La falta de apoyo a los miles de afectados por las inundaciones en Tabasco y Chiapas evidencia una vez más que el pueblo pobre no es la prioridad del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El abandono a su suerte de miles de ciudadanos tabasqueños y chiapanecos que están con el agua hasta el cuello demuestra que la consigna ¡primero los pobres! es letra muerta en el gobierno de Morena.
Las imágenes que a diario nos prodigan los medios de comunicación nacionales y extranjeros muestran el colapso de pueb viviendas, caminos, servicios sociales, etc., por las inundaciones que sufren los dos estados. Los caminos están destrozados; no hay albergues con alimentos, colchonetas y cobijas para los damnificados; el agua lo cubre todo; hay desabasto en las poblaciones afectadas y los precios de los productos ya se incrementaron. Y, hasta el momento, la ayuda del Gobierno federal no llega.
Pero no solamente la federación no interviene; tampoco los gobernadores han movilizado todos los recursos a su alcance para asistir a los damnificados por los desastres naturales. Y los presidentes municipales y diputados federales y locales, tampoco hacen nada; ni siquiera son capaces de pronunciarse en los medios de comunicación, exigiendo el apoyo inmediato para quienes lo han perdido todo. La paralización de las autoridades de todos los niveles en Tabasco y Chiapas es total.
El Movimiento Antorchista Nacional ha planteado la urgente necesidad de apoyar con todos los recursos necesarios las demandas de los pueblos y colonias afectados. Pero no ha encontrado eco en los distintos niveles de gobierno. Y ha canalizado apoyo con alimentos, colchonetas y cobijas, a las poblaciones siniestradas.
En los últimos días, han aparecido los mal llamados "siervos de la nación&rdquo, para levantar un censo amañado para fortalecer al partido de Morena, pero no para radiografiar con exactitud las necesidades de la población. Los intereses electorales de la 4T se imponen en la zona de desastre por encima del sufrimiento de la gente.
Pero los sufrimientos del pueblo apenas comienzan: el dengue, la influenza, las enfermedades gastrointestinales, respiratorias, de la piel, y, el mal del siglo, la covid-19, como los jinetes del apocalipsis, acechan a miles de familias afectadas. El drama humanitario ha comenzado.
Y, mientras tanto, ¿qué hace el responsable de la nación? Nada, absolutamente nada. En lugar de detener la construcción de la refinería de Dos Bocas y canalizar los cuantiosos recursos asignados a esa obra para atender las urgentes necesidades de los damnificados en Tabasco y Chiapas, anuncia otro programa emergente que nadie le ha pedido, inútil, a destiempo, que refleja la desesperación del presidente, por el descrédito en que ha caído su gobierno: el apoyo a los muertos de la covid-19.
Sí, en plena aceleración de la pandemia, con un nuevo récord de contagios de 12 mil 81 personas en 24 horas; con un millón 90 mil 675 infectados y 104 mil 873 muertos, el señor presidente acaba de anunciar que por cada acta de defunción por coronavirus que le presenten va a aportar la cantidad de 11 mil pesos. La medida es absurda, demencial, delirante… electorera. Sí, electorera por dónde se le vea.
Durante todo el tiempo que ha durado la pandemia, el Movimiento Antorchista Nacional, los presidentes municipales y los diputados federales y locales antorchistas, por distintas vías, han estado planteándole al Gobierno federal la implementación de un programa alimentario y el apoyo con un ingreso básico a todos los trabajadores mexicanos para enfrentar la cuarentena impuesta por el coronavirus. Se dieron a conocer análisis de carácter económico para orientar al gobierno federal para que aplicara medidas que fortalecieran el aislamiento forzoso de toda la población para contener la epidemia. Se pidió el equipamiento del sistema hospitalario con todo lo necesario para atender las necesidades de la población infectada por el coronavirus. Y sistemáticamente el Gobierno de la 4T desechó todas las recomendaciones.
Y después de ahogado el niño, el presidente quiere tapar el pozo de su negligencia e irresponsabilidad, repartiéndole dinero a las familias enlutadas que suman miles.
Con ese criterio, dentro de poco habremos de escuchar el anuncio de un nuevo programa para entregarles dinero a los muertos por la violencia endémica que azota al país.
Y los ciudadanos tabasqueños y chiapanecos habrán de esperar, no mucho, a que sus familias se vean devastadas por las epidemias y el hambre, para que se anuncie un nuevo programa de entrega de dinero por cada acta de defunción que se presente como consecuencia de las inundaciones.
Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el moderno Lucifer, que anda comprando almas, de a 11 mil pesos cada una, con vistas a las elecciones del 2021. O, si usted lo prefiere, en el moderno Chichikov mexicano, que pretende comprar almas muertas para recomponer el maltrecho prestigio de su gobierno y de Morena para el 2021.
La única salida al caos creado en dos años por Andrés Manuel López Obrador y Morena, es la unión, organización y educación del pueblo pobre de México. Urge que los mexicanos conozcan y racionalicen la verdadera esencia de los propósitos del gobierno de la 4T: instaurar una dictadura para instrumentar el saqueo de las riquezas del país.
Urge arreciar la conformación del Frente Político Nacional de todas las fuerzas progresistas del país para derrotar a Morena en las elecciones del 2021.
¡En las elecciones del 2021, Morena tiene que ser derrotada!
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