Diversos medios de comunicación de Baja California Sur han estado reportando insistentemente, desde finales de agosto del presente, las difíciles condiciones en que funciona la escuela preparatoria Moctezuma Ilhuicamina en la colonia Gastélum, de Cabo San Lucas. Suponemos que los funcionarios municipales estarán enterados de lo que sucede en su municipio.
Consulte usted, a manera de ejemplo, la nota “Bajo el sol y sin baños: así toman clase alumnos de la prepa Moctezuma Ilhuicamina”, del 7 de noviembre pasado en el periódico Tribuna de México, de circulación estatal o la del 10 de septiembre del mismo medio (tribunademexico.com).
¿Acaso esto debemos entenderlo como cierto menosprecio en Los Cabos hacia las demandas de los más humildes y más olvidados, del pueblo organizado?
Desde entonces nadie puede decir que no sabía, a menos que se haga el desentendido a propósito. La escuela inició este ciclo escolar como todo mundo se enteró: sin aulas, sin mobiliario, sin pizarrones, sin electricidad, sin agua, sin baños ni drenaje, sin apoyo alguno a los maestros y sólo con su voluntad inquebrantable de brindar una alternativa a jovencitos que dejó de lado el sistema educativo que impera en este municipio.
No se puede tolerar que nuestra juventud se quede sin educación, por lo que la iniciativa de las organizaciones antorchistas decidió auxiliar a su comunidad. Nadie más se echó a cuestas este compromiso y lo menos que correspondía a las autoridades de los tres niveles era, a su vez, auxiliar esta iniciativa popular educativa facilitando todo lo necesario para su éxito.
La solidaridad gubernamental de todo tipo es una obligación ineludible, consideramos, si se considera lo justiciero de este proyecto preparatoriano. Pero en el caso de las autoridades municipales vemos que está ausente.
Luego de hacer comisiones de alumnos y maestros para plantear en las semanas pasadas la urgencia de que las nuevas autoridades municipales ayudaran a su juventud, estas prometieron realizar una audiencia el pasado 26 de noviembre en las canchas deportivas de la colonia Gastélum, adonde, se dijo, asistiría el edil Christian Agúndez y recibiría un pliego petitorio de nuestra escuela con las más que justificadas demandas, iniciando con baños, agua y electricidad, a lo que se dijo que de inmediato se procedería a ayudar con lo primero aunque fuera con baños portátiles.
Para coordinarse, pidieron a la escuela que se coordinara con la oficina de Atención Ciudadana. Dos veces se le visitó. Nada. Ir al baño para los estudiantes es un viacrucis. Hay una indolencia oficial pasmosa, difícil de creer que exista en estos tiempos de supuesta transformación.
De último momento se nos canceló la audiencia y tuvimos que hacer una comisión más hasta San José del Cabo el día 27 del presente, a donde acudieron una docena de jóvenes, su maestra Verónica Armenta y, encabezando la comisión, el dirigente antorchista, fundador y principal impulsor de este proyecto educativo, Ricardo Mendoza Madrigal.
El trato fue un desastre. La comisión enviada por nuestra escuela se hizo presente en las oficinas del edil Agúndez. Su secretario particular salió a atenderla y les dijo que en 20 minutos los recibiría el edil.
Pasado más de ese tiempo, y ante nuestra insistencia, les dijo, con argumentos incuestionables, que la agenda estaba muy llena, que los atendería el secretario del ayuntamiento; que en otros 20 minutos.
Pasado el doble de tiempo, la comisión insistió y un asistente del secretario, con más argumentos intachables, salió a decir que también tenía llena la agenda y los quiso canalizar de nuevo a la oficina de Atención Ciudadana, cosa que rechazó la comisión por considerarlo una desatención humillante y abandonó el edificio.
Se advirtió por nuestra parte que se había acudido a las oficinas municipales con la intención de ser atendidos sin tener que movilizarse toda la escuela, por lo que ante respuesta tan esquiva se acordó informar a la comunidad escolar, a los padres de familia y a la comunidad antorchista cabeña, que es la que da soporte y apoyo popular a su propio proyecto, para que decidieran todos de qué manera protestar por las desatenciones recibidas y la incertidumbre generada y se buscara el momento adecuado para hacerse presentes de nuevo o, esta vez, hacerlo en la propia ciudad de Cabo San Lucas. Y en esas estamos.
Nos preocupa que este tipo de respuestas sean la carta de presentación de la nueva administración edilicia. Son demasiado flojas, inciertas. Es una mala señal que no podemos dejar de tomar en cuenta y es justo preguntar: ¿Acaso esto debemos entenderlo como cierto menosprecio en Los Cabos hacia las demandas de los más humildes y más olvidados, del pueblo organizado?
Quisiéramos estar equivocados y pensar que son falta de coordinación de principiantes. Pero no nos hacemos ilusiones: sabemos que ya tienen camino recorrido en la administración pública y saben lo que implican sus desatenciones, por lo que nos creemos con el derecho ciudadano a reclamar atención seria, digna y comedida, como debe ser a toda la ciudadanía que presenta propuestas que mejoran el ambiente social tan indigno en que estamos ahogándonos.
A su vez, la respuesta del pueblo y de los estudiantes organizados ahora tiene que ser de dignidad. No se puede abandonar este proyecto sino reforzarlo, fortificarlo, darle más vida.
Por ello la lucha debe incrementarse, subir de nivel y, con propuestas firmes y serenas, siempre con la ley en la mano, todos tenemos que insistir civilmente, pero con la necedad del rebelde que lucha por causas justas, en que nuestros gobiernos respondan lealmente a su pueblo. No hay de otra. ¡Por una educación crítica, democrática, científica y popular!
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