¿Cómo se le podría llamar a un Gobierno que al no contar con estrategia de ninguna índole en cuestiones de seguridad hunde a la patria que gobierna en el caos y la destrucción, en la impunidad y la criminalidad? Porque no sólo se convierte en el peor enemigo ciudadano; se erige como el promotor de la desgracia, tal como se le podría denominar a la cabeza de la llamada Cuarta Transformación y presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Pero no es que se le califique así por la sencilla razón de que ya va de salida y estará cediendo la estafeta muy pronto a quien llegue a sucederlo en el cargo; sus fracasos y torpezas han sido enmarcadas en tiempo y forma cada vez que las ha cometido.
Ha sido, el de López Obrador, un Gobierno repleto de mentiras, de constantes engaños a los mexicanos, después de que en campaña prometió velar por la construcción de una mejor nación donde todos pudiesen tener mejores niveles de bienestar, de erradicar la pobreza, de alimentar mejores índices de salud, de educación o de empleo; dando al traste con la realidad, porque hoy México se muestra como un país en terapia intensiva, sin nada de aquello que se había prometido por el arlequín emanado de los reductos del Movimiento de Regeneración Nacional, que además de ser de su propiedad, reúne a legisladores, alcaldes y gobernadores encargados de servirle de comparsa.
Quise comentar lo anterior para dar un ejemplo de la verdad que esgrime Amnistía Internacional, quien advierte que México va “hacia el abismo” en materia de derechos humanos, por la impunidad que envuelve a los perpetradores de feminicidios y por la militarización de la vida pública, entre otras razones.
Así lo expuso la organización en el informe “México: ¿De cabeza a toda marcha hacia el abismo en derechos humanos?”, elaborado para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que llevó a cabo el Examen Periódico Universal (EPU) de México.
Este es un mecanismo del Consejo de Derechos Humanos por el que deben pasar cada cinco años todos los países miembros de la ONU y que evalúa la salud de las libertades fundamentales.
Así, AI subraya que 20 mil 292 mujeres han sido asesinadas entre 2018, fecha del último EPU, y el pasado mayo, aunque pone el foco en que tan solo 5 mil 65 casos se investigaron como presuntos feminicidios.
“Pese a que se han activado 25 Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres en 22 estados del país, persiste la impunidad en las investigaciones de feminicidios”, avisa.
Amnistía Internacional advierte que México va “hacia el abismo” en materia de derechos humanos, por la impunidad ante feminicidios y la militarización de la vida pública, entre otras razones.
Además, el informe expresa preocupación por las “deficiencias en las investigaciones como pérdida de pruebas, falta de investigaciones adecuadas, falta de aplicación de una perspectiva de género y amenazas a las familias de las víctimas”.
Otro asunto en el que la organización enciende las alarmas es el respeto a la protesta social, pues “las más altas autoridades”, como el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, “estigmatizan” la lucha de periodistas y personas defensoras de los derechos humanos que “cuestionan las acciones del Gobierno”.
También tildan al sistema de justicia penal de “mecanismo de disuasión para quienes protestan”, sobre todo en ámbitos como el medioambiente o la tierra, y recuerdan que México es “uno de los países más peligrosos del mundo” para quienes ejercen el periodismo.
Además, critica la “estrategia de seguridad pública fuertemente militarizada” impulsada por el Gobierno de López Obrador y el papel de la Guardia Nacional (GN), “una de las diez instituciones con más denuncias por violaciones de derechos humanos”: mil 200 demandas entre 2019, cuando se creó, y 2022.
El propio López Obrador había ideado la GN como un cuerpo civil, pero su control depende de David Córdova Campos, un militar retirado, y en 2022 pasó a depender de la Secretaría de la Defensa Nacional, aunque la Suprema Corte de Justicia anuló esta transferencia.
Pasemos pues a comentar que México se encuentra inmerso en una impunidad criminal, donde los enemigos de la paz se deleitan actuando cual si tuvieran permiso, tal como sucede en nuestros campos agrícolas, donde gracias a las “cuotas” que imponen los cárteles, se sigue encareciendo el alimento de los mexicanos. Pero la verdad es que la ingobernabilidad de la 4T ha llegado a límites inimaginables, porque los ríos de sangre también corren en Michoacán, el Estado de México, Guanajuato, Tamaulipas y otras entidades que están conquistadas por la criminalidad.
No hay respeto para nadie: niñas, niños, mujeres y hombres de diversas edades son arteramente asesinados sin que hasta el momento se cuente por parte del Gobierno federal actual con alguna estrategia para frenar tan enorme desolación.
México, nuestro amado país, es hoy víctima de la torpeza gubernamental, de quienes prometieron venir a darle vida a toda la nación, pero que equivocadamente le están brindando un camino abierto a la muerte y la destrucción.
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