Los Antorchistas de Campeche recibimos con mucho cariño, a Jenny Acosta Vázquez, Maestra en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES), quien viajó desde la Ciudad de México en una gira por los estados del Sureste, y escuchamos la conferencia sobre el feminismo en México, en el marco del llamado 8M, es decir el día internacional de la mujer que se celebra el 8 de marzo.
En esta importante conferencia, la Maestra Jenny precisó a los que la escuchamos, en primer lugar, el origen histórico-social de la discriminación de la mujer, y nos hizo claridad importantísima de que la posición secundaria que le dan a la mujer en la sociedad actual, no es el resultado inevitable y fatal, hasta sagrado, de una ley divina, o la orden de un ser superior, ni es una cuestión biológica, de manera que la mayor fuerza física del género masculino sea también un indicador del papel dominante que estos deben ocupar en la sociedad y el subordinado o inferior de las mujeres por ser más débiles. La Maestra nos explicó, en primer lugar, que esto no es así, y nos dijo con precisión el origen social de este fenómeno.
El impacto demoledor de tal explicación, es que esto quiere decir que la inferioridad del papel de la mujer en la sociedad no es una situación inevitable, a la que se deben someter y resignar dócilmente las mujeres, pues no es ninguna cruz que nos tocó cargar ni es tampoco una ley natural, pues los humanos ya no somos solamente animales y a las leyes naturales las complementan las sociales. El papel subordinado de la mujer fue, en realidad, el resultado inevitable de la transformación de la sociedad colectiva antigua en una sociedad dividida en clases, en la que las clases poderosas económicamente hablando, se fueron haciendo cada vez más ricas y las pobres más pobres, que esas clases dominantes someten por todos los medios, incluida la fuerza, a las clases explotadas. Este dominio de los económicamente poderosos, se reflejó a su vez, en el rol que jugaron las mujeres en el aparato productivo y en toda la organización social, incluida la familia, la moral, la religión y todas las manifestaciones del espíritu que fueron prácticamente prohibidas y negadas a las mujeres de manera que, en los inicios de esta desigualdad, las mujeres no eran ni siquiera humanas.
Es muy importante que todos mis compañeros Antorchistas atiendan y entiendan estas explicaciones, porque eso nos pude y debe ayudar a comprender qué es lo que realmente debemos hacer los Antorchistas, mujeres y hombres, en relación al movimiento feminista y a la lucha de las mujeres de hoy que se sienten dominadas, segregadas, sometidas y explotadas, y luchan por transformar eso, por la igualdad social, real entre hombres y mujeres, y para comprender qué podemos y debemos hacer los Antorchistas, cuál es el camino correcto en esta justa lucha.
Esta explicación tiene su origen en los grandes humanistas, mujeres y hombres, quienes se dieron a la tarea de explicar los fenómenos sociales de manera científica y lograron así dotar a los dominados, es decir a esas clases explotadas, a los pobres y, se entiende que de manera especial, entre esos sometidos, a las mismas mujeres como grupo segregado y subyugado, los instrumentos para comprender la sociedad y para transformarla, es decir los medios para luchar con posibilidades de éxito en contra de esa dominación; las armas para liberarse de ese sometimiento. En esta conferencia, la maestra Jenny Acosta nos demuestra cuál debería ser el camino a emprender por las mujeres en su lucha feminista.
El dominio de los hombres sobre las mujeres no es una cuestión sexual, no la es de fuerza física, ni es religiosa o de carácter natural, sino que es una cuestión social y, más bien económica, pues es en la transformación de la sociedad de una en la que todos éramos iguales a una dividida en clases, que tiene a su vez como motor y origen las transformaciones en el modo de producir los bienes de consumo, en donde radica la verdadera causa de ese sometimiento y, por ello, el único modo de lograr superarlo, el único modo de emanciparse de ese dominio y alcanzar la verdadera igualdad, es transformando todo el sistema social y, sobre todo, el sistema en el que está organizada la sociedad para producir y distribuir esos mismos bienes de consumo, para lograr así transformar también todo el sistema social, religioso, cultural, político y familiar, y lograr la plena igualdad entre todos, sin importar ni la edad, ni el color de piel, ni el sexo masculino o femenino.
La forma efectiva de luchar por los derechos de las mujeres y por una verdadera igualdad es luchar por la transformación radical del sistema y su sustitución por uno superior, en el que, lo que importe no sea la ganancia del poderoso, sino la humanidad misma y los humanos, sean niños, adultos, mujeres, hombres; cada cual aportaría a la sociedad según su capacidad y cada cual recibiría los satisfactores según su necesidad. En esa nueva sociedad se eliminarían los fundamentos de la segregación de la mujer y de todas las segregaciones, de todas las injusticias, que comenzarían así a desaparecer para siempre, y comenzaría el desarrollo universal de la humanidad.
Esto no solo es posible, sino urgente y los Antorchistas creemos que cada día estamos más cerca y más necesitados de emprender ese camino, y ese es el derrotero que marca nuestra lucha, nuestro programa, la razón de existir del Movimiento Antorchista, sabemos que la ciencia está de nuestro lado, y que si logramos nuestro programa de lucha, vamos a lograr la liberación de todos los sometidos y explotados, entre ellos las mujeres, de manera que, según esto, el más consecuente y efectivo, el mejor movimiento feminista en México, es el Movimiento Antorchista.
Mujeres y hombres de México, el camino del progreso y la justicia es el que les propone y por el que transitan las mujeres y hombres organizados en Antorcha Campesina y los invitamos a que se nos unan.
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