La percepción de inseguridad que se vive en Baja California va al alza, según la última Encuesta Nacional de Seguridad Urbana, que señala a Mexicali como una de las ciudades donde las personas se sienten más inseguras, relegando a Tijuana al segundo lugar.
Los datos revelan que el 69.2 % de la población considera que Mexicali es una ciudad insegura para vivir, mientras que el 67.2 % de los habitantes de Tijuana comparte esa percepción en su ciudad.
Una nota nacional indica que esta medición corresponde al tercer trimestre de 2024, de julio a septiembre, donde sólo el 29.4 % de los ciudadanos confía en que la alcaldesa Norma Bustamante, recientemente reelecta, resolverá los problemas de la capital.
La solución para la delincuencia no es sólo aumentar el número de elementos de seguridad, sino cambiar el modelo económico que perpetúa la pobreza y la desigualdad en el país.
En Tijuana, apenas el 26.4 % tiene esperanza de obtener resultados favorables en el último trimestre del mandato de Monserrat Caballero, quien ha pasado el tercer año de su gestión en el cuartel militar.
A nivel nacional, Tapachula, Chiapas, es la ciudad con mayor percepción de inseguridad, alcanzando el 91.9 %, mientras que San Pedro Garza García, en Nuevo León, se sitúa como la ciudad con menor porcentaje, con el 13.7 %.
Estos datos reflejan la falta de políticas efectivas que garanticen seguridad para las personas en sus viviendas o colonias. La carencia de alumbrado público y la escasa vigilancia policial refuerzan la percepción de inseguridad entre las familias, quienes sienten que viven en entornos inseguros.
La situación de inseguridad en el país empeora cada día. Desde el inicio de la actual administración se han registrado, según cifras oficiales, más de mil 300 homicidios. En el reporte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), el 18 de octubre de 2024 se contabilizaron 74 personas asesinadas, elevando a mil 382 el total de víctimas de homicidio en lo que va del año.
A pesar del discurso de transparencia de la presidenta de la república, que busca no ocultar las cifras, hay homicidios que no se registran. Tan sólo en el estado se han contabilizado más de siete homicidios en un día, una realidad que debería alarmar a las autoridades responsables de la seguridad de los mexicanos.
Al hablar de políticas de seguridad, se suele recurrir a incrementar la cantidad de elementos de seguridad en los municipios, pero la causa fundamental de la creciente inseguridad sigue siendo la pobreza. La falta de empleos, salarios dignos y condiciones de vida adecuadas perpetúa una situación insostenible para miles de mexicanos.
Aunque “no se quieran ocultar los datos”, la pobreza continúa afectando a las familias que carecen de lo básico para vivir y se ven obligadas a buscar su sustento cada día.
La inseguridad, como muchos otros males en el país, tiene una raíz profunda que no se aborda adecuadamente. A pesar de los discursos que afirman que la pobreza ha disminuido, la realidad muestra que los pobres siguen siendo pobres y, en muchos casos, incluso más pobres que antes, lo cual se refleja en el poder adquisitivo cada vez más reducido de las familias.
La solución a este problema y a muchos otros no radica sólo en políticas de seguridad, sino en un cambio de modelo económico que ofrezca mejores condiciones de vida para todos los mexicanos, no sólo para unos pocos. Sin ese cambio, continuarán los homicidios, la desigualdad y, en consecuencia, la pobreza.
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