“Todo avance social verdadero y toda revolución social verdadera, solo puede lograrse con la participación organizada y consciente de los desposeídos, cualquier otro camino está condenado al fracaso, no pasará de ser una quijotada (Carlos Marx)”, cita el ingeniero Aquiles Córdova Morán, en un mensaje dirigido a los mexicanos más pobres a fines de enero de los corrientes.
Después de escucharlo, soy de los convencidos de que no ha perdido vigencia. Dice en otra parte de su discurso: “la directora ejecutiva de Oxfam México, Alexandra Hass [dijo] refiriéndose a nuestro país: la pandemia ha revelado la urgente necesidad de cambiar la forma en la que vivimos. Solo la cooperación y la colaboración nos podrían rescatar de sus efectos. Si se utilizara la riqueza acumula durante la pandemia de las 12 personas más ricas de México, se podría cubrir dos veces el gasto programado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 2021 en sus servicios de salud y alcanzaría para comprar las dosis suficientes para vacunar a toda la población”.
“Es verdad, la riqueza está muy mal distribuida, unos tienen mucho y otros no tenemos ni para curarnos”, afirma Rebeca Hernández Alamea, sencilla ama de casa de Juan José Ríos, Guasave. “Mis hijos se enfermaron y están en tratamiento y uno tiene que ver cómo le hace, pero de algún lado tiene que sacar”, dice angustiada.
“Desde el inicio de la pandemia la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo ha aumentado en medio billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la covid-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de la pandemia”, indicó Córdova Morán.
Acompañada de su esposo (quien se dedica a la venta de hot dogs) y sus hijos –una señorita de 17 años y un niño de 8, ambos de ojos muy vivos y despiertos-, Rebeca continúa: “por eso, yo traigo a mis hijos, para que ellos vean la realidad de las cosas, porque yo no les voy a ocultar la realidad; ellos tienen que saberla, desde ahorita, para que vayan aprendiendo y se pongan a luchar para que ellos vivan mejor”, afirma.
“La pandemia también ha desatado la peor crisis laboral en más de 90 años y muchas personas se encuentran subempleadas o sin trabajo, es decir, que el descontrolado incremento que está registrando la desigualdad en el mundo ha alcanzado niveles desconocidos hasta hoy obedece, por un lado, a que se ha acrecentado la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos magnates y por el otro al crecimiento del desempleo que también está registrando niveles no vistos en épocas recientes”, informa el discurso en otra parte.
Al tomar la palabra, Jesús Valdez Gómez, dijo: “completamente de acuerdo. Es bien cierto lo que dice ahí. Yo por eso invité a un compañero, para que sepa por lo que luchamos los antorchistas”. Y aprovechó para presentar a Antonio Valdés Zazueta. Ambos músicos, las “tocadas” las realizan los fines de semana, el resto de los días trabajan “en lo que caiga” y, si no, “pues hay que ‘estirar’ el dinero”. Antonio opina: “pues yo veo muy bien todo lo que dicen aquí; todo es muy cierto. Hay que ponernos a luchar para que haya trabajo asegurado, y para que los ricos nos paguen más”.
Cuánta razón tiene el maestro Aquiles, como cariñosa y respetuosamente le decimos al secretario general de los antorchistas, cuando dice que al pueblo hay que hablarle con la verdad, educarlo y ellos responderán a su tarea de liberación histórica: “Para lograr una distribución más sensata y justa de la riqueza social resulta indispensable –como dice Marx– lanzarse a la dura, difícil e ingrata tarea de concientizar y organizar a las víctimas de la pobreza y la desigualdad. Sólo eso, sólo la poderosa fuerza que nace de la unión de las miles y miles de voluntades, inteligencias y energías populares dispersas por toda la superficie del país puede hacer el milagro de convencer a los poderosos para que renuncien a una parte de su riqueza y privilegios en favor de los olvidados”. En el camino estamos.
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