MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La belleza en “El nacimiento de Venus”

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En el renombrado cuadro de Botticelli encontramos la belleza en su condición originaria, es la diosa del deseo la que está ante nuestros ojos, desnuda y con largos cabellos desplegados, agitados por dos vientos que al mismo tiempo lanzan flores vertiginosamente. Venus se halla sobre la proverbial concha que flota sobre el agua quieta, cerca de la orilla, surcada de líneas que componen ángulos hacia arriba a través de todo el cuadro mientras se mezclan con las flores. 

La espuma del mar y las flores esparcidas por los vientos cubren de polvo opaco la escena familiar. Urano fue castrado por su hijo Cronos con la famosa hoz, éste arrojó al océano los testículos de su padre. Entonces el semen que ellos contenían se esparció por el mar y produjo la espuma marina de la que nació la celestial Venus, hija de Urano, sin madre; sin principio material. Al mismo tiempo observamos el movimiento que origina la suspensión de la concha en el aire.

Esta compleja composición que logran los elementos (luz, espacio, color) sienta las bases para que la pintura alcance madurez y apreciemos la belleza como uno de nuestros más grandes tesoros. Un sentimiento estético como éste, provocado por la pintura en particular y el arte en general, no quedará ya, en y después de Kant, en una concepción limitada de lo bello. Antes de Kant lo bello era definido con elementos conformadores y conformados de armonía, con justa proporción entre los componentes. Era esto lo que podía ingresar en el campo de la sensibilidad, algo estrictamente ligado a las proporciones de la razón; el caos no cabía en el análisis artístico. 

Pero Kant no consideró como conocimiento el juicio sobre lo bello o de gusto, pues para él, dicho interés no recae en las cualidades del objeto sino que establece una relación inmediata entre la imaginación y entendimiento para evaluar no al objeto, sino al sentimiento de placer o displacer que algo suscita en el espectador. Por medio de este juicio, experimentamos, comprendemos y comunicamos universalmente de qué manera nos afecta la representación del objeto juzgado como bello. Este planteamiento kantiano da pauta para establecer una relación entre lo que consideramos bello y su fundamento u origen. Un ejemplo de ello es el momento siniestro en que Cronos corta los genitales de su padre y queda solamente la espuma del mar, subrayada por Botticelli. Lo resaltado por el artista queda bellamente plasmado, con base en un suceso tétrico. Poliziano clarificó esa sugerencia explicando así el origen distintivo del universo: del horror surge lo bello, o bien, de la unidad puede surgir lo diverso. La crueldad caracteriza, entonces, la transición de la unidad a la diversidad, y viceversa: esto se observa cuando Cronos devora a sus hijos, la imagen que el Barroco expresa en toda su crudeza (Rubens) y alcanza su máxima expresión en la representación de la misma escena por parte de Goya.

Botticelli omite la revelación siniestra de la castración y fundamento de la belleza; en cambio, devela instantánea y fugitivamente lo bello, que, en el fondo, tiene un soporte horrible y tenebroso. La belleza superficial que presenta Venus es en realidad un velo, una apariencia que está sustentada por un abismo sin fondo en el que la visión puede perderse y se resquebraja todo efecto de belleza. Eso es lo inhóspito, lo siniestro y lo horrible, que al revelarse rompe el efecto estético. Sin embargo, es también la condición para que algo se produzca, ese velo que resplandece es el que reverbera ante nuestros ojos. El arte posee el caos velado de forma ordenada. 

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