¿Alguna vez ha sentido usted en carne propia la burla de un gobierno? Quizá muchas veces, quizá nunca. Pero es seguro que muchos lo hemos vivido. Cuando pierde un familiar por la inseguridad y escucha declaraciones de alguna autoridad en el sentido de que han mejorado los niveles de seguridad, o bien, después de acudir a una clínica de pueblo donde no hay medicinas y se oye decir en los noticieros a algún personaje afirmar que el gasto de salud ha aumentado y que el pueblo vive en la plenitud de la atención médica. Ese tipo de falsedades y contrasentidos entre el discurso y la realidad suceden a diario en muchas partes del mundo y siempre ha ocurrido en nuestro país, pero en este sexenio federal se ha hecho una moda y se ha instituido como una forma de gobierno, no ya por integrantes de un gabinete, sino por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El periodista Carlos Loret de Mola escribió apenas el 6 de noviembre: "si la televisión cortara al presidente de México cada que dijera una mentira, la mañanera duraría menos que la sección del clima”; mientras que Alejo Sánchez Cano, en su columna Desde San Lázaro, dijo en julio pasado: "han pasado dos años de mentiras, ya que desde que ganó legítimamente en las urnas la presidencia de México, prometió un país más igualitario, libre de corruptos y de malandros; sin embargo, dos años después estamos en el peor de los mundos; una crisis sin parangón en la historia del mundo contemporáneo con la presencia de un virus devastador y asesino, y el peor gobierno que ha tenido México...”. Y como a el a muchos ya queda claro que entre el discurso y los hechos del gobierno actual el trecho cada vez es mayor y diremos porqué.
Recientemente, en un análisis de la periodista Deyra Guerrero documentó que: "Seis de cada 10 frases del discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador del 1 de julio, al celebrar dos años de su triunfo en las urnas, no son verdad y las ha repetido en los últimos meses.” En tanto que el pasado 2 de septiembre del año en curso, Aníbal Santiago detalló, las 12 mentiras más dolorosas del Segundo Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Lo peor de todo es que ante las evidencias, en fechas recientes, el primer mandatario de nuestro país ha mostrado un abierto cinismo en su actuar. La confesión hecha de que se inundó a los pueblos chontales de Tabasco para salvar a la capital de ese estado; decir que no quiso meterse en el agua en las inundaciones porque no sólo quiere tomarse la foto; pedir que los tabasqueños "busquen refugio” ante las inundaciones; decir que el 90% de las llamadas para denunciar la violencia familiar "son falsas”; el abierto contrasentido de decir que estamos mal en el manejo de la pandemia de covid-19, pero de que otros países están peores, por ejemplo en referencia a una nota del periódico El PaísBloomberg situara a México en el último lugar del ranking de países para vivir durante una pandemia, tomando en cuenta el manejo actual sobre el Coronavirus, López Obrador arremetió contra dicha empresa diciendo: "¿cuántos se enteran de lo que dice Bloomberg en México? Son una minoría”; es decir, no se refuta lo dicho, sino que se descalifica lo dicho con otra falacia y hasta se contenta de que el pueblo no sepa esa verdad.
El diario nacional Excelsior publicó el pasado 25 de octubre que "del 1º de enero a 26 de septiembre de 2020 se esperaban 524 mil 920 fallecimientos en el país, de acuerdo con el reporte estadístico. Sin embargo, las actas de defunciones analizadas muestran que sucedieron 718 mil 090 en total” y señala que se registraron 193 mil 170 decesos adicionales a los esperados en los primeros nueve meses del año, aunque solo se confirmaron 78 mil 449 muertes a causa de la covid-19; por lo que habrían muerto, por otras causas, más de 115 mil mexicanos. Mientras que animalpolítico.com ha documentado también con fuentes oficiales que en 2020 hubo un nuevo récord de violencia y que tan sólo en el primer semestre de 2020 hubo 17 mil 982 asesinatos, tan sólo sumando, pero ahí no están contemplados los fallecimientos por los desastres naturales.
De datos nos podemos llenar, pero para quienes sufren en carne propia el dolor y el sufrimiento de perder a padres, hijos, hermanos, o bien aunque sea un modesto patrimonio conseguido con el esfuerzo de toda una vida, esto es más que suficiente.
El presidente y sus indolentes funcionarios podrán salir con frases festivas o cifras alegres, pero cada vez, para quienes vivimos en las entrañas del pueblo, se palpa, se siente el desaliento general. Es verdaderamente inquietante el hecho de que la gente no comprenda cómo un personaje que buscó por tantos años el poder, que ganó prometiendo el oro y el moro, hoy mienta con tanta desfachatez. No se entiende: o vive en otro mundo, o nadie le informa o él y sus personeros son unos verdaderos desquiciados que se burlan del pueblo ante el dolor y la tragedia que implica no tener ni siquiera para malpasar el hambre o medio paliar la enfermedad.
Las mentiras constantes y pifias de Hugo López-Gattell ante los cuestionables datos sobre los contagios y la mortandad por la pandemia; los dichos recientes de la directora de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Blanca Elena Jiménez sobre los inundados de Tabasco; la sardónica risa de Bartlett cuando se cuestiona sobre una denuncia por haber actuado con irresponsabilidad en el desfogue de la presa "Peñitas” (causante principal de las inundaciones en ese estado, son sólo parte del reflejo del actuar del mandatario nacional).
La indolencia de quienes nos gobiernan nos obliga a promover la educación política, la organización y la lucha popular para sacudirnos a tan infames personajes en el gobierno. Cada vez debemos buscar el imperio de la razón a través de nuestra fuerza numérica y nuestra conciencia de clase. Pero mientras eso logramos, creo que debemos dejar claro que hoy parece más vigente la frase juarista de: "malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan”.
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