Morena promete mucho, pero cuando gobierna es un desastre. Morena gobierna mal. Eso es lo que cada día sale de las mentes y los corazones de más y más gente perteneciente al pueblo mexicano, que se siente engañada y manipulada por promesas rimbombantes hechas por los políticos del partido Morena.
Cuando llegan al poder y es hora de gobernar, se caen los castillos de promesas que hicieron y muestran no solo su verdadero rostro, sino su verdadero interés: el profundo, el que los mueve a perseguir el poder político con uñas, dientes y engaños.
Morena gobierna mal y miente bien, pero su fracaso no ha logrado doblegar a quienes luchan por un país más justo.
Eso no sólo se ha visto en los municipios de Ixtapaluca y Chimalhuacán, donde los gobiernos han mostrado para qué querían el poder: para aliarse con grupos no muy presentables socialmente, pero que les ofrecen dinero fácil, sin beneficiar a la mayoría de la población, que requiere obras y servicios en sus comunidades y en las escuelas públicas.
No es calumnia, basta con observar lo que ambos presidentes municipales han hecho en tres años y tres meses: prácticamente nada. La ciudadanía cada vez más manifiesta que no sabe a dónde van a parar los dineros del presupuesto público que les otorga el gobierno del Estado de México.
Mucho se ha escrito sobre el fracaso de las promesas de López Obrador, primer morenista del país, acerca de que México tendría un sistema de salud mejor que el de Dinamarca o que con abrazos y no balazos acabaría con la delincuencia, la cual se ha incrementado a grados alarmantes, a pesar de lo que diga el gobierno estatal y los municipales.
Luego, tenemos la promesa que hizo la presidenta Sheinbaum acerca de que la jornada de trabajo pasaría de 48 a 40 horas; es decir, que los mexicanos tendrían dos días de descanso. ¿Cuándo se materializará esa promesa? No, no lo ha dicho.
Nada de eso se ha cumplido. Esas promesas solo han servido para manipular a una ciudadanía harta de los políticos del PRI y del PAN y esperanzada en un gobierno y una vida mejores. Por el contrario, los gobiernos de Morena se han mostrado más crueles y alevosos que los que anteriormente teníamos.
Es el caso del municipio de Ixtapaluca, donde, mientras miles de estudiantes y colonos realizaban una manifestación pública de protesta para solicitar al presidente municipal que atendiera sus necesidades de techumbres, aulas, laboratorios de cómputo y obras y servicios para colonias marginadas, cientos de policías municipales se apersonaron en la colonia 6 de Junio para proteger a empleados del organismo de agua, Opdapas, mientras realizaban una conexión clandestina e ilegal al pozo de agua potable que abastece a miles de habitantes de la zona alta de Ixtapaluca. Su fin era desviar el agua a terrenos particulares propiedad de Guadalupe Rangel, operador del alcalde morenista Felipe Arvizu de la Luz.
El saldo de la agresión gubernamental fue de 20 personas lesionadas, entre niños, jóvenes, adultos y adultos mayores; a dos de ellos tuvieron que ponerles entre siete y quince puntadas en cabeza y mano.
Por esta agresión, los antorchistas piden la destitución inmediata del subdirector de la policía municipal, Sergio Arias, y del director del Opdapas, Iván Araujo, por emprender acciones ilegales en contra de la ciudadanía.
Morena gobierna mal y miente bien. En el estado de Hidalgo, por años los gobernantes priistas negaron obras y servicios a comunidades indígenas y marginadas; ahora, con un gobernante morenista, Julio Menchaca Salazar, tampoco atiende las necesidades de sus gobernados más vulnerables. Los ignora, los margina y lanza en contra de ellos a los medios de comunicación para desacreditar su protesta y sus demandas.
En el estado de Puebla, su gobernador, Alejandro Armenta Mier, calumnia al Movimiento Antorchista afirmando que sus militantes quieren desestabilizar a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) con la huelga que los estudiantes iniciaron a finales de febrero y que terminó el 13 de marzo.
Es mentira que Antorcha haya estado involucrada en ese movimiento estudiantil. Sin embargo, hace aproximadamente un mes, los comerciantes adheridos a Antorcha realizaron una marcha pública para celebrar su aniversario, pero el gobernador Armenta la vio como una amenaza a su control político y a sus aliados comerciantes, quienes desde siempre han combatido a los comerciantes antorchistas.
Las agresiones no sólo han sido contra los antorchistas del Estado de México y Puebla. Morena también ha lastimado a otros sectores importantes de la sociedad. A finales de febrero, miles de mexicanos padecimos las consecuencias de los bloqueos carreteros protagonizados por personal médico y de enfermería debido a que el gobierno federal no ha cumplido las promesas hechas al sector salud sobre mejorar sus condiciones laborales, tanto en puestos de trabajo como en salarios.
También exigieron que las autoridades cumplieran con la dotación de insumos y medicamentos para brindar atención de calidad a los pacientes, incluidos los inscritos en el IMSS-Bienestar.
Aunque cesaron las protestas públicas del personal de salud, los problemas denunciados están lejos de haberse solucionado, por lo que no sería sorprendente que en próximos días volvamos a sufrir las consecuencias de protestas en carreteras y avenidas de gran circulación.
En esos mismos días, transportistas, comerciantes y empresarios también bloquearon carreteras y autopistas del Estado de México e importantes vialidades de la Ciudad de México para protestar en contra de la extorsión, la fabricación de delitos y los abusos de la autoridad.
Estas protestas se unieron a las realizadas por barberos de Toluca, Estado de México, a quienes la Fiscalía General de Justicia del Estado de México persiguió y cerró sus barberías bajo la acusación de narcotráfico.
Sin embargo, los acusados descubrieron las trampas de la Fiscalía morenista: algunos de sus elementos sembraron drogas en los negocios para justificar su accionar. Así actúa el gobierno morenista del Estado de México.
En Puebla, Michoacán, Ciudad de México, Hidalgo, Querétaro, Estado de México y Tabasco, entre otros estados, no solo hemos recibido calumnias y amenazas. También hemos sido objeto de brutales represiones ordenadas por gobernantes estatales que buscan acabar con Antorcha, pero siempre con calumnias, porque nunca han exhibido prueba alguna.
Por eso, y sobre todo por la gran estructura antorchista, no han podido destruir a la organización social más grande del país.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, que incluyen el empleo de recursos públicos e incluso la compra de medios de comunicación para lanzar campañas en contra del antorchismo, no han logrado su cometido.
Ahora, Antorcha cumple 51 años de vida porque en estos 18 mil 615 días los antorchistas hemos demostrado que trabajamos por los más vulnerables con el objetivo de alcanzar un México mejor, más equitativo, justo e igualitario.
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