Cada día qué pasa en nuestra sociedad se van acumulando los aspectos negativos de las contradicciones que brotan de las leyes del desarrollo económico y, sin embargo, los mexicanos estamos tan absorbidos por las complicaciones diarias, que no alcanzamos a ver que nuestras esperanzas de que pronto las cosas van a mejorar, no tienen sustento alguno, que se sostienen de la vieja costumbre de soportarlo todo, amparados en la fe irracional que surge de la falta de conciencia de la época en que vivimos. Me explico.
Mientras arrecian las preocupaciones de una posible recesión mundial, en nuestro país presenciamos síntomas que demuestran que ya no hablamos de posibilidad, sino de que esta es ya un hecho. Esto se puede apreciar si vemos con detenimiento el agravamiento de la ya de por sí, situación económica, política, sanitaria y social.
Enrique Quintana en su columna de El Financiero, del 22 de junio, sostiene que la inversión pública en el primer trimestre del 2022 fue inferior 4% al mismo periodo del 2019. Mientras esto sucede, la inversión privada cayó 11%, casi tres veces más, comparada también con el mismo período del 2019; a su vez, Eduardo Ruíz-Healy en su columna de El Economista del 9 de julio, con datos del INEGI, sostiene que en junio los precios al consumidor, aumentaron respecto al mes anterior en un .84%, lo que ubicó la inflación anual en 8%, el índice de precios subyacente llegó a 7.49% a tasa anual y el índice no subyacente alcanzó el 9.47%, también a tasa anual. No subyacente, se obtiene eliminando del cálculo los bienes y servicios cuyos precios son más volátiles, o bien, que su proceso de determinación no responde a condiciones de mercado. En los últimos 12 meses, los precios de alimentos procesados, bebidas y tabaco, 11.84%; mercancías no alimenticias 7.78% y los de loncherías, fondas, taquerías, restaurantes y similares, telefonía móvil, mantenimiento de automóvil, consulta medica, servicios turísticos, 6.61%; frutas y verduras 14.39%, productos pecuarios (carne de res, pollo, cerdo, borrego, pescado, leche y sus derivados, huevo y miel 15.51%.
A esto se le suma que se han aplicado políticas económicas equivocadas, por ejemplo, los miles de millones de pesos en en las mega obras del presidente, los recursos destinados a Pemex y CFEE que no dejan de perder miles de millones de peso y el subsidio a la gasolina que se estima en 400 mil millones de pesos este año, solo por poner algunos ejemplos. Y por si algo faltara, la quinta ola de covid ya está aquí y el gobierno federal la oculta para no tener que aplicar recursos para combatirla y para que las empresas y negocios no cierren, sin importar la vida de las personas que ante la falta de apoyos económicos a quienes dejan de trabajar o cierran sus negocios, deben seguir trabajando en un verdadero suicidio motivado por la necesidad de sostenerse a sí mismos y a sus familias.
Mientras se le recorta presupuesto a salud, a educación y programas como el FONDEN que estaban destinados a ayudar quienes sufren daños por fenómenos naturales, como sucedió en nuestro estado o se le recorta recursos a infraestructura, como lo demuestra también el que a Oaxaca se le hayan recortado 1500 millones de pesos del presupuesto este año y que, además la federación haya presionado al gobernador para aportar 500 millones del presupuesto destinado a infraestructura, para los damnificados de Ágatha.
Éstos efectos no se dejan esperar; El imparcial del 9 de julio, la Iniciativa Privada estimó que en Oaxaca la inflación real es del 18%, se mueren niños de cancer en Oaxaca; se vacuna con vacunas caducadas; se invierte poco en Ágatha; se retira el subsidio a campesinos oaxaqueños; Falso combate a la corrupción, desfalco morenista en la capital; fraude en jóvenes construyendo el futuro; se paga a maestros muertos… Y ante esto, se nos presenta la Guelaguetza como un distractor y tanto políticos como gobernantes, no se dan cuenta que se está invirtiendo cada vez menos en los oaxaqueños…
Poner lo de la tarjeta de por que no está funcionando, la política de la cuatro t no estamos viendo el momento que vivimos; que la guerra de occidente contra Rusia y china y la lo que ocurre en Latinoamérica con gobiernos supuestamente progresistas, de la cual la política obradorista, es un claro ejemplo, son manifestaciones del mimos proceso, de los estertores del modelo neoliberal que está en fase terminal, como lo demuestra el hecho de que en plena pandemia los ricos se hayan vuelto más ricos y de que la inflación no sea más que la forma en que los grandes capitales reclaman su parte de la plusvalía cuando la producción ha disminuido por las alteraciones de la cadena internacional de suministro.
Se ha determinado por diversos investigadores que entre el aumento de los precios de los alimentos, se convierte en descontento social que genera más violencia. Pero el problema es que cuando esto ocurre, la inconformidad social de desborda y la molestia lleva a las masas populares con poca conciencia política y menor tradición de lucha, a manifestaciones de agresividad o de extremismo político, lo que al final de las cuentas va en detrimento de ellas mismas, porque le da la oportunidad a los gobiernos que las oprimen que con el argumento de violación a las leyes constitucionales, pueda reprimir y encarcelar en su caso a los manifestantes. Por eso no puede verse como una simple ocurrencia el intento de aprobar leyes que regulen las manifestaciones y el derecho de petición de las organizaciones, porque en los hechos son la preparación del terreno para un escenario que saben se va a presentar.
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