MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El trabajo cultural antorchista y su visión de masificar el arte

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El arte es, en cada una de sus manifestaciones, la expresión más profunda, el reflejo más fiel de la realidad de los pueblos, de su esencia, de su desarrollo. De acuerdo con esto, cabe preguntar: ¿actualmente el pueblo practica alguna actividad artística o tiene acceso a ella para un disfrute espiritual? Si partimos de la idea de que el arte es la imagen viva de la realidad de los pueblos, es lógico llegar a la conclusión de que el pueblo en su conjunto tenga acceso al arte, a su práctica y, desde luego, a su apreciación y disfrute. Sin embargo, en la sociedad actual, la respuesta a la pregunta hecha líneas arriba, además de obvia, es triste, pues hoy en día es “normal” ver al arte como una actividad propia de la clase acomodada, de aquel sector de la sociedad que tiene a la mano los recursos materiales y económicos, además del tiempo, que facilitan la práctica y el goce de la actividad artística. Esta idea permea tanto, que la práctica del arte en los sectores menos favorecidos se ve como algo lejano, como una posibilidad remota, pasando también por los calificativos de ocioso e improductivo, limitando, así, la capacidad creadora, expresiva y productiva del ser humano, pues son estas las características que alcanzan un grado importante de desarrollo al tiempo que se baila, canta, pinta, declama, actúa…

Este fenómeno, este desligue de los sectores menos favorecidos con el arte, no es casual y mucho menos por decisión propia del individuo, sino que tiene su explicación y origen en el modo en que la sociedad se organiza para producir los bienes y servicios que necesita para sobrevivir, es decir, en el modo de producción. Hoy es el capitalismo el modo de producción imperante en el mundo, que persigue como objetivo lograr y obtener la máxima ganancia a costa de la explotación de los trabajadores, fijando así condiciones laborales cada vez más férreas, más crudas y que día a día obligan al trabajador a regresar a la fábrica, condenándolo  así a una vida monótona, mecanizada y por demás desgastante en jornadas prolongadas que lo dejan sin espacios, ni dinero, que le permitan tener un acercamiento a la práctica y apreciación del arte en general; y cuando algún resquicio de tiempo tiene, no tiene al alcance más que a la “cultura” que promueve el sistema, la cultura de moda que solo lo corrompe y enajena.

Los antorchistas nos alegramos y entusiasmamos porque, después de atravesar una terrible crisis sanitaria y de saltar otros obstáculos, cientos de artistas del teatro de nueva cuenta pisarán los escenarios en esa ciudad.

Es por eso que, desde su nacimiento, hace ya cinco décadas, el Movimiento Antorchista, consciente de esta situación y sabedor de que esta tiene que cambiar en pro y en aras del progreso y desarrollo social, promueve y difunde el arte entre los sectores populares, entre los campesinos, obreros, colonos, amas de casa, estudiantes, maestros, formando grupos culturales de danza, música, pintura, poesía, teatro, con el objetivo claro y preciso de masificar el arte, de desarrollar la actividad cultural entre los mexicanos, transformando al ser humano en uno capaz de convivir con sus semejantes, haciéndolo más sensible, capaz de condolerse del dolor ajeno, además de forjar en él un pensamiento crítico ante los problemas sociales y educándolo para tomar las acciones encaminadas al cambio social...

El más reciente ejemplo de esta tarea de masificar el arte nos la ofrece el XXIII Encuentro Nacional de Teatro que, desde hace más de dos décadas, organiza el Movimiento Antorchista Nacional, y que, en este año, regresa al Teatro de la Paz de San Luis Potosí, lugar que se ha vuelto emblemático entre los antorchistas que practican esta bella arte o que, al menos, lo aprecian como público. Los antorchistas nos alegramos y entusiasmamos porque, después de atravesar una terrible crisis sanitaria y de saltar otros obstáculos, cientos de artistas del teatro de nueva cuenta pisarán los escenarios en esa ciudad.

Miles de personas podrán ver, algunos por primera vez en su vida, puestas en escena de gran calidad que cientos de artistas representarán. Obras como “Ifigenia en Táuride”, adaptación del poeta y dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe de la obra de Eurípides; “Fedra”, del dramaturgo francés Jean Racine; “La Gaviota”, del escritor ruso Antón Chéjov; “Mariana Pineda”, del gran escritor español Federico García Lorca; “Los invasores”, del dramaturgo chileno Egon Wolff; “Fuenteovejuna”, de Lope de Vega, entre otras puestas en escena, se presentarán los días 22, 23 y 24 de noviembre, de manera gratuita, y será una verdadera muestra de que el pueblo sabe actuar, de que en las entrañas de las masas hay talento y de que el arte es bien recibido por el pueblo trabajador.

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