En el siglo XVIII, los abusos y atropellos de la monarquía francesa, representada entonces por Luis XVI y María Antonieta, aunados a la excesiva carga del pago de impuestos que recaía en el llamado ‘Tercer Estado’, compuesto en su mayoría por el pueblo y la pequeña burguesía, la decadencia del comercio y la industrias, las trabas aduaneras y al comercio, crearon una situación de miseria que se generalizaba a lo largo de la République française. Esta situación, obligó a la Corona a convocar a los Estados Generales –clero, nobleza y pueblo- a una asamblea consultiva; los burgueses se aprovecharon de estas circunstancias y, ante la amenaza de la nobleza armada que pretendió mantener sus privilegios, movilizaron a toda la nación. Como resultado, el 14 de julio de 1789, el pueblo tomó las calles de París, apoderándose de la vieja fortaleza-prisión de La Bastilla, la cual constituía un símbolo del absolutismo francés.
Estos acontecimientos son un ejemplo claro de lo que es una coyuntura: tiempo y espacio en el que los acontecimientos trascendentes coinciden y que, pueden a su vez, determinar cambios estructurales. En la mayoría de los casos, la historia ha demostrado que los elementos económicos, culturales e históricos, se funden para conducirnos a un acontecimiento político.
Ahora bien, México está atravesando por uno de estos momentos. Veamos. Andrés Manuel López Obrador llegó al poder el año pasado gracias al hartazgo generalizado del pueblo mexicano, que estaba cansado de la corrupción de los partidos políticos que habían ostentado el poder hasta entonces, sumado a la situación de miseria que se vive en cientos de municipios y miles de colonias. Así, AMLO ganó en las urnas con la bandera de "terminar con la corrupción" y "los pobres primero". Sin embargo, en el terreno de los hechos, las acciones de López Obrador están dejando claro que sus banderas no son auténticas, pues si su verdadera intención fuera beneficiar a "los pobres primero", no hubiera suprimido el seguro popular, las estancias, los refugios para mujeres violentadas, los apoyos a discapacitados, y la lista puede seguir.
Pero, además, por si fuera poco, el crecimiento económico, es decir, el incremento en la producción de bienes y servicios en una economía, y por lo tanto su valor, aumentó solo el 0.1 por ciento y el primer mandatario de la república argumenta que eso no es lo que importa en el país, sino que la riqueza que haya en México se reparta equitativamente, aspecto que busca cumplir a través de la transferencia directa por medio de las tarjetas para el bienestar; AMLO argumenta que lo que de verdad importa es el desarrollo, desarrollo que no se refleja en las transferencias monetarias.
Al asegurar esto, el jefe del ejecutivo está demostrando sus nulos conocimientos en economía, pues es bien sabido que si la economía no crece -además de que no va a tener dinero suficiente para seguir repartiendo-, el empleo tampoco crece y, eso no es lo peor, sino que, además de que no hay nuevos empleos, los ya existentes se empezarán a reducir, lo que obliga a los mexicanos a buscar otras opciones para sostener a sus familias. Como muestra, un botón: el 53. 6 por ciento de la población económicamente activa en Puebla trabaja en el comercio informal. El decrecimiento económico traerá consigo también produce más pobreza, más inseguridad, afecta la recaudación fiscal y, con ello, dificulta la capacidad de gasto en inversión y programas sociales, y quienes más lo sufrirán serán los más 80 millones de pobres –según múltiples organismos- que hay en nuestro país.
Ante esto, surge la oportunidad de un cambio. Cambio que se viene gestando desde hace 45 años, con el surgimiento del Movimiento Antorchista Nacional, con un proyecto de nación que busca mejorar la vida de los más desprotegidos del país. Antorcha nace con dos objetivos: organizar y educar, mismos que ha ido realizando durante más de cuatro décadas, llevando progreso y desarrollo a miles de colonias y municipios, basta con voltear a ver a Huitzilan y Tecomatlán en Puebla, o Chimalhuacán e Ixtapaluca en el Estado de México, que han mejorado notablemente con la guía de Antorcha desde los puestos de elección popular que el pueblo le ha confiado.
Ahora, la coyuntura del país nos obliga a ir más adelante y la gente tiene que saber que más adelante esta Antorcha. Por eso estamos formando un partido político nuevo, de auténtica raigambre popular, porque la historia ha demostrado que no basta tener buenas intenciones, sino que lo que importa es tener un proyecto que verdaderamente beneficie a las clases desprotegidas y Antorcha lo tiene, por eso los invitamos a unirse a nuestra causa, para que el pueblo viva mejor en todos los aspectos.
La historia nos está alcanzando, compañeros. Es el momento de Antorcha, de eso no hay duda. Es el momento del pueblo, de que el pueblo se dé cuenta de que su situación no va a cambiar con programas limosneros, sino con la fuerza del mismo pueblo y nosotros, los antorchistas, tenemos que ser la luz que guie al pueblo por la senda del progreso, que lo ilumine en los momentos oscuros que se están acercando. Seamos, pues, como dice el poeta, "una antorcha en las tinieblas" para los oprimidos de la tierra.
Y ¿qué mejor oportunidad para decirle al pueblo ‘aquí esta una verdadera opción’, que la celebración por nuestros 45 años de lucha? Nuestro aniversario tiene que ser el foro desde el que llamemos a nuestros hermanos de clase a unirse en la búsqueda de una mejor patria, más justa para todos. Este 10 de noviembre, 150 mil almas en Puebla le diremos –y demostraremos- a todo el país que el Movimiento Antorchista Nacional ¡es el futuro de México!
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