MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hagamos que el periodismo tenga eco 

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El pasado 3 de mayo se festejó el Día Internacional de la Libertad de Prensa que fue proclamado en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La fecha se eligió para que coincidiera con el aniversario de la Declaración de Windhoek, en la cual los representantes de medios de comunicación africanos que participaban en un seminario organizado por la UNESCO, en la capital de Namibia, elaboraron un documento que recogía los principios de la libertad de prensa.

Según establece el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la libertad de expresión es un derecho fundamental: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".

En México, las bases del periodismo se remontan a la época colonial, en el siglo XVI, cuando circulaban por las calles de la capital de la Nueva España los famosos pregoneros, que a pulmón abierto gritaban en plazas públicas o en los mercados, las noticias de actualidad. Esta labor era realizada bajo la supervisión de las autoridades coloniales, que a través del cabildo otorgaban permiso expreso a estos ingeniosos hombres. Posteriormente llega la imprenta, en 1539, y paulatinamente se van creando e instalando talleres de impresión para iniciar con la circulación de volantes. En un principio con contenido de carácter histórico y científico, posteriormente, con la Gaceta de México y noticias de Nueva España, fundado por el clérigo católico y doctor Juan Ignacio Castorena y Ursúa. La información va tomando carácter religioso, comercial, social y comercial.

En su libro, El Periódico, Jorge Calvimontes expresa que esa gaceta se popularizó porque se adaptaba a los requerimientos de hombres ocupados que tenían gran necesidad de información práctica sobre todos los temas y en palabras sencillas.

Pero posteriormente, y por la misma necesidad de la gente de la que habla Calvimontes, los periódicos empiezan a expresan inconformidades de la gente trabajadora, de los obreros, los campesinos que exponían sus posiciones con respecto a la saciedad y las repercusiones en sus trabajos. Los periódicos que se editaban servían de bandera ideológica de la gente que buscaba un México independiente. 

José Joaquín Fernández de Lizardi, por ejemplo, se pronunció abiertamente por la abolición de la esclavitud. Con la constitución de 1824 se instauró el régimen de libertad de prensa y con él creció el desarrollo de la actividad periodística en todo el país. No es si no hasta 1884 que Porfirio Díaz, para entonces presidente de México, que, al encontrarse con un periodismo muy combativo, decide dar un nuevo cariz a la política de prensa a partir de entregar cantidades fijas de dinero a los centros periodísticos para evitar las posibles críticas hacia su gobierno. Hubo encarcelamientos, persecuciones y destierros para silenciar a los redactores e ilustradores de periódicos opositores.

Las fuertes condiciones de explotación que se dieron entre la clase obrera y campesina, fue un flanco abierto para la difusión de ideas socialistas procedentes de Europa. Aparecieron algunos medios que abrieron brecha en el campo de la lucha social entre los que destacó El Socialista, en julio de 1871. Este periódico se convirtió en el órgano oficial del Gran Círculo de Obreros de México y en sus páginas se publicó, en 1884, el Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels (Breve historia del Libro en México, 1990).

Usted se preguntará, querido lector, a que viene tanta historia sobre el periodismo en México, pero sabemos que la historia es constituye el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el presente.

El presente nos está recordando que estamos viviendo algo muy semejante a lo que aconteció en los años 70s. El hostigamiento por parte del gobierno hacia la libre expresión, los intentos de apagar a todo aquel que se haga uso de este recurso que vaya en contra de los principios y dictámenes del Andrés Manuel quien no los baja de ser la prensa fifí, manipuladores, Traidores del pueblo, conservadores, pasquines al servicio del conservadurismo. ¿Por qué la prensa mexicana está siendo atacada desde la silla del poder? ¿Por qué sin tapujos López Obrador se atreve, en medio de los ataques y desapariciones de periodistas, a alborotar el gallinero desde palacio nacional? ¿por qué el que se autodenomina presidente del pueblo, ataca al mismo pueblo que libremente se organiza y expresa su sentir y pensar con respecto a su propio gobierno? 

La respuesta es simple, López Obrador no defiende a quien dice defender. Lo que pasó en el porfiriato y lo que está pasando ahora es el reflejo de que el estado no existe a favor del pueblo. El que nada debe, nada teme, dice un dicho popular, y quienes pagan, asedian, atacan y disuelven a cualquier medio de libertad de expresión, saben que hay mucho que decir.

López Obrador sabe que, si se expone la lista de mentiras y su puesta en escena contra la corrupción, perderá la popularidad de la que tanto habla y no está dispuesto a bajar de donde le costó tantos sexenios conseguir. Mientras haya que decir, quien ejerza el poder se encargará de que lo publicado no tenga eco.

Nosotros lo sabemos, hagamos que el periodismo crítico tenga eco en todos los mexicanos que ya van conociendo la calidad de presidente que tenemos. Demostremos que nosotros si aprendemos de la historia.

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