud no provee medicamentos completos para los usuarios, centros educativos sin condiciones adecuadas, incremento de la drogadicción en jóvenes y adultos, ola de violencia y robos en casa habitación, incremento acelerado de los productos de la canasta básica de alimentos. En pocas palabras, nulo avance en la calidad de vida para las familias pobres.
Entonces, ¿de dónde surge esa supuesta mejoría que percibe el gobierno? No tengo otra razón que dar, más que perfilar que hablan de la dispersión de programas de transferencia monetaria directa (tarjetas del Bienestar) que el gobierno hace llegar a una parte de la población, lo cual, evidentemente, no viene a solucionar los problemas más apremiantes de la población.
No se puede sustituir la falta de empleos, ni los salarios tan bajos, con un apoyo bimestral o trimestral, cuando diariamente la gente necesita resolver tener ingresos dignos para cuidar de su familia. Por supuesto que estas transferencias monetarias resuelven unos días el hambre de la gente, pero muy esporádicamente y de manera insuficiente.
Esta realidad es la que debemos empezar a cuestionar como sociedad. Una realidad que no se padece solo en esta región de Sonora, sino por todo el territorio nacional.
Es tiempo de hacer a un lado conveniencias y demagogias políticas, para empezar a hacer más crítica al sistema económico y político que perpetúa la condición de pobreza del pueblo.
Exijamos más generación de empleos, más obras públicas, mejores servicios públicos, más seguridad, más medicina y atención médica, mejor educación. Todo esto les corresponde a nuestros gobernantes resolver. No reemplacemos nuestro futuro por unos cuantos apoyos insuficientes y mucha ficción discursiva a la que nos quieren someter desde el gobierno.
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