MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La 4T enfrenta al coronavirus con un sistema de salud endeble

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Sin que hasta el momento las cifras de casos confirmados por coronavirus en México alcancen los índices de países como China, España e Italia, porque aún la pandemia guarda sus primeras semanas en nuestro país desde el primer caso registrado, el temor general de la población ante un sistema de salud endeble, con políticas erráticas temerosas del que dirán más que de consolidar el bienestar de millones de mexicanos, la 4T demuestra una vez más, la incompetencia para tratar los temas que un buen Gobierno debe llevar.

Desde los primeros días de la presencia del coronavirus en México, las declaraciones imberbes del presidente Andrés Manuel López Obrador, instando a la población a abrazarse y a usar estampitas religiosas como "escudos protectores", mientras miles de enfermos perdían la batalla contra la enfermedad calificada y de pandemia por su monstruoso crecimiento incontrolable.

No solamente ignorancia sobre el tema, sino incompetencia total por visualizar una estrategia como líder de una nación, López Obrador hizo el ridículo con esas actitudes que le costaron la dedicatoria de centenares notas y comentarios en medios de comunicación internacionales, observándolo incluso, como un peligro ante la más grave crisis de salud que se ha registrado en la historia reciente de la humanidad.

Aunado a ello, el deficiente sistema de salud que la 4T mantiene, sustentado solo en señalamientos y acusaciones, sin que, a través de la obra pública real, la inversión en materia de recursos efectiva y la cobertura territorial de los servicios de salud que demandan millones de mexicanos, el presidente de México dedica politiquerías a éste sector sólo para desviar la atención y no para dar soluciones. Así ocurrió con la falta de medicamentos para niños con cáncer, con cuyos padres se comprometió a que en una semana estarían los medicamente y quienes lo desmintieron ante la opinión pública.

Acusaciones tras acusaciones, que van desde el desvío de recursos en el sistema de salud por parte de gobiernos anteriores, lo que no ha sido un secreto, así como el desabasto en las instituciones públicas como el Instituto Mexicano del Seguro Social, el ISSSTE y más reciente, el gravísimo error en el Hospital General de Petróleos Mexicanos en su natal Tabasco, que costó la vida hasta el momento, a ocho derechohabientes a quienes se les aplicó medicina de un lote contaminado, historia que por cierto, ha buscado minimizar y que en pleno escándalo, el coronavirus le salvó como al boxeador la campana en el ring.

Son las primeras semanas de la presencia de la enfermedad en México, con muchas preguntas aún por responder y asesorado para que ya no opine ni siga cometiendo pifias, el Jefe del Ejecutivo insiste en minimizar la pandemia y conjuntamente con su amigo, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien envalentonado sigue el ejemplo de quien lo abriga, parecen realizar una competencia diaria por ver quien emite el más torpe mensaje, plagado de soberbia e ignorancia, pues precisamente cuando la ciudadanía estaba pendiente de que no se catalogara a la enfermedad como padecimiento "fifí" (por la forma que ingresó a nuestro país, enfermos provenientes de vacaciones y viajes en el extranjero), ni tardo ni perezoso el mandatario poblano hace la alusión que los pobres (como si él lo fuera, claro) eran inmunes a la enfermedad. Por supuesto que, al día siguiente, medios como Reforma, Excélsior y El Universal, le recordaron las millonarias propiedades familias que el político posee.

Ese es el temor de la población: enfrentar la verdadera crisis del coronavirus, en manos de un sistema de salud inoperante, incapaz y donde la terquedad de un mandatario hambriento del aplauso, la vanidad y la egolatría, busca imponerse, lamiendo las heridas a diario, de no ser el foco de atención al que ha estado acostumbrado, como a no imponer la agenda pública que desde el inicio de su gestión lograba a través de sus "mañaneras".

Tumbo tras tumbo, la 4T ha caído en la decepción de millones de mexicanos, a los que se suman "los que ya sabían" y que no votaron por el político tabasqueño ni creyeron en su fallido proyecto.

Hoy, López Obrador enfrenta el mayor reto de su administración y con los ojos del mundo pendientes de su desempeño ante la inminente crisis de salud que el Coronavirus provocará en México. Aunque pretenda minimizar el problema o esconda cifras, pues habitantes en diferentes puntos del país revelan que instituciones de salud registran casos de influenza y descartan el coronavirus, sitios donde ni siquiera cuentan con las posibilidades de practicar las pruebas de laboratorio.

Pero esta vez, al presidente de México no le será tan fácil salirse por la tangente como acostumbra al evadir cuestionamientos o situaciones. No podrá echar culpas a gobiernos anteriores ni pasar "la papa caliente" a quien su capricho desee. No será así, porque la comunidad internacional lo tiene bajo la mira tras las pifias cometidas en días pasados y los escándalos que en materia de salud ya han sido revelados sin que ofrezca hoy en día, una solución real para las personas afectadas o los familiares de fallecidos a quien su errática administración, ni una disculpa ha brindado. En eso se mantiene la 4T: en soberbia e ineptitud.

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