MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hablar de trabajo, como lo hace la 4T es corrupción

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El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, dijo en un acto público celebrado recientemente en su natal Tabasco, que los sureños, en particular los tabasqueños “somos mucho más inteligentes… y por eso, trabajamos menos que ellos”. Un despropósito del tamaño del mundo, que no sólo produce división entre los mexicanos ya de por sí divididos, sino que crea, además, una falsa polémica, de esas a las que es tan afecto todo morenista, para echar humo a los ojos del pueblo, mientras intenta desbaratar instituciones como el INE y seguir haciendo reformas constitucionales a modo, trastocando y atentando contra el estado de derecho de que aún gozamos los mexicanos, para  imponer en un momento dado su voluntad, incluso en contra de los intereses de la nación, que es en quién verdaderamente debe residir la soberanía, como dice nuestra carta magna.

Un aspecto importante de semejante disparate, desde mi punto de vista, es la falsedad que subyace en el dicho del alto funcionario, que revela de manera evidente, cómo piensan los señores que rigen los destinos del país. Bien se trate de una escandalosa ignorancia, o de pura mala fe, que para el caso es lo mismo, dejan al descubierto que no sólo mienten, sino que lo hacen, además, con la clara intención de manipular al pueblo, de engañarlo; pues si el desconocimiento puede ser el origen de lo dicho, no lo es de la de la intención de decirlo, y menos en este caso, dado el contexto y el destinatario inmediato, un gobernante de la oposición a Morena y sus aliados, el cual pese a los errores, defectos y vicios de la democracia mexicana, tiene, cuando menos,  la misma legitimidad que los gobernantes federales, pues ambos son producto de esta misma democracia.

Pero el destinatario final de lo dicho es el pueblo trabajador, al cual, chéquelo usted, por un lado, se le acusa, juzga y sentencia en un acto de lo más arbitrario y, por el otro, es a quién se pretende engañar de una manera totalmente vil.

Lo dicho por el secretario lleva implícita la intención clasista de hacerle creer a la gente que quienes trabajamos, que somos la inmensa mayoría del pueblo mexicano, somos unos tontos y que por tontos tenemos asignado ese rol y pertenecemos a esa clase social, dado que los inteligentes no trabajan o trabajan menos; o sea que, para el funcionario, como dice la jocosa canción “el trabajar yo se lo dejo todo al buey, porque el trabajo lo hizo dios como castigo”.

Con esto no sólo ofende a los productores de la riqueza social, los cuales sostienen sobre sus espaldas toda la pirámide social, incluidos algunos parásitos que viven del trabajo ajeno, sino que, además, está claro que se opone a la visión científica sobre el trabajo. Se trata, bien vistas las cosas, no de un problema entre sureños y norteños, sino entre los trabajadores y los no trabajadores, o si se quiere, sobre la posición que se adopta frente a la relación entre trabajo manual y trabajo intelectual. Y por el cargo del personaje, se trata de la posición del gobierno cuatrotero sobre el particular.

El trabajo manual, históricamente, es el origen del trabajo intelectual, y éste tiene, en aquel,  no sólo su origen, sino también su base material, tan es así, que una obra fundamental de cultura general, escrita por el genio alemán Federico Engels, demuestra claramente que es precisamente el trabajo el que transformó al momo antropomorfo en hombre, con lenguaje, conciencia, imaginación  y todo; y está científicamente comprobado, además, que es el trabajo coagulado en los valores de uso, la sustancia del valor de las mercancías que son la célula del sistema actual en el que vivimos.

Así es que los trabajadores no trabajamos por tontos, por el contrario, somos los que generamos las condiciones materiales de existencia de la sociedad y del trabajo intelectual sin las cuales sería imposible que existiera. Los tontos, en todo caso, son los que no trabajan ni conocen el papel fundamental del trabajo. Vivan donde vivan.

Los morenistas mienten a sabiendas de que mienten, pues se atreven a aseverar cosas que saben que desconocen, o porque, aun sabiendo que lo que dicen no es cierto, se atreven a asegurarlo, con lo cual le mienten al pueblo y lo traicionan. Y eso también es corrupción.

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