A raíz del pasado informe del presidente de la República y las nulas medidas ofrecidas ante el Covid-19 y la crisis económica, se han escuchado opiniones de analistas, políticos y económicos, en el mejor de los casos, haciendo una crítica unilateral y reduciéndose a señalar los errores; pero hay, en cambio, otros que generan preocupación, como el "sálvese quien pueda" o "que Dios nos ampare", que son posturas llenas de fatalismo en un caso, y en el otro, de un suicida individualismo que nada abonan en la solución de los problemas que enfrentamos.
Estas posturas de los analistas son peligrosas, partiendo del hecho de que hacen villanos o héroes en un abrir y cerrar de ojos, como lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que cuando a López Obrador se erigía como sepulturero de la corrupción y del neoliberalismo, había entre los comunicadores que hoy lo descalifican, solícitos secundadores; o por ejemplo, cuando sobre el Movimiento Antorchista pesó la denuncia morenista de intermediarios y corruptos, lapidariamente se nos sentenció como culpables, sin que ahora, a más de un año, nadie, ni por profesionalismo ético, se acuerde siquiera de mencionar que nunca se comprobó que las acusaciones fueran ciertas.
El gobierno obradorista se ha mostrado incapaz no solo de orquestar un plan adecuado contra la contingencia, sino de escuchar a distintos sectores que piden atención y el redireccionamiento de proyectos o programas de su gobierno. No hay propuestas concretas acerca de cómo se apoyará en serio a los millones de habitantes en pobreza, durante este periodo de parálisis social, tampoco las hay para las demandas de la Iniciativa Privada. Solo se reforzará la dotación de algunos de los programas asistencialistas y se continuará con los proyectos emblemáticos de la 4T; lo que se asume, por un lado, como la panacea para elevar los reducidos ingresos económicos de los sectores en pobreza y, por el otro, como la generación de un elevado número de empleos. Al sector empresarial, solo se le ofreció la posibilidad de invertir 339 mil millones de pesos para obra pública, privada y social en el sector energético y que únicamente se devolverá con prontitud el IVA. Esta es precisamente la razón que me motiva a tratar el tema, porque creo que debemos saber que se avecina un periodo de convulsiones sociales.
Antes de la actual crisis sanitaria, ya se observaba que la IP estaba inconforme con el Gobierno Federal, ante la falta de acuerdos concretos para reactivar la inversión tanto pública como privada, pero a pesar de ello, se apreciaba la búsqueda de canales de comunicación; todavía en vísperas del informe que rindió el Presidente hace unos días, hubo otro intento. Todos conocemos los resultados. A raíz de esto, en los últimos días, hemos notado un discurso de la IP en torno a la decisión de tomar medidas al margen del gobierno, incluso se oyen voces de franca hostilidad y de un llamado a quitar a López Obrador, y esto es altamente peligroso, no porque lo que se busca en el fondo sea incorrecto, sino porque se anuncia una confrontación, y como a estas alturas se sabe ya que no se caracteriza el mandatario por su sensibilidad ante aquello que cuestione sus muy particulares puntos de vista, es obvio que se avecina una radicalización del autoritarismo de la 4T. Y falta por venir lo peor, pues en cuanto se agudicen las evidentes hambrunas y crisis de salud, las masas populares pueden desbordarse, si no existe una válvula de escape para su inconformidad.
Por ello, digo a quienes criticamos el actuar de López Obrador, que aún estamos a tiempo de prevenir, que ésta no es una etapa en la que debemos pregonar el individualismo del "sálvese quien pueda" o el fatalismo del "que Dios nos ampare", ni tampoco pedir que se apoye únicamente a la micro, pequeña o mediana empresa y solo proteger el empleo de quienes tienen uno formal, basados en la falsa idea de que son los únicos que pagan impuestos y, por ello, denostar a los desempleados o a quienes laboran en el ambulantaje, por partir de la premisa de que viven de las dádivas gubernamentales, porque nadie podría vivir con 40 o 100 pesos diarios, que es lo máximo que le dan a una persona en los programas del bienestar. Urge entender que es necesario cambiar de raíz el modelo económico neoliberal basado en el principio de la máxima ganancia a costa de lo que sea, que ha sembrado el individualismo como doctrina en la sociedad, para reemplazarlo por uno asentado en principios de solidaridad, de apoyo mutuo, en el que prive el entendimiento de que son necesarios todos los engranajes sociales, pues el principio mismo de sociedad indica que necesitamos unos de otros, y que el ahondamiento en la contradicción entre ricos y pobres, destruye al final de las cuentas a los ricos también. Luchar porque la brecha no sea tan grande, será la única forma de asegurar la supervivencia de todos. Se necesita promover el apoyo a la pequeña empresa, sí, pero también a la gran empresa, para que juntos, con ayuda del dinero del erario, generen la cantidad de empleos que se requieren para que se acabe con el desempleo y el ambulantaje, pero sobre todo, y esto es lo que urge en el contexto actual, dar apoyos directos y sustanciales a las familias mexicanas para que tengan con qué allegarse de alimentación y las necesidades elementales, porque de qué sirve que se produzca, si la población no tiene con qué consumir.
Por lo anterior y ante la urgencia no solo de manifestarse en contra de las medidas de gobierno por la pandemia, sino con el objetivo de aprovechar esta crisis, proponemos atender a la imperiosa necesidad de formar la fuerza social que encauce esta necesidad de la realidad, la formación de un nuevo partido que se nutra de todas las clases en desventaja, en el que todas ellas abonen al proyecto, los millones de desempleados, los trabajadores formales e informales, los pequeños empresarios y los sectores intelectuales. Esto supone también la advertencia a evitar caer otra vez en el error de buscar un cambio por un cambio, formemos esta fuerza social que como primer medida retome las demandas de toda la sociedad, exigiendo de manera organizada, con un proyecto integral claro y preciso, que se redireccionen los recursos del erario en favor no de un solo sector, sino de todos en su conjunto.
Sumemos para ello, tras esta contingencia de encierro forzoso, los recursos a nuestro alcance: los sectores productivos, los medios digitales, de comunicación, de transporte y demás; las clases populares organizadas, su fuerza de masas y su capacidad de movilización; y los sectores dispersos, su disposición a sumarse a una verdadera alternativa para todos. Los antorchistas estamos listos y aportaremos nuestra fuerza social y los proyectos y programas que en 46 años nos ha permito forjar la práctica concreta y que se han probado en la realidad. Sea.
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