MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El virus de la desigualdad

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En el momento de este escrito, según los datos proporcionados por la Secretaría de Salud federal, en el país existen 475 casos confirmados, 1 656 sospechosos y 6 defunciones por el Covid-19. De estos, el 64 por ciento se ha dado en hombres y 36 por ciento en mujeres; de los cuales solo el 10 por ciento han sido hospitalizados, los demás, se han atendido ambulatoriamente, y va en aumento.

En Tlaxcala, ya se ha presentado un caso positivo y 33 sospechosos. Esta situación, además de lo que se dice a nivel mundial retando las capacidades económicas y sociales de los diversos países que han sido afectados, en México no se han hecho esperar las discusiones que dicha pandemia ha generado, desde aquellos que han responsabilizado al Estado por la poca seriedad ante el evidente problema, confiando la seguridad de la salud de los mexicanos en amuletos religiosos o escudos morales, hasta quienes lo consideran como un hecho realmente crítico y que se deben tomar como ejemplo las prevenciones y acciones que otros países han aplicado para hacer frente a la enfermedad, como es el caso de China. Se ha discutido si el sistema de salud mexicano está en condiciones o no para atender todos los casos que hasta ahora se han presentado, y sobre las acciones o medidas que la ciudadanía debiese tomar para evitar la propagación; entre las medidas están: lavarse las manos, mantenerse en casa, evitar el contacto con otras personas ("sana distancia" –que, por cierto, en nuestro país orgullosamente hemos creado un personaje para aliviar la tragedia "Susana distancia"-), entre otros. Pero, ¿todos estamos en condiciones para hacer frente a este problema tomando en consideración estas medidas? Antes de responder a este cuestionamiento, es necesario regresar la mirada en la desigualdad que vive la mayoría de las personas en el mundo, en nuestro país y, particularmente, en el estado de Tlaxcala.

De acuerdo a la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en el mundo hay dos mil millones de trabajadores informales (considerados así no sólo a los comercios ambulantes que están a la vista de todos, están también los empleos agrícolas, pintores, albañiles, estilistas, carpinteros, modistas, electricistas, pequeños comerciantes, profesionistas, choferes, entre otros), lo que representa más del 60% de la Población Económicamente Activa (PEA). En América Latina hay 130 millones de trabajadores informales y México ocupa el primer lugar. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revela que 57 de cada 100 trabajadores de nuestro país no tienen un empleo formal ni cotiza en los sistemas de pensiones y de seguro médico. México cuenta con 126, 371, 358 millones de ciudadanos, de los cuales el 60 por ciento es PEA, es decir, más de 57 millones de personas, lo anterior de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente al cuarto trimestre de 2019, elaborado por el Inegi. De dicha PEA, más de 31 millones de mexicanos son parte del sector informal, lo que representa el 56 %, es decir, más de la mitad de dicha población. Entre los cinco primeros lugares donde más se presentan este fenómeno son Tlaxcala, Acapulco, Oaxaca, Cuernavaca y Pachuca.

Particularmente en Tlaxcala se ha presumido de haber incrementado el número de empleos. Recientemente se anunció los diferentes programas de capacitación promovidos por el titular del Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Tlaxcala (Icatlax) y Coordinador del Sistema Estatal de promoción del empleo y desarrollo Comunitario (Sepuede), para el empleo y autoempleo en favor de mujeres y hombres en situación vulnerable, esto en atención a las medidas del Covid-19. Y cuando se plantea esto, los funcionarios ¿están tomando en cuenta la situación de "trabajo" en la que se encuentra la mayoría de las personas? La realidad misma les dará contestación. Por otro lado, persiste el virus de la desigualdad económica. El sistema de salud en Tlaxcala no es diferente a la que presenta a nivel nacional, no se cuenta con presupuesto e infraestructura de sanidad, mucho menos para atender a los pueblos marginados. ¿Y no será esto acaso una razón por el que no se había detectado un caso positivo por el Covid-19, hasta el día de ayer, y se declare sólo como contagio de influenza? El tiempo lo dirá, y le dará la razón a los que dicen que el gobierno del estado ha dado una respuesta ejemplar a esta pandemia.

Regresando, pues, a la pregunta inicial, las recomendaciones sanitarias que se han hecho desde el privilegio de las autoridades y otros sectores de la sociedad, no todos estamos en condiciones de atenderlas, pues, en las calles de México, la realidad es otra. Resguardarse es un lujo que sólo algunos pueden darse, y de la que no dejan de hablar los presentadores de televisión, de la radio, diversos personajes públicos y algunos famosos desde sus redes sociales, quienes además no paran de dar consejos para no aburrirse en casa, aprovechando cada minuto ya sea leyendo, viendo series o películas y todo tipo de actividades de ocio, como si todos tuvieran garantizada su alimentación y el pago de servicios y de todo lo que exige tomar esa medida. Para estar en casa, se debe contar con un trabajo que garantice un ingreso sin la necesidad de salir, sin poner en riesgo tu patrimonio, pero la precarización laboral se impone, y he aquí la presencia del trabajo informal, quienes no cuentan con prestaciones laborales que les permita quedarse en casa. Por lo que no puede haber compra de pánico si no hay dinero, si no hay empleo que lo garantice.

Para lavarse las manos, se necesita agua. De acuerdo con cifras del Inegi, una tercera parte de la población del país no cuenta con suministro de agua, es decir, más de 44 millones de personas no tienen la posibilidad de lavarse las manos frecuentemente. En Tlaxcala hay colonias y comunidades donde no cuentan con el vital líquido (más del 35% de los hogares), y difícilmente puede atender esta recomendación. Para evitar el contacto con otras personas, manteniendo la sana distancia, se requiere no vivir en hacinamiento, sin embargo, no se considera lo difícil que es mantener distancia cuando se vive en condiciones de hacinamiento, como los 9.8 millones de personas que no cuentan con vivienda digna en el país (Coneval). Y si hay duda en esto, las autoridades mismas pueden atestiguarlo si visitan las diferentes colonias y comunidades, donde la desigualdad se siente hasta en el aire que respiran al entrar. Esta recomendación es también para al gobernador de Tlaxcala, con el fin de atender el virus de la desigualdad.

La desigualdad que enfrenta una gran parte de la población mexicana simplemente les impedirá seguir las mediadas de las autoridades sanitarias y de las diferentes autoridades de gobierno, y eso será, indiscutiblemente, un factor en el impacto de la pandemia en nuestro país, haciendo culpables del contagio a las personas que dependen del trabajo del día a día. La crisis de la desigualdad en nuestro país representa un grave problema en la salud pública, no hay estados de bienestar (aunque se combata la propagación de la pandemia) que garanticen ingresos mínimos a toda la población. El virus del Covid-19 no distingue clases sociales, aunque es curioso que la mayoría de los casos solo se ha dado en personas que viven en ciudades y que son de familias con mejores condiciones económicas, quienes han fallecido por el virus, entonces, ¿Qué les espera a las familias que viven en comunidades y colonias que no cuentan con las mismas condiciones?

Esta situación amenaza la vida de miles de millones de personas, es también un golpe a la economía mundial, y con ello se tambalea la economía de nuestro país, el crecimiento económico se contrae, lo que lo vuelve más alarmante. Ante esta evidente desigualdad económica, el gobierno mexicano debe empezar a hablar de mecanismos no moralistas ni religiosas, sino medidas económicas que realmente combata esta vulnerabilidad en la que se encuentra la mayoría de los mexicanos, tomando como ejemplo las acciones de otros países como China, Corea del Sur, Japón, Singapur, Hon Kong, entre otros: recortes fiscales, préstamos a empresas para que no despidan a sus trabajadores, mejoras en infraestructura, incremento en el presupuesto sanitarios, etc.

El gobierno mexicano debe considerar un cambio en la política de recaudación fiscal que fortalezca los ingresos del Estado de manera justa, es decir, donde las personas y empresas con mayores ingresos paguen lo que realmente les corresponde y esa carga no recaiga en la población ya sumergida en la pobreza y que necesita respuestas eficaces ante toda crisis como la que estamos viviendo ahora, garantizándole empleo y buen salario. Los diferentes apoyos sociales, bajo la política de transferencia monetaria directa promovida por el gobierno federal, han dejado mucho que desear.

Y al pueblo mexicano, a los tlaxcaltecas, sobre todo la clase obrera, campesinos, trabajadores del sector informal, estudiantes, no queda más que la organización y la lucha, es a lo único que tenemos derecho, defendernos por necesidad misma de la vida, para hacer frente, sobre todo, al virus de la desigualdad económica, y con ello, automáticamente, hacer frente a todo tipo de pandemia que se nos presente como es el caso del coronavirus.

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