La reforma al sistema educativo en México es un tema que ha estado en deuda con los mexicanos, desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río que fue el último impulsor de la educación pública, laica y gratuita. Cada sexenio, los gobiernos en turno han hecho una infinidad de reformas y modificaciones al sistema educativo nacional, pero no para mejorar, sino para responder a intereses políticos y económicos, nacionales y mundiales.
La poca importancia que le han dado a la educación, los gobiernos emanados del PRI, PAN y ahora el Morena, ha sido un obstáculo para el crecimiento y desarrollo económico de México, que ha traído como resultado que el país viva con una enorme desigualdad y pobreza, a pesar de ser, hasta hace una década con gobiernos neoliberales, una de las mayores economías del mundo. México ocupaba el lugar número 12; sin embargo, el último gobierno priista, el de Enrique Peña Nieto, lo dejó en el lugar 15, y ahora con la administración morenista, y con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), salimos del top de las 15 más grandes economías del mundo para ocupar el lugar 16; es decir, vamos de mal el peor.
En el caso de la educación, citaré algunos datos que ha dejado la mala política educativa de los gobiernos neoliberales y con peores con el actual Gobierno federal disfrazado de izquierda.
Casi dos millones de niños de 3 a 14 años no asisten a la escuela, sólo por ser pobres; en la educación primaria 4 de cada 10 escuelas cuentan con computadoras e internet para los alumnos; en promedio hay 34 estudiantes por cada profesor en educación secundaria, cuando la media para los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es de 13; 4 de cada 10 jóvenes en edad de cursar educación media superior no son atendidos; 30 millones de mexicanos mayores de 15 años son analfabetos o no han concluido su educación básica; en la educación superior sólo asisten 3 de cada 10 jóvenes en edad de cursarla; del 100 por ciento que ingresa a primaria sólo el 1.5 por ciento llega a posgrado.
¿Cómo se explican estos pésimos resultados de la educación en México? En primer lugar, por la poca inversión de recursos públicos; la cifra en las últimas décadas ha variado, mientras que la actual es 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, ya con el gobierno morenista, es el más bajo desde el año 2010, muy por debajo de lo que establece la Ley General de Educación del ocho por ciento del PIB, y de lo que recomienda el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la OCDE, que son equivalentes a 883 mil 929 millones de pesos en este año; sin embargo, para pensiones se destinaron 1.4 billones de pesos, casi el doble del gasto educativo, ya que equivale al 5.1 del PIB.
Quiero aclarar que no me opongo al presupuesto destinado al pago de pensionados o adultos mayores, porque sería una injusticia no valorar a los trabajadores que han sostenido a la economía de México entre las mejores del mundo, sino a la visión del gobierno de AMLO que desdeña la capacidad intelectual de los niños, jóvenes y científicos, cuando mínimamente debería destinarle a la educación el ocho por ciento del PIB nacional y el uno por ciento a la investigación científica, como recomiendan los organismos internacionales del ramo, y no el 0.22 por ciento. AMLO desdeña la inversión en la niñez y juventud, a pesar de que existe evidencia de que la inversión en la primera infancia es la más rentable dentro de todos los rangos de edad para impulsar el crecimiento económico de México.
En segundo lugar, si acercamos más la lupa al presupuesto para la educación, que ya demostramos que es insuficiente, resulta que el 86 por ciento es para el pago de la nómina educativa, cuatro por ciento a las famosas becas del Bienestar, 2.5 al apoyo administrativo, 3.2 por ciento a gastos de infraestructura y un 4.4 a otros gastos.
Insisto, no me opongo a que se les pague a los docentes, que son los que ocupan la mayor parte del presupuesto, sino al gobierno que puso en su eslogan de campaña “primero los pobres”, pero ahora observamos que no ve por ellos, porque si lo hiciera, aumentaría el gasto en educación mínimo al ocho por ciento del PIB; el cinco por ciento agregado ahora sí sería para realmente invertir en la educación de nuestros niños, jóvenes y científicos, así como en la infraestructura educativa y la investigación científica.
Pero en días pasados circuló otra muy mala noticia para la educación en México, especialmente para la niñez y los hogares de escasos recursos; de acuerdo con el Diario Oficial de la Federación (DOF) del 28 de febrero, la Secretaría de Educación Pública (SEP) decidió eliminar el programa de las Escuelas de Tiempo Completo y con ello quedaron en el desamparo 3.6 millones de estudiantes, al dejarlos sin horas extra de aprendizaje y sin alimentación, debido a que este programa benefició a 27 mil planteles a nivel nacional, la inmensa mayoría de ellos ubicados en municipios de muy alta marginación. El gobierno de AMLO con esta decisión violó los derechos humanos de los niños más vulnerables.
Para la mayoría de estos niños, la comida que tomaban dentro de las Escuelas de Tiempo Completo era el único alimento que tenían durante el día. La desaparición de este programa también es un atropello para las madres solteras y trabajadoras que tenían como única alternativa estas escuelas para dejar a sus hijos e ir ellos después de una larga jornada laboral.
La razón de eliminar las Escuelas de Tiempo Completo principalmente es que los niños no votan, por lo tanto, no representan ningún beneficio político para AMLO y Morena.
Este gobierno de izquierda no se conformó con desaparecer las estancias infantiles, que representaban un beneficio en la economía de los cuidados, y más de 100 fideicomisos, entre ellos los de investigación científica, sino que ahora le da otro golpe demoledor a la niñez más vulnerable de México. Mexicanos reaccionemos y unámonos para cambiar esta situación.
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