El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que su gobierno de la 4T reedite los pactos económicos, pero no le importan realmente los niveles inflacionarios en la población más vulnerable porque habría decidido subsidiar la tortilla, no la gasolina, sin embargo, su promesa de campaña para atraer a las clases medias fue bajar los costos de esos combustibles.
Hoy, desafortunadamente para el país, el tema inflacionario ya es de discusión pública y es mala noticia porque eso aumenta las expectativas de más aumentos, como los precios controlados en el mercado del gas LP con las distorsiones que esto ha provocado y el rotundo fracaso de su Gas Bienestar.
Por otro lado, la manera como la 4T no negocia, pero sí presiona al sector privado para hacer lo que el presidente quiere que se haga, como ejemplo; la cena de los empresarios con López Obrador, donde fueron obligados a aportar por lo menos 20 millones de pesos cada uno para la embustera rifa del avión presidencial, a cambio de tamales de chipilín. Ese no fue un pacto, fue una extorsión, una oferta a la que no se pudieron negar 75 mujeres y hombres de negocio que fueron forzados a ir y aportar para la causa populista del presidente.
Pero eso no es lo único que podemos notar, también en el sector de educación se logra apreciar un grave problema en el regreso a clases; padres de familia hicieron notar que se les complicó el conseguir los materiales y surtir la lista de útiles escolares, supuestamente el presidente apoyó con becas para los alumnos, pero no fue lo suficiente para realizar los pagos de inscripción y pagar la lista de materiales extra que solicitaban las escuelas.
Cada vez se escuchan más las quejas por las grandes deudas que adquirían y que su salario no les alcanzaba para subsistir, este fue uno de los motivos principales que en temporada de pandemia vieron la oportunidad de enviar a sus hijos a trabajar y causar la baja en la matriculas escolar, mi pregunta es ¿Qué ha hecho el gobierno para solucionar este problema?
El rezago educativo aumentó considerablemente en 5.2 millones de niños y niñas que abandonaron la escuela, su regreso a clases se considera imposible para las familias de bajos recursos y ¿qué pasara con ellos?, regresarán o simplemente los padres de familia se darán por vencidos y no ingresaran a las escuelas, pero López Obrador no está llevando a cabo las medidas necesarias ni los procedimientos para poder brindar mejores oportunidades y una solución a este problema que definitivamente es un tema serio e importante, ya que la educación, ante un contexto posterior a la pandemia, revela más impactos negativos en el rezago educativo y de aprendizajes, así como en el incremento de la deserción escolar, sin dejar de lado la posible postulación de la secretaria para contender por la gubernatura del estado de México.
Cabe preguntarnos varias cosas: ¿Es la educación una prioridad? ¿Qué tanto la transferencia directa de recursos puede abonar a resolver la crisis educativa que atravesamos? ¿Cómo podemos involucrarnos más como académicos e involucrar más a la ciudadanía para evidenciar el divorcio que existe entre la agenda de gobierno en materia de política educativa y la búsqueda de soluciones integrales?
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