Veo con tristeza, cómo en nuestro país se deja en último lugar el medio ambiente y el daño irreversible que se está ocasionado, específicamente en el sur del país, con la construcción del famoso Tren Maya que, en justos términos, no lo es porque el gobierno mexicano despojó de sus tierras a comunidades indígenas. Con el uso de la violencia y corrupción les impusieron el flamante megaproyecto estrella del sexenio de López Obrador.
#SelvameDelTren es una tendencia que se ha viralizado durante los últimos días, luego de que miles de mexicanos nos uniéramos, en solidaridad de colectivos, artistas, ambientalistas y comunidades indígenas que alzaron la voz en contra del ecocidio que está provocando la ejecución de obras para la ruta por donde pasará el tren de pasajeros y que traerá puesta de estaciones, núcleos de población, comercios y complejos turísticos a costa de la tala masiva de miles de árboles, la destrucción de cenotes, ríos subterráneos, manantiales y la amenaza al hábitat de unas 558 especies de fauna, entre las que destacan jaguares, tigrillos, ocelotes, tapires, monos aulladores, monos arañas, hocofaisanes, la salamandra yucateca, cocodrilos, manatíes, loros, guacamayos.
¿El Tren Maya beneficiará a la gente pobre del sureste? ¿Será un detonante para el desarrollo y protección de nuestros pueblos originarios indígenas? ¿Respetaron el triángulo de la sustentabilidad, naturaleza, sociedad y economía? No. Este tren ecocida destruye la selva, la biodiversidad, la historia cultural; en contraste, la riqueza que va a generar el proyecto solo va a beneficiar a unos cuantos: a las empresas privadas extranjeras y nacionales, a los amigos de la 4T.
Activistas y habitantes de las comunidades afectadas han denunciado que nunca existieron las empresas sociales que les prometieron que se conformarían y que con engaños fueron obligados a vender sus tierras por unos cuantos pesos a los empresarios.
La Cuarta Transformación prometió que sería diferente a los gobiernos del pasado; sin embargo, empresas de algunos potentados como Germán Larrea, dueño de Grupo México, será uno de los beneficiados con esta obra; también destaca Daniel Chávez, el empresario hotelero consentido de López Obrador, dueño de Vidanta y que cuenta por lo menos con cinco resorts lujosos cercanos a la ruta del tren.
La gente pobre tiene que seguir alzando la voz, no puede seguir permitiendo injusticias que atentan contra la destrucción de los ecosistemas. Tenemos que organizarnos y luchar para que el pueblo verdaderamente gobierne este país y frene este tipo de proyectos que en casi nada benefician a los pobres y solo dañan al medio ambiente de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Por otro lado, quiero denunciar el ecocidio que ocurre en el municipio de Chimalhuacán tras cinco meses del gobierno de Xóchitl Flores Jiménez. Me atrevo a decir que son cientos de árboles, plantíos y arbustos que se secaron por la negligencia del actual Gobierno municipal; es evidente la falta de riego y mantenimiento en los camellones de la avenida del Peñón y otras vialidades, dejaron a su suerte a la flora del municipio. Las Jacarandas, Ficus, Buganvilias, Cedros, Magnolias, Durantas, Malvones, Pinos, Eucaliptos, Agaves, Palmeras y otras más que se han caído, se han secado, y si algunas han sobrevivido es gracias a las lluvias.
Ya sé que a la 4T no le importa el medio ambiente, vemos las calles llenas de basura; este es un pequeño ejemplo de que su único interés es enriquecerse a costa del erario. El pueblo de Chimalhuacán tiene que reflexionar si no quiere que esto siga ocurriendo, hay que organizamos para denunciar y hacer algo.
Creo conocer la sensatez de los chimalhuacanos de buena fe y sé que sabremos alzar la voz cada vez que sea justo, como lo es en esta ocasión, a través de este modesto artículo de opinión o en las calles si fuese necesario. Al tiempo.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario