MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La responsabilidad del gobierno en la “limitada” recuperación económica

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El discurso oficial sobre el desempeño de la economía mexicana pasó de ser “positivo” a “limitado”. El subsecretario de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Gabriel Yorio González, reconoció que “hacia adelante, lo que vamos a observar es una recuperación que está siendo limitada por estos choques de oferta (globales y locales) que están siendo causados por la pandemia”. Esto, después de que varias instituciones, entre ellas el Fondo Monetario Internacional (FMI), redujeran sus pronósticos de crecimiento en México para 2022. De un pronóstico de 4% en octubre del año pasado, el FMI estima que éste será de 2.8%.

Sin embargo, este reconocimiento no señala a las decisiones de política económica del gobierno federal como responsable de los ajustes a la baja. Incluso, hasta el momento, la SHCP no ha hecho modificaciones en su pronóstico de 4.1% de crecimiento para 2022, siendo hasta ahora la estimación más optimista. El Banco Mundial espera un aumento del 3% en el PIB en este año; y de 2.9% la CEPAL. Respecto a los obstáculos al crecimiento, la SHCP hace énfasis en la interrupción de las cadenas globales de suministro y sus afectaciones en la producción e inflación a nivel mundial, con la clara intención de escusar las deficiencias propias en el manejo interno de la economía y ampararse ante la idea de que lo que sucede en el exterior rebasa la capacidad de acción del gobierno.

Es cierto que las condiciones adversas en el ámbito internacional son un elemento importante en estos pronósticos, pero las condiciones nacionales también tienen un peso destacado en la senda de bajo crecimiento y empobrecimiento en la que se ha sumido nuestro país. La errática relación del Estado con la inversión privada, la deliberada política de dejar a su suerte a millones de medianas, pequeñas y micro empresas, y con ellas a sus trabajadores, el rezago educativo acumulado en dos años de pandemia, el deterioro de la atención médica y de la salud misma de millones de mexicanos, la reforzada austeridad fiscal y la caída en la inversión pública, el debilitamiento de las instituciones de educación superior, ciencia y tecnología, el incremento de la violencia, todo ello abona a la pérdida de competitividad y de la capacidad productiva y de consumo del país.

Esta pérdida de competitividad y capacidad productiva tiene causas estructurales no contempladas en la política económica actual. En México predominan las inversiones de tipo “rentista”, cuya rentabilidad se sostiene principalmente de la extracción de rentas que corresponden al factor trabajo, y mientras quede espacio para excluirlo de las ganancias que genera su trabajo, menos incentivos tendrán los inversionistas para invertir en innovación, desarrollo tecnológico y mejoras en la organización productiva. Transitar a una competencia basada en estos elementos es el gran reto del país, es la única vía para no sucumbir a la competencia internacional que hoy lidera China. 

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