Dolores Cabañez, ama de casa de 68 años, parece hacer honor a su nombre. Habitante de la Sierra Nororiental de Puebla, en el municipio de Xochitlán de Vicente Suárez, vive en un jacal construido con una mezcolanza (por todos lados) de pedacería de madera, hule y lámina de cartón. Mientras amablemente nos convida unas tortillas, nos cuenta a un grupo de profesores y alumnos que la vistamos, la triste historia de que apenas sobrevive. Dice que sólo va a buscar leña, quelites y hongos para comer y pasarla, que para comprar lo miserablemente básico se emplea para "lavar ropa ajena, ayudar a hacer tamales o ir a cargar costales de harina para hacer pan&rdquo, trabajos en la que nunca hay seguridad para cuándo y puede ganar entre veinte y cincuenta pesos el día que trabaje. Al final concluye "antes nos daban Prospera y ahora ni eso, ya falleció mi hija que no la pudimos curar de la diabetes porque tampoco ya no le quisieron dar la insulina cuando quitaron el Seguro Popular y, me acaban de visitar unos de la ‘Morena’ para decirme que vote por ellos y me espere a que me llegue mi apoyo para los viejitos, pero me faltan dos años, yo creo que ya me voy a morir y ni lo voy a conocer”.
Don Santiago, campesino de más de 60 años del poblado de Xalticpac, perteneciente al municipio antes citado, acaba de perder a su esposa, a quien tuvo diez meses tirada en la cama, tratando de curarla. En los centros de salud no la atendían pues no había insumos desde que quitaron el Seguro Popular, terminó empeñando todo para tratar de salvar a su esposa, la llevó con algunos médicos particulares que tuvo que pagar, pero la falta de dinero condujo a no poder seguir tratándola y tuvo que dejarla morir. Cuando se vio más apurado, tuvo que pedir apoyo a sus compañeros de lucha, de quienes recibió todo el apoyo que se pudo y que finalmente fue poco, porque todos ellos son también campesinos indígenas.
Mientras tanto, doña Rosa, de la junta auxiliar de Zoatecpan (la más grande de las comunidades de Xochitlán), dice que en el pueblo "tanto el presidente municipal como los de ‘la morena’ solo apoyan a sus allegados y ahora que ya no se vende el bordado (por el desgaste económico que provocó la pandemia), muchos tienen que salir a trabajar varios meses fuera y no alcanza para nada en la casa”. Añade que "apenas ahora que vienen las campañas, aquí los líderes y sus allegados están recibiendo apoyos y engañan a la gente, pero cuando la gente pide no le dan nada si no se comprometen a votar por alguien de los que ellos digan y siempre son los mismos, sólo cambian de partido con tal de seguir robando”.
Esas historias son reales y representan no sólo el sentir de un municipio, sino el de muchas familias pobres de todo México. Y son la expresión del hartazgo social y la desesperanza en que el pueblo ha caído, presintiendo que el peor escenario de nuestro país apenas ha comenzado y está lejos de terminar, que de ninguna manera "se ve la luz al final del túnel” como lo afirma el propio presidente de la república. La triste realidad es otra, muy distinta a la que oficialmente se nos ha querido vender desde el gobierno.
Mientras tanto, hasta el 29 de enero pasado, eluniversal.com.mx reportó que: "Con un incremento de mil 506 defunciones por covid-19 con respecto al día previo, México sumó un total de 155 mil 145; con esta cifra superó a India entre los países con más muertes asociadas a la enfermedad respiratoria, en números absolutos ocupa el tercer sitio, sólo detrás de Brasil, que reporta 221 mil 547 fallecimientos, y Estados Unidos, con 432 mil 603… En cuanto a nuevos contagios, la Secretaría de Salud informó que el país reportó 18 mil 670 más que anteayer, para contabilizar 1 millón 825 mil 519.” Ya ocupamos el primer lugar en tasa de mortandad que, según la Universidad John Hopkins, la nuestra es de 8.5 habitantes por cada 100 contagiados y es previsible que pronto ocuparemos el primero lugar en los otros rubros catastróficos relativos a la pandemia.
La mentira oficial de que "vamos bien” ya parece aplicarse sólo a los contratistas, familiares, personeros y/o amigos del gobierno de la Cuarta Transformación, tales como Felipa Obrador Olán (prima), Pío López Obrador (hermano) o Concepción Falcón (cuñada), todos familiares de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y que, como afirmaba en diciembre pasado Marissa Rivera en panampost.com, son "tres casos que se han ventilado. Tres familiares. Y los tres desmoronan de manera muy sencilla la narrativa anticorrupción de López Obrador.” Y, bueno, también puede que les vaya bien a los Ackerman-Sandoval, a Bartlett, a los Monreal, entre otros, quienes ni en su peor pesadilla han conocido ni de lejos la pobreza del pueblo mexicano.
"El coronavirus ha golpeado a los más pobres y enriquecido a los más ricos, según la ONG británica Oxfam. El diez por ciento más rico recuperó rápidamente las pérdidas del comienzo de la pandemia, mientras que los más pobres sufrirán las consecuencias durante años&rdquo, así lo dijo la OXFAM, apenas el 25 de enero (https://www.dw.com/es). Y esta triste realidad concuerda plenamente con lo que ocurre en el pueblo mexicano.
Por esto es que el pueblo trabajador mexicano, no puede permitirse el lujo de seguir manteniendo a gobiernos que no sólo le han quitado lo poco que tenían, sino que a diario pretenden mentirle para cebarse a su costa. Lo bueno es que cada vez, sin tenerlo totalmente claro, el pueblo humilde intuye ya el engaño; lo malo es que aún le falta más conciencia, unidad y organización para liberarse; lo peor sería que, a cambio de alguna dádiva vuelva a ser manipulado y; lo mejor será que convierta esa triste realidad en un coraje consciente para barrer del poder a quienes han jugado con su esperanza. ésa debe ser la principal tarea del pueblo y de quienes pretendemos educarlo para conducirlo a la verdadera felicidad: hacer que el pueblo use su fuerza para construir una patria y un mundo mejor para todos y en corto, barrer en las próximas elecciones a quienes han querido jugar con sus anhelos de un progreso verdadero.
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