Ayer fueron asesinadas tres personas en las inmediaciones del Estadio Morelos, muestra, otra vez, de una serie de masacres y acribillamientos que se viven a lo largo y ancho del país durante los últimos años.
Una vecina, ante los hechos, decía que hoy cumplía precisamente tres meses de haber sido asesinado su esposo en la colonia Tierra y Libertad y que no encontraba atención en la fiscalía y sí, en cambio, amenazas de muerte de personas desconocidas; y que estaba convencida de que la única salida que tenía era huir de la ciudad; por algo esta colonia está clasificada como de las más violentas de Morelia, al igual que Ciudad Jardín, Leandro Valle, El Lago, entre otras.
El miércoles de la semana pasada, mataron a una diputada, a un alcalde y a su padre y a 19 personas más: otra masacre, van ya 18 presidentes municipales, 11 síndicos y 31 regidores asesinados en lo que va de este gobierno.
Veamos las siguientes cifras del Inegi: en el año 2019 fueron asesinadas en nuestro país, 36 mil 661; en 2020 36 mil773; en 2021 35 mil 625 y en lo que va del 2022 hasta el mes de agosto van ya 20 mil 722; y aunque el gobierno presume que han disminuido las cantidades, lo cierto es que ya suman 130 mil muertos resultado del fracaso de la política de seguridad de abrazos no balazos, 130 mil desgracias, 130 mil vidas apagadas violentamente, resultado de la descomposición social y de un modelo económico inviable como es el de la 4T.
Ahora los senadores aprobaron la ley propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que le da la tarea al Ejército Mexicano de patrullar las calles y hacerse cargo de la seguridad de los ciudadanos, cuando todos sabemos, que no es la preocupación de la paz del país, sino el rotundo fracaso de nuestras policías municipales y estatales que han sido rebasadas, sometidas y superadas por la criminalidad, como consecuencia de la incapacidad del gobierno federal de frenar la delincuencia organizada, que crece y se fortalece ante el crecimiento constante y a la par de la ignorancia, la insalubridad y la pobreza en la que vive el pueblo pobre de México, que cada vez suman más millones.
Francamente, ante tanta violencia y asesinatos por doquier, el ejército en las calles nos da cierta tranquilidad, se les ve patrullar por las colonias en caravana con las luces de sus vehículos apagadas, caminando en grupo por las banquetas en las oscuras noches, visitando la tiendita de la esquina, o haciendo retenes en el lugar menos esperado ocultándose en su uniforme camuflado y en la falta de alumbrado público de algunas calles; pero no debemos de olvidar que, un soldado en la calle junto a la ciudanía es un riesgo y un peligro, pues el soldado por su naturaleza está capacitado y enseñado a matar, pues un soldado que no sabe matar no puede ser buen soldado, su misión fundamental es proteger y defender la soberanía nacional y la patria y participar en el combate a muerte.
Allí están los soldados de Estados Unidos (EE. UU.), verdaderas máquinas asesinas de gente inocente, mujeres, niños por todo el mundo, saqueando y robando los recursos naturales e imponiendo mercados en los países más débiles. Allí están los soldados asesinos de Zelenski en Ucrania que durante años abusaron de los ciudadanos rusos del Donbass.
Otro riesgo que corremos los mexicanos con el ejército en las calles, es que sumado esto a la política del Gobierno mexicano de darle un poder excesivo a la élite del ejército, poniendo en sus manos dinero, obras y lugares estratégicos para el país, como el control de aduanas, refinerías, aeropuertos y trenes nos hace vulnerables ante una posible dictadura militar, hay especialistas en la materia que nos dicen que hacia allá vamos, por lo tanto no es bueno tanto poder al ejército, los soldados deben regresar lo más pronto posible a sus cuarteles y no se vayan a caer del pedestal en el que tenemos al honorable Ejercito Mexicano.
La militarización del país y el constante crecimiento de la violencia, son consecuencias de la pésima política de nuestro gobierno en todos los sentidos, su incapacidad para allá lo lleva, el gasto excesivo en sus obras de relumbrón, que han resultado todo un fracaso, y las millonadas destinadas a las “ayudas” que no es otra cosa que compra de votos y de voluntades, pues en cuatro años no hay una sola familia, ni un solo mexicano que con su beca haya salido de la pobreza. Mientras aspectos importantes se han dejado en el olvido: el fortalecimiento y desarrollo económico del país, la investigación, la innovación y la educación en general, la salud y el bienestar del pueblo.
Han sumido al país en una de las más profundas crisis económicas, un pueblo que se debate en una extrema pobreza, en la ignorancia y en la enfermedad, el pueblo mexicano no puede ser contemplador, debemos pasar de un pueblo pasivo a un pueblo activo, participar realmente en los problemas del país y dejar de creer en los cantos de sirena, tomar las riendas de la nación y poner el gobierno al servicio del pueblo y atienda sus necesidades e intereses para tener un México libre y justo.
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