MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La URSS ganó la Segunda Guerra Mundial

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El 9 de mayo de 1945, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a través del Ejército Rojo, selló la derrota del nazismo y, con ello, además de liberar a todos los pueblos de Europa, salvó a la humanidad entera de la catástrofe que traería consigo el Tercer Reich, el cual pretendía implantar el fascismo en el mundo. Esta es la pura verdad, no es una invención nuestra. Sin embargo, los ideólogos de la burguesía se han encargado de reducir a su mínima expresión la fundamentalísima participación del país de Lenin. Para ello han hecho uso de todos los medios a su alcance.

El cine y la enseñanza de la historia son los dos medios más socorridos —aunque no los únicos— para crear el mito de la derrota del nazismo en manos de los aliados y con una excepcional participación de los Estados Unidos.

El desembarco del Día D fue solo una respuesta tardía ante el avance del Ejército Rojo, que ya tenía al nazismo contra las cuerdas.

Son muchas las cintas y series que hacen apología del papel de los estadounidenses en la derrota de Hitler; una de las más representativas es la que lleva por nombre “Rescatando al soldado Ryan”. Este filme relata la historia de un soldado que pierde a tres de sus hermanos en la guerra y tiene como escenario el desembarco en Normandía. El mensaje principal del filme es demostrar el gran sacrificio que hizo el ejército norteamericano para vencer al nazismo.

Lo cierto es que el desembarco del Día D, el 6 de junio de 1944, fue la acción más destacada de los aliados occidentales, pero no resultó decisiva para cambiar el rumbo de la guerra; en realidad, ese desembarco solo puede entenderse como una reacción al avance imparable del Ejército Rojo hacia Berlín.

Para ilustrar este momento de la guerra sirvan las declaraciones del corresponsal francés R. Dorgelès, que relató: “Yo estaba asombrado de la tranquilidad allí reinante. Quienes manejaban la artillería en el Rin (río Rin, Alemania) miraban tranquilamente a los trenes alemanes que transportaban material de guerra en la orilla contraria, nuestros aviadores volaban sobre las humeantes chimeneas del Sarre, sin arrojar bombas. Evidentemente, la principal preocupación del comando supremo consistía en no intranquilizar al enemigo”, dicho de otra manera, las tropas aliadas no disparaban a los alemanes para que estos viajaran tranquilos.

La enseñanza de la historia en las escuelas está plagada de falsificaciones, no solo porque se afirma que fueron los aliados los que derrotaron al eje Berlín-Roma-Tokio, también se miente a la hora de explicar las causas mismas del conflicto y las razones por las que fue derrotado el nazismo. Basta con abrir cualquier libro de historia o indagar en la web para encontrarnos con afirmaciones como: la guerra se produjo porque se violó el Pacto de Versalles, porque Stalin se alió con Hitler; los nazis perdieron por la crudeza del invierno ruso o porque los aliados movilizaron el mayor número de efectivos y pertrechos de guerra en la historia.

Para los Estados Unidos, el triunfo de la Unión Soviética o de la Alemania nazi resultaba indistinto, así lo reveló el senador Harry Truman al New York Times: “Si vemos que gana Alemania, entonces debemos ayudar a Rusia y si comienza a ganar Rusia, entonces debemos ayudar a Alemania. De esta manera, ojalá se maten entre ellos, entre más mejor. Aunque yo no quiero la victoria de Hitler bajo ninguna circunstancia”.

Enseñar así tan trascendental suceso no sólo es faltar a la memoria del pueblo que hizo grandes sacrificios para derrotar a tan peligroso enemigo. Seguir enseñando estas falacias no permite que quienes estudian historia descubran que fue el pueblo organizado y educado por un partido revolucionario, que genuinamente representa los intereses de los trabajadores, el que fue capaz de derrotar a tan poderoso enemigo, para luego desprender de ello que los pueblos que cuentan con un partido revolucionario son capaces de acabar con el sistema capitalista que engendra los males que sufre toda la población, por poderoso y peligroso que sea el enemigo.

Entonces, ¿cuál es la verdad? Es una y es irrefutable: la guerra la ganó la URSS. Lo hizo gracias a la capacidad de su pueblo, que realizó grandísimas proezas, entre las que podemos enumerar las siguientes: en 1944, la producción global de hierro colado se cifró en 7.3 millones de toneladas, o sea, 1.7 millones más que en 1943; en 1944 se extrajeron 121.5 millones de toneladas de carbón (93.1 millones en 1943); en el primer semestre de 1945, la extracción de carbón creció en el 25 %; la fabricación de tanques y piezas autopropulsadas aumentó de 24 mil en 1943 a 29 mil en 1944 y la de aviones, de 34 mil 900 a 40 mil 300, respectivamente; la producción de cañones y obuses descendió un poco (de 130 mil 300 a 122 mil 500), debido únicamente a que se dejaron de construir cañones anticuados; la de cereales aumentó en el 67 %, ascendiendo a más de 49 millones de toneladas; igualmente mejoró el estado de la ganadería.

Es decir, el pueblo entero se puso a producir todo lo necesario para sostener a la población y al Ejército Rojo, para enfrentar a la Wehrmacht, que había puesto de rodillas a toda Europa. Pero estas no fueron las únicas muestras de trabajo: profesores, artistas, científicos y la juventud hicieron verdaderas proezas. 

Por ejemplo, “en las fábricas de guerra y de maquinaria, del 40 al 50 % de la plantilla obrera lo constituían muchachos y muchachas. La emulación entre las brigadas de komsomoles (juventudes del Partido Comunista) se convirtió en la forma principal de la emulación socialista, en la escuela de calificación profesional de los jóvenes obreros y obreras. Si en 1942 estas brigadas sumaban 10 mil y encuadraban a 100 mil trabajadores, a comienzos de 1945 eran ya 150 mil y agrupaban a un millón de jóvenes”. O sea, los jóvenes comunistas tuvieron un papel importantísimo en este periodo.

En pleno bloqueo, Dmitri Shostakóvich, célebre compositor, creó la Sinfonía a Leningrado. La obra era un himno de esperanza en la victoria y el 5 de marzo de 1942 fue transmitida por radio al mundo entero. Los altavoces se dirigían hacia donde estaban los alemanes, pues la ciudad quería que los invasores la escuchasen.

¿Cómo se logró la movilización de todo el pueblo soviético? Sucedió gracias a la educación que el Partido Comunista de la URSS logró bajo la consigna: “¡Todo para el frente, todo para la victoria!”. Hombres y mujeres hicieron grandes esfuerzos con los que no solo acabaron con el asedio de Leningrado, que duró 900 días, también el sacrificio de los soviéticos permitió la liberación de toda Europa.

Por todo lo anterior, la URSS merece todo nuestro reconocimiento, porque fue el país que dirigía Stalin el que detuvo a la bestia nazifascista, de eso no hay la menor duda. Hoy la historia se repite y los herederos del poder soviético, es decir, la Federación Rusa, han derrotado a los nazis que hoy se agrupan en la OTAN.

¡Viva el heroico pueblo soviético! ¡Viva el glorioso Ejército Rojo! ¡Viva Rusia!

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