MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hambre y seguridad alimentaria (II/II)

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“Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias”: Engels

El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.

Industria alimentaria e imperialismo

Hablar de imperialismo es poner el énfasis en las relaciones de dominación entre el centro imperialista -el reducido núcleo de países en los que el capital ha sentado plaza- y su periferia -el resto del mundo. Particularmente en los mecanismo económicos y extraeconómicos a través de los cuales se opera y se refuerza las relaciones de dominio y control del centro sobre la periferia, del capital sobre toda la sociedad. La conceptualización clásica del imperialismo que sintetizó Lenin destaca como rasgos distintivos de esta fase: el monopolio -resultado de los procesos de concentración y centralización del capital que acaba con la competencia entre capitales por medio de la formación de grandes y pocos capitales; el capital financiero -resultado de la fusión del capital industrial monopolista y el bancario; y el reparto del mundo entre los países que ostentan la titularidad de este capital monopolista. Este concepto sigue siendo el que mejor explica y caracteriza las relaciones entre países pobres y ricos, entre el sur y el norte globales, entre trabajadores y capitalistas. Es el que mejor explica también las causas del hambre y su distribución en el mundo.

De acuerdo con la FAO, los cereales son el cultivo más importante de la producción para la alimentación. Los granos no sólo son susceptibles del consumo directo de los seres humanos, sino también del ganado. Los cereales más importantes son, por orden de volumen de producción, el maíz, el arroz y el trigo. Además, los cereales son una fuente barata de energía -en general, tienen un alto rendimiento por área cultivada; por cada 100 g de grano entero, en promedio se obtienen 350 kcal, cuatro veces más que en la misma cantidad de papa o tres veces más que en 100 g de pechuga de pavo. Son, por ello, la base de la dieta de los pobres del mundo: constituyen 70% de la dieta de los países en desarrollo y 40% de la de los países desarrollados.

En las últimas cinco décadas hemos asistido de un lado al incremento de la producción de cereales, al crecimiento sin precedente del valor y el volumen de la comercialización y procesamiento de granos;[2] y, por otro, a la persistencia y aun al crecimiento del hambre.

Pero no solo eso, también hemos asistido a la híper concentración de este sector. Solo cuatro comercializadoras -conocidas como las ABCD: Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill y Louis Dreyfus- controlaban 75% del comercio mundial de granos en 2016 (Oliver y Granados, 2016) y 73% en 2003 (Oxfam, 2012). “No fue sino a partir de la década de 1980 que el desplazamiento hacia el capital financiero y las repercusiones de las biotecnologías condujeron a las fusiones y absorciones que desde entonces han cambiado rápida y radicalmente al sector.” (Fundación Heinrich Boll y Fundación Rosa Luxemburgo, 2019 p. 13). Enseguida resumimos la caracterización de las empresas del sector de acuerdo con Oxfam (2012); de acuerdo con este organismo éstas definen el “modelo de agronegocio” que impera en el sector.

a.   Son empresas que trabajan a gran escala y diversidad. El tamaño de estas empresas impide en los hechos la entrada de nuevos competidores por la magnitud de capital adelantado, porque la información de los mercados es propiedad de las empresas. Se ha configurado pues un poderoso oligopolio.[3]

b. Son empresas con capacidad para definir qué, cuánto, cómo y para qué mercados cultivan los productores. ¿Cómo lo hacen? Mediante el control de insumos y otros servicios para los agricultores (asistencia técnica, transporte y almacenaje), así como mediante la monopolización de la compra de las cosechas.

c. Son empresas con capacidad, en particular, para establecer el precio mundial de los granos. “El poder de mercado de los comerciantes tiene dos dimensiones: horizontal y vertical”. El poder horizontal se refiere a que “las cadenas de valor agrícolas dependen de […] millones de productores, de […] miles de acaparadores, [y] un puñado de procesadores o exportadores” (Oxfam, 2012 p.). El poder vertical se refiere al control de las empresas en más de un proceso de la cadena de valor; la integración vertical permite a las empresas no desvelar el precio de los productos en los procesos intermedios. Asimismo, pueden participar con ventaja en la especulación porque “saben mejor que la mayoría cuál es la oferta y la demanda probables”.

d. Son empresas con un alto grado de integración vertical y horizontal, trabajan a una gran escala y diversidad. El tamaño de estas empresas impide en los hechos la entrada de nuevos competidores por la magnitud de capital adelantado, porque la información de los mercados es propiedad de las empresas.

e. Son empresas con la capacidad para participar en los mercados financieros. “En esta fase de su evolución (algunas ya tienen más de 150 años), estas compañías han empezado a operar en algunos casos como bancos (y los bancos, a su vez, se han visto operando en bolsa con las materias primas).” (Oxfam, 2012 p. 4).

f.  Finalmente, son empresas con capacidad de influir en la regulación que se hace sobre la actividad agrícola y la política fiscal.

La magnitud del negocio de las ABCD les permite especular con los alimentos. Lo hacen ya sea mediante el acaparamiento de granos o mediante las operaciones del mercado de futuros. En los últimos 3 lustros se incrementó la volatilidad y el nivel de precios que de los alimentos; tras el alza, miles de hogares se vuelven incapaces de satisfacer sus necesidades alimentarias. Es este modelo y su efecto en los precios una de las principales causas del hambre mundial.

Seguridad alimentaria en el imperialismo: un espejismo

De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la seguridad alimentaria refiere la situación en la que “todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos, sanos y nutritivos que les permitan satisfacer sus necesidades y sus preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana.” En esta definición comprende la disponibilidad, el acceso económico y físico, la utilización de los alimentos y la estabilidad en el tiempo de esas condiciones.

El concepto de “seguridad alimentaria” se remonta al fin de la Segunda Guerra Mundial  y respondió a la crisis alimentaria vivida durante el conflicto; sin embargo, fue hasta la crisis alimentaria de 1972-74 que se difundió a escala global. En la Conferencia Mundial de la Alimentación en 1974, la FAO erigió como principio la seguridad alimentaria de los países y se comprometió a exigir a gobiernos, organizaciones e instituciones públicas y privadas a regirse por este (Donelly, 2011). Desde entonces, se han instrumentado nuevas regulaciones, presionado a los gobiernos y a la cooperación internacional para el desarrollo de infraestructura para el cultivo, transporte y almacenamiento de alimentos; pero el mecanismo de distribución siguió siendo el mercado sin que se cuestionara su papel en la persistencia del hambre. Así, sólo puede adquirir alimentos en cantidad y calidad suficientes el que tenga el dinero para comprarlos en el mercado. En esa medida, la FAO ha promovido la liberalización del comercio de alimentos y ha fomentado el modelo de agronegocio que  desarrolló el capital.

La FAO es una de las organizaciones internacionales que ha apuntalado el imperialismo para servir como avanzadilla de sus proyectos de colonización moderna. Son organizaciones que, bajo los principios de universalidad e igualdad de derechos pretenden someter a todos los países y sus gobiernos a las necesidades del capital global. El discurso de la universalidad y la igualdad oculta los intereses particulares de las élites y los países desarrollados. El discurso de seguridad alimentaria forma parte de esta política de control imperialista. Con este discurso se justifican nuevas regulaciones para la producción de ciertos productos, políticas comerciales, programas de fomento de determinados cultivos, etc.; todo ello, para que el capital alcance a controlar más recursos y cada vez más la producción. El discurso de la seguridad alimentaria que defiende la liberalización del comercio como la única forma de garantizarla desconoce otra forma de relación con los alimentos que no sea la del capital (Chimni, 2013).

Comentarios finales

A pesar de las acciones e insistencia de la FAO para fin de alcanzar la seguridad alimentaria desde 1974, hace casi cinco décadas, el resultado es un incremento del hambre en el mundo. En los últimos tres años casi 150 millones más de personas en el mundo padecen hambre y sumadas a las que ya la padecían, hay 800 millones en esa situación: uno de cada 10 habitantes. El enfoque de seguridad alimentaria no ha funcionado para eliminar el hambre en el mundo; ha conducido al sistema agroalimentario a un proceso de industrialización que se ha traducido en beneficios, pero solo para unos cuantos (La Vía Campesina, 2018).

En contraparte a esta realidad desalentadora se hallan los resultados de la República Popular China, liderada por el Partido Comunista de China (PCCH). En 2020 China erradicó la pobreza extrema; esto significa que 850 millones de personas salieron del hambre y esto se tradujo en un incremento de la esperanza de vida a 77.3 años. ¿Cómo lo lograron? Ellos explican que fueron cinco las medidas fundamentales para lograrlo: desarrollar la industria, reubicar a la población, incentivar la compensación ecológica, garantizar una educación gratuita, de calidad y obligatoria y proporcionar asistencia social. La herramienta más poderosa fue el desarrollo industrial, el desarrollo y la aplicación de la ciencia y la tecnología a la producción agrícola -procesamiento de cultivos y la cría de animales, a la restauración de las tierras cultivables y de los bosques a fin de compensar la sobreexplotación de recursos (Vijay, 2021). Además, tres millones de miembros del PCCH fueron destinados a las aldeas más pobres para trabajar en la erradicación de la pobreza y las condiciones que la reproducían. La pobreza extrema no se erradicó a condición del desarrollo del capital, sino que se dispusieron todos los medios materiales y humanos para elevar las condiciones de vida de la población más vulnerable (Vijay, 2021). 

La propuesta de la FAO para atender el hambre en el mundo ha fracasado porque elude que la causa fundamental del hambre no está en los problemas de producción, almacenamiento y distribución de los alimentos. La FAO obvia que es el carácter imperialista del mundo y la lógica que le imprime a toda la producción y distribución de alimentos la causa del hambre. La misma FAO reconoce que la producción actual de alimentos permitiría alimentar sobradamente a toda la humanidad. Y, sin embargo, el desarrollo del capitalismo, más que abatir, ha multiplicado la prevalencia del hambre en el mundo porque su razón única es la obtención de la máxima ganancia posible. El combate definitivo del hambre en el mundo es imposible sin el combate al imperialismo. Las relaciones abusivas entre los países centrales y los periféricos condenan a estos últimos a un constante saqueo que imposibilita todo intento de desarrollo nacional independiente y de atención de las necesidades de su población.

La solución al problema del hambre tampoco está yendo hacia atrás.

[2] “Desde la década de 1980 las transnacionales que producían alimentos vegetales se transforman en actores globales, que ya no están activos sólo en sus propios países, sino en todo el mundo.” (Fundación Heinrich Boll y Fundación Rosa Luxemburgo, 2019).

[3] “En la actualidad sólo algunas pocas transnacionales globales definen las grandes tendencias en la agricultura y en el consumo de alimentos.”  (Fundación Heinrich Boll y Fundación Rosa Luxemburgo, 2019).

Bibliografía

Chimni, B. (2013). Critical theory and international economic law: a third world approach to international law (TWAIL) perspective. En John Linarelli (ed.), Research Handbook on Global Justice and International Economic Law, capítulo 9, pp. 251-273, Edward Elgar Publishing.

Donnelly, J. (2011). La construcción social de los derechos humanos internacionales. Relaciones Internacionales.

FAO. 2022. World Food and Agriculture – Statistical Pocketbook 2022. Rome.

Fundación Heinrich Böll Ciudad de México, México y El Caribe y la Fundación Rosa Luxemburg, Oficina Regional para México, Centroamérica y El Caribe (2019). Atlas de la agroindustria. Datos y hechos sobre la industria agrícola y de alimentos. https://mx.boell.org/sites/default/files/atlas_agroindustria_final_web.pdf

La Vía Campesina. (2018). ¡Soberanía alimentaria ya! Una guía por la soberanía alimentaria. European Coordination Via Campesina.

Oxfam (2012). El lado oscuro del comercio mundial de cereales.

Rodríguez, M. & Hoyo, L. (2017). Nutrición y Seguridad alimentaria. Editorial Sintersis VALLEHERMOSO, Madrid. ISBN: 978-84-9171-023-3.

Vijay (2021). China erradica la pobreza extrema mientras multimillonarios viajan al espacio. En Tricontinental, Boletín 31.

 

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