La Guerra contra Rusia, manifiesta en el apoyo norteamericano y de la OTAN a Ucrania, tiene el propósito de frenar y controlar a Europa por parte de Estados Unidos. Esta afirmación podría sorprender a unos o reflejar incredulidad en otros; sin embargo, daremos algunos elementos que nos permiten llegar a esta conclusión.
La OTAN y los Estados Unidos rebasaron, en su momento, las líneas rojas que Rusia expuso claramente no debían pasarse, pues intentaban integrar a Ucrania a la OTAN lo cual haría que se pusieran misiles a 15 minutos de Moscú, con lo cual obligaron a Rusia a defender las zonas rusas y la operación militar especial impidió que Ucrania pudiera entrar a la OTAN, pues ningún país puede entrar si está en guerra.
Pero, le han dado toda clase de apoyos a Ucrania, principalmente Estados Unidos, pero ante la operación militar especial de Rusia en Ucrania, de inmediato el poderoso país del norte ordenó, como siempre hace, de manera unilateral e irracional, se sancionara a Rusia, por ejemplo, se le limitó el uso del sistema financiero internacional con lo cual difícilmente se podían utilizar tarjetas internacionales en Rusia; o bien, se exigió “sancionar” a Rusia exigiéndole a los gobiernos de Europa que no compraran el gas natural ruso, entre muchísimas otras ridículas sanciones ruso fóbicas.
El resultado fue un efecto búmeran, pues la actitud lacaya de los gobiernos de derecha en Europa castigó a sus ciudadanos y a sus empresas, pues tenían que comprar gas caro de Estados Unidos, o bien, comprar el gas ruso con países intermediarios o debían negociar y pagarlo en rublos, en cualquier caso, se encareció la energía y el efecto negativo fue contra Europa. Veamos la siguiente nota:
“Tras haber perdido la energía barata procedente de Rusia y enfrentarse a la incertidumbre sobre sus otrora lucrativos vínculos comerciales con China, las grandes empresas alemanas se enfrentan ahora a un punto crítico en relación con un tercer ingrediente de su antigua fórmula para el éxito: las relaciones industriales consensuadas. “La desindustrialización está ocurriendo en Alemania”, dijo esta semana la directora del comité de empresa de Volkswagen, Daniela Cavallo, exigiendo soluciones para garantizar que “siga habiendo puestos de trabajo industriales en Alemania en el futuro”. La industria manufacturera todavía representa el 27% del empleo total en Alemania, una reducción respecto del 32% de hace 20 años, según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo, pero aún una proporción mucho mayor que en la mayoría de las economías avanzadas. Alrededor de 120,000 de los 200,000 trabajadores de la marca VW están en Alemania. “Si un peso pesado de la industria como éste realmente tiene que endurecer su programa de austeridad y cerrar plantas, tal vez sea una llamada de atención que se debería haber tomado hace tiempo para que se incrementen significativamente las medidas de política económica adoptadas hasta ahora”, dijo Carsten Brzeski, director global de macroeconomía en ING”. Forbes, 6 septiembre 2024
El cierre de Volkswagen, el freno de la industria manufacturera y la situación de pobreza en crecimiento: “Casi un 17 % de la población alemana vive en condiciones de pobreza, es decir, 14,2 millones de personas. Dos terceras partes pertenecen a la clase trabajadora. La pobreza infantil ha alcanzado un récord, pero afecta también a jubilados” (El Economista, 10 abril 2024), son muestra de que Estados Unidos quiere el control sobre Europa y lo está consiguiendo, debilitándola económicamente, lo cual se refleja en las modificaciones políticas en la región: “El gobierno de Alemania se derrumba en un momento peligroso para Europa. El canciller Olaf Scholz perdió un voto de confianza, agravando las turbulencias políticas en una de las economías más poderosas del continente”, NYT, (15 diciembre 2024) y una cosa similar sucede en Francia, pues “se trata de la primera vez en 62 años que una moción de censura triunfa en Francia. La última fue el 4 de octubre de 1961, bajo la presidencia de Charles de Gaulle, cuando cayó el gobierno de Georges Pompidou” (BBC News, 4 diciembre 2024); este golpe no esperado que se le da a la derecha francesa de Macron es de llamar la atención y es un reflejo del descontento de la población ante la actitud servil del gobierno francés para obedecer a ciegas las indicaciones de los norteamericanos para sancionar a Rusia golpeando con ello, más bien, al pueblo francés.
Finalmente, estos elementos contribuyen a demostrar la hipótesis del colonialismo norteamericano sobre Europa, pero lo confirma un informe presentado por el ex director del Banco Central Europeo, Mario Draghi en el que demuestra “cómo los europeos se están quedando atrás de los estadounidenses –e incluso de los asiáticos– en cuestiones clave del desarrollo económico. Si en 1990 el PIB per cápita en Estados Unidos era un 16% superior al de la zona del euro, en 2023 esta diferencia ya había aumentado a más del 30%. Esto significa que los estadounidenses son cada vez más ricos que los europeos.
Pero la brecha entre los hombres más ricos de Estados Unidos y Europa también se está ampliando. Sólo el 10% de los empresarios de alta tecnología que se encuentran entre los 30 y 500 primeros en el ranking de capitalización de mercado son europeos. En comparación, el 73% de los primeros y el 56% de los segundos son estadounidenses. Estos nuevos datos revelan una vez más la devastación económica de Europa. Y sus orígenes están directamente ligados al poder estadounidense” (El Viejo Topo, 18 diciembre 2024).
Lo cierto es que el intento permanente de los Estados Unidos de controlar el mundo, incluida Europa debilitándola, no podrá fortalecerse teniendo en cuenta dos cosas: la debilitada economía norteamericana, que se ha rezagado en relación con el desarrollo mundial y, segundo, el nacimiento de un mundo multipolar que encabezan Rusia y China son un contrapeso necesario y esperanzador, pues nos indica, a todas luces que sí hay una forma distinta de organizarnos económica y geopolíticamente sin que haya intentos de imponer la supremacía de unos a la debilidad de otros, sino en el que se busque cómo podemos cooperar, cómo podemos desarrollar al mundo de manera armónica y sin necesidad de imposiciones violentas como ha sido la política norteamericana. La esperanza está en el triunfo de Rusia y de China en el panorama internacional y debemos apoyarles decididamente.
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