MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Niñez yucateca, marcada por la pobreza

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A pesar de que las cifras publicadas en el Informe de Medición de Pobreza de 2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dicen que en Yucatán se lograron avances significativos en la lucha contra la pobreza al pasar del 49.5 por ciento que había en 2020 al 38.8 por ciento en 2022; que la pobreza moderada disminuyó cinco puntos porcentuales al pasar del 38.2 al 33.2 por ciento, y la pobreza extrema, del 11.3 al 5.6 por ciento; poco se resalta que, si bien hubo disminución en los índices de pobreza, en el estado existe un millón 637 mil 700 personas (más de la mitad de la población) que padecieron al menos una carencia social en 2022; es decir, la pobreza ahí sigue, y carencia, hasta por definición, nos indica que es falta o privación de algo.

Veamos. El lunes 15 de junio, uno de los diarios de mayor circulación en el estado, ¡Por Esto!, en su contraportada informa (con letras grandes y negritas), “Sufrimiento. Niños yucatecos viven una triste realidad: más de 100 mil padecen pobreza y carecen de servicios de salud; cuatro de cada 10 menores de seis años son indigentes”.

 Para que nuestras infancias dejen de sufrir los flagelos de la pobreza, se hacen necesarios cambios profundos en la estructura de la sociedad, que haya una mejor distribución de la riqueza social.

De acuerdo con la investigadora Ixchel Beltrán Revilla, coordinadora del Pacto por la Primera Infancia, en 2024, en la entidad hay más de 212 mil 171 niños entre cero y seis años, de los cuales, 100 mil 800 son pobres (47.5%) y 16 mil 500 lo son en extremo (7.8%) ya que a pesar de que del 2020 a 2022 se redujo la pobreza en un 9.5 por ciento en este sector, la carencia de alimento en extremo aumentó, por lo que actualmente ocupa el lugar 16 a nivel nacional.

En Yucatán se encuentran en situación de pobreza el 66.4 por ciento (casi 7 de cada 10) de las niñas y niños entre 3 y 5 años, y, además, 8 de cada 10 niñas y niños hablantes de alguna lengua indígena se encuentran en esta condición.

La carencia por acceso a servicios de salud, es uno de los problemas principales de los pequeños, pero que se intensifica al adjuntarle la falta de vivienda digna, pues debido a que no cuentan siquiera con sanitarios, están propensos a contraer enfermedades parasitarias e infecciosas. Cuatro de cada 10 niños no tienen acceso a una vivienda, ocupando el lugar seis a nivel nacional de esta carencia.

La investigadora señala también que, debido a estas condiciones, la vida de los niños yucatecos queda marcada y corren el riesgo de no desarrollar cognitivamente sus capacidades y, por tanto, su cuerpo tampoco se desarrollará como debería; además de que la pobreza provoca que la salud física de los menores está disminuida y que a largo plazo puedan desarrollar enfermedades como diabetes, mucho más temprano que otros niños.

Si a estas importantes consideraciones le agregamos que entre 2019 y 2022 la cantidad de la población en situación de trabajo infantil de entre 5 y 17 años en Yucatán, aumentó en 15 mil 800 personas al pasar de 55 mil 200 a 71 mil, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2019-2022, encontramos que en el estado, los niños son quienes padecen más pobreza comparados con otros grupos etarios, ya que la pobreza en los niños alcanza el 47.5 por ciento mientras el resto de la población es de 38.8 por ciento.

Por eso, a pesar de que las estadísticas oficiales revelan en Yucatán que la pobreza tuvo una reducción histórica y que es una entidad próspera porque ha “disminuido” las desigualdades existentes, habrá que decir que falta muchísimo por hacer. Mientras los niños, el sector más indefenso y por tanto más vulnerable de la sociedad, padezca falta de alimento nutritivo, de acceso a la salud, a la vivienda con espacios dignos, a la educación, al juego y la diversión, etc., los yucatecos no pueden cantar victoria, al contrario, es un gran motivo para inconformarse por la situación de vida en la que se encuentran y cómo las autoridades no hacen lo necesario para cambiar esta situación.

Hay que decir, que lo hecho hasta ahora por nuestros gobernantes ha sido insuficiente para que Yucatán tenga una niñez sana, y que el problema no se origina con los niños, sino que esta pobreza que marca a nuestras infancias, es hereda de sus padres, que a pesar de trabajar jornadas extenuantes no alcanzan a cubrir las necesidades mínimas de la familia.

Los datos expuestos más arriba, y la realidad que viven miles de familias, dejan poco al alarde de bienestar y prosperidad en la entidad por parte de las autoridades, cuando hoy, más de 100 mil niños yucatecos carecen de alimento, de salud, de vivienda y de servicios en ella.

Los yucatecos pobres, así como todos los mexicanos en esta condición, deberíamos de concluir que, para que nuestras infancias dejen de sufrir los flagelos de la pobreza, se hacen necesarios cambios profundos en la estructura de la sociedad, que haya una mejor distribución de la riqueza social, es decir, que se redireccione el gasto social que hace el Estado en beneficio de los pobres en obras y servicios, que se creen suficientes empleos y estos sean bien pagados y que el Estado implemente una política fiscal progresiva.

En otras palabras, se hace necesario un cambio de modelo económico y social, que cambie las condiciones de vida de las clases trabajadoras y, por ende, se valore y brinde mayor atención a la niñez que hoy vive marcada por la pobreza. Llamo a los antorchistas yucatecos a fortalecer nuestra organización y a crecer como movimiento político, y luchar por conquistar el poder político para poner en práctica un nuevo modelo de desarrollo que garantice a los niños y a todos los mexicanos una patria libre de carencias y violencia, así nuestra niñez, nuestros hijos no tendrá razones para sufrir y pueda alimentarse, curarse, jugar y educarse bien y, sobre todo, para que sea feliz y construya una sociedad más justa.

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