MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Está pendiente la revolución del pueblo mexicano

image

En el 114 aniversario del inicio de la Revolución mexicana, conviene que los antorchistas de Campeche y de todo el país, y todos los mexicanos, conozcamos y nos grabemos la explicación que de tan importante proceso nos brinda nuestro fundador y dirigente el maestro Aquiles Córdova Morán, cuyos puntos principales son:

La Revolución mexicana se enmarca en un contexto internacional, que inevitablemente la determina, y que inició desde la época de la colonia: el debilitamiento del Imperio Español y el ascenso del capitalismo global que reclama un nuevo sistema colonial, y la vecindad del poderoso norte que reclama a “América para los americanos”, es decir para el imperio yanqui.

La Revolución del pueblo, por el pueblo y para el pueblo sigue pendiente, pero será posible solamente si la dirige el pueblo mismo, unido, organizado y educado.

A esto complementa la formación de una “anémica pero real burguesía nacional necesitada de técnicos especialistas, administradores y abogados capaces de defender sus intereses, etcétera, dando origen a una capa intelectual ligada a ella y formada por sus hijos educados en Europa y Estados Unidos.

La escasa agricultura moderna, los ferrocarriles, la minería y la industria (sobre todo la industria textil en Puebla y Orizaba) se desarrollaron sobre la base de una mano de obra semiesclava, como lo mostraron las huelgas obreras de Cananea y Río Blanco.

Se integró así una fuerza social que reclama, como reclama el mismo desarrollo económico, la superación de graves lastres resultado del dominio político de don Porfirio y sus científicos, y los capitales extranjeros protegidos por ellos.

La concentración de la tierra y la sobreexplotación de los campesinos que aumentaron con las leyes de desamortización de los bienes de la Iglesia se agudizó bajo el porfiriato, la colonización del campo con extranjeros, la actividad conexa de las compañías deslindadoras, la ignominiosa explotación de los peones “acasillados”, el despojo que esas compañías deslindadoras contra las tierras comunales de los pueblos, que se sumó al que ya hacían los hacendados, fueron las causas desencadenantes de la revolución.

En las grandes masas de semisiervos acasillados del campo y los esclavos modernos de las minas y las industrias residía “la única y verdadera fuerza social capaz de derribar al viejo régimen caduco, pero carecían de la capacidad organizativa y de la educación política necesarias para elaborar su propio proyecto de país, acorde con sus necesidades e intereses. 

Esta tarea le correspondió a la intelectualidad burguesa formada por los hijos y herederos educados en el extranjero, a los que se sumaron mexicanos progresistas que también querían un cambio y estaban dispuestos a luchar por él.

El levantamiento armado fue eminentemente popular, fue hecho por el pueblo, pero no fue del pueblo ni para el pueblo, sino que la burguesía usó a los pobres como carne de cañón para lograr sus intereses, encabezados primero por Francisco I. Madero y después por Venustiano Carranza, quien desde el principio forjó la nueva alianza revolucionaria con el pueblo sin comprometerse a reivindicar sus demandas, y se cuidó de posponer la Asamblea Constituyente hasta después de asesinar a Emiliano Zapata y Francisco Villa.

Pese a ello, y gracias a que los representantes del pueblo no murieron con esos caudillos, nuestra Constitución rescató muchas demandas populares y, por primera vez en el mundo, elevó a nivel constitucional las garantías sociales y rescató grandes conquistas de los pensadores del pueblo, como la división de poderes y el juicio de Amparo del campechano Manuel Crescencio García Rejón y Mariano Otero; prendas adoptadas por casi todos los estados modernos, y que hoy en nuestra querida nación son mancillados por los oportunistas empoderados.

“La Revolución mexicana, pues, igual que la inglesa del siglo XVII y la francesa de fines del XVIII, tuvo una base innegablemente popular sin cuya participación el triunfo hubiera sido sencillamente imposible, pero no por ello fue una revolución proletaria”, sentenció el maestro.

La Revolución del pueblo, por el pueblo y para el pueblo sigue pendiente, pero será posible solamente si la dirige el pueblo mismo, unido, organizado y educado. Y esto sólo es posible si ese pueblo está dirigido por un partido de nuevo tipo, como el que propuso y creó Lenin en la primera nación proletaria del mundo: un partido realmente del pueblo, con los mejores hombres y mujeres, los más honestos, los más valientes y los más dispuestos a entregar su vida para forjar una nueva nación, más poderosa, más libre, más justa y bondadosa, libre de la desigualdad, la pobreza y todas las lacras que le acompañan.

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más

FOTOGALERÍAS