MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La iniciativa ciudadana frente a la crisis medioambiental en México

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El grado de destrucción de nuestro planeta es muy alto; la invasión humana a todos los rincones de la Tierra rompió el equilibrio ecológico mediante el cual las especies se autorregulan, provocando problemas graves como la pandemia por el covid-19 que cortó la vida de unos 5 millones de humanos en todo el mundo. 

Apenas nos recuperamos de esos estragos y ahora nos azota la crisis medioambiental que tiene varios efectos: la sequía prolongada, la escasez de agua para consumo humano, la erosión de los suelos, los incendios forestales y el calor extremo, entre otros.

La salida sencilla que han encontrado los ricos, aplicadas por sus agentes del Gobierno, es hacernos creer que todos somos culpables por igual; que todos contaminamos.

Hay muchas aportaciones de especialistas en este sentido, sin embargo, sostengo que los verdaderos responsables de la destrucción de la Tierra son los grandes empresarios que por siglos se han dedicado a extraer las riquezas naturales que les interesan, dejando a su paso destrucción y contaminación de áreas inmensas.

La mayoría de las veces no obedecen a ninguna medida de regulación o de remediación del daño, a pesar de que existen leyes e instituciones que en el papel les obligan a hacerlo.

Tan solo un dato: de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2024 siete de cada diez mexicanos padecen en algún grado la sequía que afecta al país, lo que se agrava porque cada año llueve menos, de tal forma que las presas no recuperan el agua perdida por el uso agrícola o por cuestiones naturales. Pero, además, el gobierno federal de la 4T no invierte en nuevas obras de infraestructura hídrica.

Y en muchos sitios detuvo proyectos como el llamado Presa Milpillas en Zacatecas, por priorizar acciones como las becas del bienestar que le redundan votos en el proceso electoral.

La falta del “líquido vital”, como se ha puesto de moda llamar al agua, afecta su distribución equitativa, pues aunque no se diga, primero se garantiza a las zonas residenciales, a los grandes hoteles y restaurantes, y claro está que se asegura a las grandes empresas embotelladoras de refrescos, cervezas y lácteos. Ya lo que sobra va para los pobres.

Por ser un problema multifactorial, se requiere la solución colectiva mediante el diseño de políticas gubernamentales efectivas a corto, mediano y largo plazo en favor de millones de familias mexicanas y del mundo entero.

Con la aparición del sistema capitalista de producción, se aceleró la extracción de petróleo, oro y otros metales con el único fin de apropiarse de ellos para convertirlos en mercancías, venderlos y hacerse de dinero que se acumula en unas cuantas manos de forma desproporcionada.

La riqueza que concentran es tanta que se ocuparían muchas generaciones humanas para gastarla, pero no puede ser de otra manera en una sociedad como la de nuestros días.

Pero las críticas que se hacen ante el problema no los detienen; en varios sitios del mundo se pueden ver enormes minas a cielo abierto que dan una idea de cómo está perforado nuestro planeta.

En Zacatecas tenemos ejemplos como la mina Peñasquito, ubicada en el municipio de Mazapil, pero existen centenas de ellas hasta en la capital del estado, pero no se sabe por dónde pasan y son al mismo tiempo un riesgo para todos.  

La salida sencilla que han encontrado los ricos, aplicadas por sus agentes del Gobierno, es hacernos creer que todos somos culpables por igual. Dicen que todos contaminamos con basura, que gastamos mucha agua; y como propuestas nos llaman a las campañas de reciclaje, se promueve que seamos ahorradores y que sembremos árboles porque allí está la solución a todo.

Pero esto es un engaño, es una forma de repartir la responsabilidad de quienes han sobreexplotado el recurso natural y obtenido a su favor grandes ganancias económicas sin importarles nada más que el dinero.

Es claro que no debemos excluirnos de participar en las medidas de solución, pero que quede claro: los ciudadanos nos sumamos con gusto a limpiar el entorno, a reutilizar el agua lo más que se pueda y a reforestar, pero que no se pierda de vista a los responsables de las catástrofes medioambientales, porque ellos no tienen siquiera remordimiento de conciencia.

Están en sus lujosas residencias en los lugares más privados del mundo, gastando lo que han saqueado del planeta, incluida la fuerza de trabajo de los obreros.

La verdadera solución a la crisis medioambiental es que se instaure en el mundo un modo de producción distinto al capitalista, donde haya planificación para generar lo que requiere la sociedad moderna; racionalizando el uso de los recursos para que produzca lo indispensable y en beneficio de todos, que no tenga como objetivo la acumulación de riqueza que no se gastarán sus dueños por ser mucha.

¿Quién puede crear este modelo más justo para la sociedad y el mundo? Está en manos de los pobres aceptar que la tarea de salvar a la humanidad recae en sus espaldas, porque a la clase poderosa no le importa el futuro de las generaciones futuras.

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