En nuestro país se ha vuelto cotidiano que los jóvenes, niños y adolescentes desconozcan elementos fundamentales de nuestra cultura, mientras que su conocimiento sobre productos, programas televisivos o tendencias en redes sociales, que están de moda, es extenso. Las conversaciones, preocupaciones, el consumismo desmedido y las aspiraciones de este sector de la población giran en torno a estas modas.
Las graves deficiencias en la formación cultural de niños y jóvenes en México no son un problema exclusivo de este gobierno, aunque en la actual administración se han incrementado debido a la prioridad que se ha dado a otros proyectos en detrimento de la educación.
La falta de recursos económicos es el principal obstáculo que impide a los jóvenes acceder a eventos culturales, afectando su formación artística y cultural.
La pérdida de identidad nacional y la adquisición de valores propios de una sociedad de consumo son el resultado de la falta de una política seria, instrumentada desde el Gobierno federal, que atienda la necesidad de una formación estética que permita a la población la práctica, valoración y apreciación de las diferentes manifestaciones artísticas y culturales.
La escasa formación artística ofrecida por el modelo educativo prevaleciente en México, desde el nivel básico hasta el medio superior, es una manifestación de la poca importancia que los autodenominados impulsores del “humanismo mexicano” le dan al verdadero desarrollo humanístico de la población.
Este problema se agrava, pues a la deficiente formación artística dentro de las instituciones educativas se suman las limitaciones para acceder a eventos culturales de calidad fuera de ellas.
Este es un obstáculo sistémico para la elevación espiritual de la juventud, alejándola de la ignorancia y de las enfermedades sociales.
Es necesario un proyecto cultural que potencie las capacidades humanas en lugar de limitarlas con la implementación de planes y programas que impiden el despliegue polifacético de la personalidad.
En nuestro país, una gran cantidad de jóvenes de entre 15 y 29 años no tiene la posibilidad de asistir a eventos artísticos de calidad, como conciertos, danzas u otras manifestaciones estéticas que no sean productos comerciales, sino elementos de la cultura regional o nacional. El principal obstáculo que enfrentan es la falta de recursos económicos.
Esta situación queda reflejada en datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), que indica que 17 millones de niños, niñas y adolescentes menores de 18 años se encuentran en situación de pobreza, mientras que 16 mil 400 millones de jóvenes entre 15 y 29 años viven en condiciones similares. Esta cifra representa más de la mitad de los jóvenes del país.
Para acceder de forma gratuita a eventos culturales, esta población debe esperar las pocas ocasiones en que dependencias municipales, estatales o federales, así como museos y escuelas, organizan muestras y presentaciones sin costo. Además, estos eventos suelen llevarse a cabo en las ciudades, rara vez en colonias o pequeñas comunidades rurales.
El Módulo sobre Eventos Culturales seleccionados (Modecult 2024), que depende del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), reporta que un porcentaje significativo de la población mayor de 18 años asiste a eventos culturales por su bajo costo. Esto refleja que muchos se ven obligados a no asistir debido a las dificultades económicas que enfrentan.
Uno de los inconvenientes del Modecult es que califica como culturales eventos que tienen un carácter principalmente comercial y que no promueven necesariamente valores culturales. Se trata de proyectos de carácter económico para artistas y sus promotores, donde lo más importante es el consumismo, no la promoción estética de los valores espirituales de un pueblo.
Bajo el capitalismo, la cultura también se convierte en una mercancía, deformando los elementos que constituyen la herencia de generaciones pasadas con el único propósito de obtener ganancias. Los gobiernos, incluidos aquellos que se autodenominan como la "esperanza de México", han facilitado que empresas obtengan grandes beneficios de estas actividades sin cambiar esta realidad, y en muchos casos, la han agravado.
Esta situación se agrava aún más con la raquítica asignación de recursos federales a la educación y la cultura. El último acuerdo de los países miembros de la Unesco es que los gobiernos destinen entre el 4 % y el 6 % del PIB a la educación; en México, el presupuesto asignado este año fue sólo del 3.2 %.
En cuanto a la cultura, se asignaron 16 mil 754 millones de pesos, lo que representa un recorte del 3.8 % en comparación con 2018 y un 0.7 % menos que en 2019, el primer año de la actual administración.
Al no destinar más presupuesto al sector cultural, las instituciones públicas tienen menos recursos y, por tanto, las actividades destinadas a la población se reducen al mínimo, afectando la promoción y formación artística y cultural del pueblo.
Esto priva a la población de uno de los derechos fundamentales del ser humano: el derecho a la cultura y la formación artística.
El Movimiento Antorchista Nacional trabaja en sentido contrario, promoviendo la masificación de la cultura desde las instituciones educativas hasta las reuniones vecinales. Cada persona que se acerca a la organización no sólo encuentra una alternativa para resolver problemas colectivos y una formación política que le permite identificar las causas de nuestras calamidades sociales y cómo resolverlas, sino también una propuesta para su formación cultural y artística.
A lo largo del país, miles de niños, jóvenes y adultos son producto de esta masificación cultural, que no se limita a presenciar eventos, sino a participar activamente en ellos. Tienen la posibilidad de desarrollar sus capacidades como bailarines, declamadores, cantantes, músicos o pintores, como lo hacen todos aquellos que participan en las jornadas de voces y declamación organizadas anualmente por el Movimiento Antorchista.
Al fragor de la lucha social, estos niños y jóvenes moldean una personalidad diferente a la que promueven los valores comerciales, donde la vanidad y el egoísmo son comunes.
Junto a campesinos, colonos, obreros, estudiantes y sus carencias, se forman artistas solidarios que comparten su talento estético con las luchas del pueblo, impulsando desde su trinchera el movimiento de los trabajadores hacia una vida mejor, por la construcción de un país sin injusticias sociales.
La solución definitiva a este y otros problemas que afectan principalmente al pueblo humilde radica en la construcción de una patria para los trabajadores, en un gobierno que defienda los intereses de quienes nada tienen y acabe con este sistema de abusos de los grandes empresarios y sus aliados en el Gobierno. A esta tarea estamos convocados todos.
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