La Cuarta Transformación de Morena y sus aliados sigue su curso, con la Presidencia de la república en sus manos nuevamente; con el control de 23 gobiernos estatales y la Ciudad de México; con 364 diputados federales y 85 senadores que ahora les permiten ser mayoría calificada y aprobar reformas constitucionales a su antojo en el Congreso; con 27 congresos locales a su disposición y dentro de poco con ministros, magistrados y jueces del poder judicial también a sus órdenes; además, con todo el presupuesto del país que tan solo este 2024 significó la cantidad de 9 billones 066 mil 045.8 millones de pesos.
El carro completo para la Cuarta Transformación, resultado de las pasadas elecciones en que los partidos de “oposición” quedaron reducidos al mínimo y la 4T robustecida por su amplia ventaja en las urnas. Sin embargo, es sabido que los millones de votos que hicieron realidad el plan C de la 4T no se deben al respaldo popular producto de la concientización, sino al miedo infundido en la gente a perder sus ayudas monetarias en caso de no votar por los candidatos morenistas.
La Cuarta Transformación está al servicio de los multimillonarios, mientras deja en el abandono a los más pobres.
Sobre todo, se debieron a la descarada compra del voto a precios tentadores que lograron convencer a más de la mitad de los votantes.
Y no sólo eso: también es de conocimiento público la intromisión de los grupos del crimen organizado en las elecciones de varios estados donde tienen una notable presencia, tal como lo advirtió el periodista José Reveles, al señalar que estos grupos financiaron campañas electorales y que incluso salieron durante los comicios a generar destrozos y caos o amenazar a los ciudadanos para coaccionar su voto. Así pues, consumada la tragedia del 2 de junio, a disfrutar lo votado.
Esta excesiva concentración del poder que ostentan Morena y que tiene aterrorizados a los políticos tradicionales y a sus voceros, en nada preocupa a los señores del capital privado, para ellos sus inversiones y las utilidades están garantizadas con la 4T.
Para muestra un botón: en el sexenio de López Obrador fueron los oligarcas quienes se enriquecieron brutalmente, tal es el caso de Carlos Slim, propietario de empresas como Sanborns, Grupo Carso, Grupo Financiero Inbursa, Telmex, etcétera, que incrementó su fortuna de 52 mil 900 millones de dólares a 94 mil 200 millones de dólares, el cual si decidiera gastarse su fortuna se tardaría 220 años
El otro caso es Germán Larrea, propietario Grupo México, la empresa minera más grande del país, que incrementó su patrimonio de 3 mil 600 millones de dólares a 37 mil 800 millones en tan solo seis años.
Por ello, aunque los porristas del régimen morenista digan lo contrario, a la realidad no se le puede engañar con una tarjeta del bienestar, la Cuarta Transformación está al servicio de los multimillonarios mientras deja en el abandono a los más pobres.
Los datos a este respecto son públicos. El último informe del Coneval impregnado de argucias y artimañas para maquillar los datos, dice que en 2022 había 46.8 millones de mexicanos en situación de pobreza, sin embargo, otros investigadores como Julio Boltvinik, afirma que son más de 96 millones en situación de pobreza, pero aunque fueran ciertos los datos del gobierno, el número de pobres es ya catastrófico y vergonzoso para quienes se desgañotan públicamente diciendo que por el bien de México “primero los pobres”.
Estos números demuestran que los programas asistencialistas y filantrópicos del gobierno, como las transferencias monetarias directas, no resuelven la pobreza sino que incluso la agudizan.
La única alternativa para hacerle frente a la pobreza es la que desde hace rato el Movimiento Antorchista Nacional viene diciendo: empleo digno y remunerador a todo aquel que esté en edad de trabajar.
Pero en este sentido, a la 4T tampoco se le nota preocupada por los niveles alarmantes de desempleo y subocupación. La Población Económicamente Activa (PEA) ronda actualmente en los 62.1 millones de personas, de los cuales solo 22.3 millones de personas tienen trabajo formal mientras que 32.6 millones viven en el empleo informal, revendiendo lo que pueden en los tianguis, en los semáforos, en las callejuelas, sin ninguna seguridad social y a la buena de Dios.
La pobreza y el desempleo son tierra fértil para el reclutamiento de adultos, jóvenes y niños por parte del crimen organizado. Una investigación publicada por la revista Science afirma que el narco es el quinto empleador de México, más que empresas como Oxxo o Pemex, ya que tiene entre 160 mil y 185 mil personas en sus filas, por su parte, la asociación civil Reinserta dio a conocer que más de 30 mil niños y adolescentes habrían sido reclutados por estos grupos criminales, la mayoría de los cuales terminan brutalmente asesinados o desaparecidos.
Esta es la cruel realidad que los gobiernos de la 4T no quieren ver ni atender, creen que con seguir culpando a sexenios pasados los problemas sociales se van a resolver, pero lo único que han logrado es mostrarse como lo que son, unos farsantes y embusteros, arribistas y oportunistas con excesiva hambre de poder, que a pesar de tener casi todo el control del país en sus manos, no han podido hacerle frente a uno solo de los problemas arriba mencionados, peor aún, los han empeorado a niveles nunca antes vistos y que se han convertido en una bomba de tiempo que estallará en algún momento.
Por ello, es momento de que los mexicanos, quienes con su trabajo diario sostienen a este país, se dispongan a organizarse y convertirse en una fuerza social, educada y concientizada, aglutinada en un partido de nuevo tipo que dé la lucha por la conquista del poder político democráticamente y desde ahí, implementar un nuevo modelo económico, volcado a reducir la brecha de desigualdad y a implementar medidas de fondo que resuelvan las causas y consecuencias de la pobreza. Estamos aún a tiempo.
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