La juventud en nuestro país, de entre 14 y 29 años de edad, representa al 33 % de la sociedad, con 31 millones de habitantes, así lo dijo el último censo de población y vivienda del Inegi en 2020, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda.
Son un grupo de importancia vital para nuestro México, pues son ellos los portadores del futuro, son los que tienen mejor salud, más energía, más creatividad, etcétera, respecto a otros grupos de la sociedad. Por ello es urgente y necesario cuidar su integridad, orientarlos, dirigirlos por el buen camino, y esa es una tarea que se ha venido complicando en los últimos años. Veamos algunos datos.
Hoy en día y bajo el yugo del capitalismo, los jóvenes están siendo severamente maltratados en muchos de sus derechos.
De acuerdo con cifras del Inegi en 2022 fueron asesinadas 9 mil 227 personas de 25 a 34 años. El 70 por ciento de los 32 mil 223 homicidios registrados en el país en 2022, las víctimas tenían entre 15 y 44 años de edad, lo que significa que la mayoría eran jóvenes.
El homicidio es la principal causa de muerte entre los jóvenes. El Estado con mayor tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, y por tanto la más violenta del país, es Colima.
Organizaciones civiles, como Red desaparecidos en Colima A.C., calculan que existen más de mil 700 personas desaparecidas en nuestro estado, de las cuales la mayoría son jóvenes.
De acuerdo con la Enilems (Encuesta Nacional de Inserción Laboral de los Egresados de la Educación Media Superior) 2019, en el país había solo 2.9 millones de jóvenes con EMS concluida, 1.4 millones son hombres y 1.5 millones son mujeres que, respecto a la población total existente en ese entonces, 31.2 millones, significa solo el 9.2 %, es decir que, el otro 90.8 % de los jóvenes no se encontraba estudiando.
Cada dos horas en México ocurre un suicidio en jóvenes entre 15 y 29 años (La Jornada, 21 de septiembre de 2023). Todo esto durante un gobierno que prometió que primero serían los pobres, y que evidentemente no cumplió.
Estos datos reflejan la realidad que viven nuestros jóvenes, cuando menos los proletarios, en un país "libre y soberano"; este es el ambiente, su contexto; que inevitablemente genera una reacción, pues como lo decía el gran Carlos Marx, filósofo y economista: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.
Esto quiere decir que no es natural que los jóvenes se maten entre ellos, que no tengan anhelos de superación y progreso, que no quieran ayudar a resolver los problemas de la sociedad con su profesión, y sólo enriquecerse como individuos, sino que son acciones incitadas y promovidas por el ambiente donde existen.
Hoy en día y bajo el yugo del capitalismo, los jóvenes están siendo severamente maltratados en muchos de sus derechos.
Por ejemplo, no les garantizan la seguridad, ya vimos el dato. No les garantizan educación de calidad, tampoco espacios para su recreación y elevación espiritual. No les garantizan tampoco un empleo remunerado.
Por el contrario, los jóvenes están siendo vilmente utilizados como mano de obra barata, pues se les promueve el trabajo de medio tiempo para poder completar sus ingresos, a pesar de saber que eso merma, sin dudarlo, su preparación académica.
Cada día crece el número de jóvenes que estudian y trabajan. Y eso trae consecuencias. Los jóvenes de hoy desean estudiar una carrera lo más rápida y fácil posible, para empezar a ganar dinero y acomodarse a la realidad que acontece.
De un año a otro, en el plantel donde laboro, viene disminuyendo el porcentaje de estudiantes del nivel medio superior que quiere ingresar al siguiente nivel para estudiar una licenciatura o ingeniería, del 35 % al 22 %. Y son pocos los que están pensando en estudiar una carrera para ayudar a resolver los problemas que nos aquejan a todos como sociedad.
Pero, si los jóvenes que son los más dispuestos y capacitados para eso, no están pensando en hacerlo, ¿quién nos va a ayudar a reparar este mundo? Quién encabezará un nuevo modelo educativo, o quién dirigirá y defenderá la salud pública, o quién curará a los enfermos que no tengan para pagar una consulta privada, etcétera.
Es preciso hacer un alto y reconocer que esto representa un verdadero problema. Y entender que es urgente salvar a nuestros jóvenes de la ideología que predomina en la actualidad, que aplasta sus conciencias y los convierte en títeres perfectamente manipulables.
Para ello, no hay caminos ni recetas mágicas, pero si ya descubrimos que el modelo económico que impera en el mundo, es el causante de las problemáticas aquí mencionadas, lo que debemos cambiar entonces es la forma de producir, y de repartir las riquezas, lo que debe cambiar es el modelo económico, y apostar a uno más justo y equitativo, menos dañino y perjudicial.
El tema debería estar en la agenda de trabajo que proponen los candidatos a gobernar, esos que dicen tener la solución a los problemas que tenemos. Pero por ahora sólo están preocupados por ganar el poder, primero para sus intereses y después a ver si les alcanza para trabajar por los más necesitados.
Mientras los antorchistas, como dice el hermoso poema, llamado Inquietud, de autor anónimo; "...soñamos con un mundo de luces solamente, donde el hombre trabaje y viva sin llorar, donde el alma se expanda y vibre tiernamente, como el ave que canta como el cielo y el mar. Donde todos los seres tengan pan y vestido, donde todos los niños tengan aula y hogar..." Y estamos convencidos de que eso es posible, y hacia allá estamos caminando, los jóvenes de México pueden contar con nosotros.
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