Cada tres o seis años, se pone el destino de un estado o del país en manos de un grupo de personas que se proponen llevar las riendas económicas, educativas, sociales y demás.
Al término de su mandato es común escuchar decir a los ciudadanos: este político no hizo nada, no cumplió con las promesas, ahora trae buenos carros y tiene más propiedades o que se robó todo el dinero de las obras.
Las anteriores son frases que se escuchan en la recta final del periodo de algún político, pero resulta que este político con todo y señalamientos ya anda buscando en cómo montarse en otro puesto. Algo muy común que pasa entre los mexicanos y pareciera que se nos olvidan rápidamente las malas acciones de cuando estos políticos estaban en el poder.
Pero el verdadero rostro sale a relucir cuando ganan la votación y logran una curul en el congreso; es ahí donde muestran total obediencia al gobernador y no al pueblo que con sus votos lo hizo ganar.
Hermosillo está dividido en cinco distritos locales; cada distrito tiene en promedio 100 mil personas en la lista nominal y todas las regiones distritales de la capital sonorense se caracterizan por la pobreza, la falta de infraestructura, calles en mal estado, algunas sin pavimentar, falta de drenaje, agua potable, vivienda, transporte y otras más.
Así, en medio de estas carencias, los candidatos salen a las calles sin el menor grado de vergüenza, a solicitar el voto de los ciudadanos, prometiéndoles que ahora sí les van a cumplir todas las peticiones que los vecinos hagan para sus colonias.
Pero el verdadero rostro sale a relucir cuando ganan la votación y logran una curul en el congreso; es ahí donde muestran total obediencia al gobernador y no al pueblo que con sus votos lo hizo ganar.
Uno de los trabajos que tiene un diputado es legislar, lo que se traduce en hacer o establecer leyes para un mejor funcionamiento de la sociedad; el otro, es decretar contribuciones para cubrir los gastos de la entidad o de los municipios; también, aprobar el presupuesto anual de la entidad y, por último, fiscalizar el gasto público estatal.
En el Congreso del estado de Sonora, nunca he escuchado posturas del algún diputado que haga un llamado serio y contundente a las asignaciones que se hacen año con año del presupuesto de egresos; siempre he visto cómo se aprueba lo que manda el gobernador en turno y resulta que las propuestas del jefe del ejecutivo son, en su gran mayoría, inversiones pensadas para colonias donde no viven las familias más humildes y es justo en ese momento donde debería intervenir cada diputado, para etiquetar obras de infraestructura en los distritos que representan, por ejemplo: en el distrito 11 de la costa, en Miguel Alemán, que es ya un lugar muy poblado, no se tiene un hospital que pueda atender a los habitantes, no se tiene una unidad deportiva donde los jóvenes puedan desarrollar el deporte.
¿Y acaso la actual representante de ese distrito no fue capaz en los casi tres años que lleva de luchar en el congreso para que se asignaran recursos para esas obras? Pues no, no fue capaz de hacer eso y la prueba ahí está; se la llevó aprobando a ciegas lo que el gobernador le indicó, y así, los diputados no sirven al pueblo, solo le sirven al gobernador para aprobar todo el paquete presupuestal anual.
El Congreso debería estar representado por verdaderos líderes del pueblo, líderes que trabajen no solamente cuando haya campañas electorales, no solamente cuando estén en el poder, sino que trabajen día con día sin importar que tengan o no el poder.
La ciudadanía debe analizar bien el comportamiento de cada candidato: qué ha hecho, qué está haciendo y qué va a hacer en los próximos años, y si ganó y quiere volver a ser diputado, con más razón debe estar en la lupa de los ciudadanos.
Si el pueblo no toma una actitud crítica, analítica y exigente, cada bueno para nada pedirá el voto para vivir del erario público; ya basta de jugar a hacer política y de simular representación en el congreso.
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