MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Espartaqueada, deleite cultural que cambia vidas

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El hombre piensa, existe. Desde tiempos inmemoriales camina por la vida dejando huella. En la actualidad unos transcurren en populosas ciudades, otros en lo alto de las montañas;  ambos esculpen dos escenarios. En el primero, los hombres bajan de los lomeríos a la ciudad a ganarse la vida. Para los que viven en los arrabales en las casas dormitorio, sobrevivir se vuelve esencial, por lo que bajan muy de mañana a trabajar por un mísero salario. 

El hombre del campo igual sale de la choza apenas cuando las estrellas se perciben un poco y los primeros rayos de sol asoman tras las montañas. Los días parecen monótonos y grises cuando caminan absortos en la nada,  unos apenas se dan cuenta del tráfico, y de miles de sus iguales  que van al lado. Los otros en los sinuosos caminos tampoco se dan tiempo de contemplar a la naturaleza que se le ofrece en todo su esplendor. Van cabizbajos, muy de vez en cuando en sus pensamientos llega la  juerga del fin de semana o el placer carnal en el que encuentra alivio. Cada cual se va encadenado al sistema productivo en que trabajan, movidos al ritmo de las máquinas, de la milpa o del café. Rara vez detienen su labor para mirar alrededor, el trabajo es extenuante, y no da tregua. Terminada la jornada es hora de volver a casa, al menos ahí en la casucha que es su hogar se sienten un poco vivos. Sabiendo que mañana volverán a la rutina sin que se muestren cambios, y así los hijos y los hijos de sus hijos continuarán esta historia.

Pero de repente en su vida suceden cosas extraordinarias, y entonces detienen su paso, levantan la vista, aprecian el trinar de algún pajarillo, el rumor del río, el movimiento de hombres y tráfico, y la vida se les revela en constantes cambios y movimiento. Luego toman una tiza, marcan las piedras, gustan de los colores y pintan las cuevas, imitan los bellos sonidos, tararean una canción, y en la monótona y triste vida entra un pequeño rayo de luz,  su pensamiento se llena de cosas bellas, de aspiraciones, y de sueños en una vida mejor.

Esto también sucede con los habitantes de la Sierra Nororiental del estado de Puebla, cuyos municipios se encuentran en la miseria con alta y muy alta marginación, no hay trabajo y la zona es expulsora de mano de obra. Los habitantes, unos se quedan en la milpa o el cultivo del café, otros, los más jóvenes, se van a la ciudad o los Estados Unidos. En este ir y venir los más jóvenes con facilidad olvidan sus raíces y tradiciones. 

En días de fiestas los jóvenes vuelven presuntuosos con ideas nuevas, pero tales ideas no significan necesariamente más progreso sino la mayor de las veces, un atraso. Esa transculturización de los jóvenes, los induce fácilmente desde la secundaria a probar el alcohol o las droga porque en la difícil la vida que les tocó buscar la salida fácil es una tentación, por ello también  muchos caen en las garras del crimen organizado. Y es así como en zonas ricas de bellezas naturales donde habitaron pueblos legendarios, como las nahuas y totonacos, pueblos antiguos llenos de  tradiciones y cultura, los habitantes van perdiendo su identidad.

Pero, además, en un país sumido en la violencia, y con una pobreza imperante, las personas tienen pocas oportunidades de asimilar, practicar y sentirse orgullosos de su cultura. El Movimiento Antorchista es una tea poderosa en la vida de los pobres, y su flama ondea en torno a la cultura y el arte, año tras año lleva a cabo sus Espartaquedas, en esta ocasión la edición 21 de la Espartaqueada Cultural, es un evento único y gratuito donde hombres sencillos, artistas salidos de las entrañas del pueblo, participan con entusiasmo en esta competencia de hermanos.

Da gusto contemplar a niños y jóvenes que se preparan para presentarse en esta justa; amas de casa, obreros, campesinos, indígenas dejan por un momento la rutina y el quehacer, y todos buscan hacer de su arte lo mejor de lo mejor para quedar en algún lugar. Pero lo más importante es que acuden gustosos a exhibir su arte, poesía, pintura, canto, baile, en un festival que ni el Cervantino realizado en Guanajuato llega a estos niveles de éxtasis cultural. Todo un agasajo cultural, que por razones de la pandemia fue de forma virtual pero que implica un enorme esfuerzo para estos virtuosos, porque el arte se practica sin fines comerciales y es practicado con sus modestos recursos. 

Hablamos de la Espartaqueada Cultural, un evento impulsado por el Movimiento Antorchista con el que todos salimos ganando en la construcción de un país mejor, porque el arte es una herramienta poderosa que logra que el pueblo levante la cabeza y despierte, rompiendo con la cotidianidad de las cadenas que le han impedido volar.

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