MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La realidad del combustible en México: más robo y cero soluciones

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Como parte del plan que, durante la campaña de 2018 para presidente de la república, el entonces candidato López Obrador propuso para rescatar a Pemex, se planteó una insuficiente inversión de 66 mil millones de pesos para aumentar la producción, la perforación de 506 pozos, la rehabilitación de las seis refinerías para elaborar gasolinas y diésel, y la construcción de una nueva refinería en Dos Bocas.

El precio de la gasolina no es sólo un número en los letreros de cada estación, sino un termómetro que mide la economía de millones de mexicanos. Hoy en día, ese termómetro marca cifras alarmantes.

Durante las campañas de la Cuarta Transformación aseguraron que bajarían el costo de la gasolina y que tendrían un control efectivo sobre los combustibles, pero la realidad es totalmente distinta: la gasolina magna ha aumentado casi un 20 % en comparación con 2018, cuando comenzó el gobierno de la 4T. El diésel y la premium han alcanzado cifras nunca vistas en los últimos días.

El litro de gasolina magna costaba 17.74 pesos, la premium 18.81 y el diésel 19.29. Hoy cuestan casi ocho pesos más. Este incremento es un síntoma del problema de fondo en el país: la incapacidad de los gobernantes para cumplir sus promesas.

El precio de la gasolina no es sólo un número en los letreros de cada estación, sino un termómetro que mide la economía de millones de mexicanos. Hoy en día, ese termómetro marca cifras alarmantes.

Además, recientemente se ha revelado que, a pesar de que el expresidente López Obrador prometió acabar con las tomas clandestinas para la ordeña de combustibles, estas aumentaron 123 % en los primeros cinco años de su gobierno, con respecto al mismo periodo de la gestión de Peña Nieto.

De 2019 a 2023, Pemex contabilizó 64 mil “piquetes” en su sistema de distribución, la cifra más alta en la historia de la empresa, muy distante de las 28 mil 600 tomas registradas entre 2013 y 2017.

El huachicoleo, pues, continúa a plena luz del día en las autopistas México-Querétaro y México-Puebla, a pesar de la presencia de la Guardia Nacional. No hay duda del enorme e histórico saqueo a la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) de parte de las élites políticas, empresariales y delincuenciales que han hecho de México un botín.

La refinería Dos Bocas, presentada como uno de los mayores logros de Andrés Manuel López Obrador, es hoy uno de los mayores fracasos de su gobierno. Tres años después de su inauguración, ha producido mucho menos de lo prometido y ha generado pérdidas millonarias. Cabe recordar que su costo supera los 18 mil millones de dólares, muy por encima del presupuesto inicial.

A pocos días de que acabara su sexenio, AMLO, adornándose, declaró que se ha reducido en 94.2 % el robo de combustible y que entre el primero de diciembre de 2018 y el 30 de junio de 2024 se han “ahorrado” 337 mil 730 millones de pesos, cantidad equivalente al costo de la refinería de Dos Bocas. Sin embargo, las cifras oficiales indican que se han incrementado.

Además, según el propio gobierno, cada día los huachicoleros ordeñan a Pemex 747 mil litros de combustible, equivalentes a 25 pipas de 30 mil litros, a 18 millones de pesos al día y a 562 millones de pesos al mes.

México es uno de los países con mayores reservas de petróleo en el mundo, y Pemex sigue siendo una empresa clave. Pero la realidad es que la falta de planeación y el mal manejo de los recursos han impedido que el gobierno cumpla sus promesas.

Ninguna diferencia hay entre los gobiernos corruptos del pasado, el de López Obrador y el gobierno actual. La corrupción sigue campante, gozando de buena salud.

El aumento de los combustibles impacta el costo del transporte, de la canasta básica y del comercio, afectando directamente el bolsillo de millones de familias. Mientras tanto, los mexicanos siguen pagando las consecuencias.

La autosuficiencia energética no se logra con discursos ni con obras inconclusas, sino con políticas claras y con inversiones inteligentes que den resultados tangibles. Hasta que eso ocurra, sólo tendremos las promesas incumplidas de la 4T y a los mexicanos pagando la factura. El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene una tarea urgente: una estrategia energética eficiente.

Ante esto, a los pobres de México nos queda la gran tarea de crear un movimiento social sólido, que se plantee la toma del poder de la nación para ponerlo al servicio de los desposeídos.

En política, los discursos y las palabras bonitas no bastan. Se necesitan hechos, y hasta el momento los resultados de la 4T dejan mucho que desear.

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