Imagina un grupo de prisioneros encadenados dentro de una caverna desde su nacimiento, solo pudiendo ver sombras proyectadas en una pared frente a ellos. Estas sombras, creadas por un fuego detrás de ellos y objetos pasando entre el fuego y los prisioneros, son la única realidad que conocen. Esta situación no fue permanente, un día uno de los prisioneros se libera y sale de la caverna para explorar lo que existía más allá, conoce la luz del sol, los colores, objetos verdaderos, las estrellas y la luna. El prisionero regresó a contar los nuevos descubrimientos, los demás cautivos negaban todo descubrimiento y se negaban a aceptar una realidad distinta a la de las sombras, ya que es lo único que conocen y les resulta más cómodo. El sujeto liberado avanzó en su conocimiento del mundo y se dio cuenta que las sombras no lo eran todo. Este relato es el mito de la caverna de un filósofo llamado Platón.
Tan lejos del siglo IV a. de. C, cuando Platón escribió su obra República, pero tan cerca de las sombras que tienen sumida a la sociedad en la especulación. El desarrollo de las ciencias particulares ha permitido al hombre superar los problemas fundamentales del conocimiento del mundo. Gracias a este avance, hay planteamientos y dudas que ya no caen en el campo de la suposición; ahora los problemas recaen en el terreno de la práctica, de los resultados que podemos obtener a través de la aplicación del conocimiento acumulado a lo largo del tiempo.
Lo que vivimos miles de mexicanos es que las políticas públicas están encaminadas a resolver ese “mundo imaginario” y no el que vivimos.
El estudio científico de la realidad ha permitido conocer a plenitud todos los fenómenos sociales que reflejan la situación en un momento determinado de un país. Sin embargo, los resultados no siempre son alentadores. Tomemos como ejemplo a México: somos el decimotercer país, ¡de un total de 195!, con el PIB más grande del mundo según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2023, una riqueza que no se manifiesta entre los cientos de familias que viven situaciones difíciles día con día. Somos un país muy rico pero muy pobre; tan solo 294 mil personas en México concentran 60 de cada 100 pesos de la riqueza nacional, según datos de OXFAM. Según datos de CONEVAL, 46.8 millones de personas viven en pobreza en México y nueve millones padecen pobreza extrema. Algunos aventureros podrían asumir que son “pobres porque no trabajan”, pero eso es una mentira. El trabajador mexicano es de los que más laboran en el mundo, con una jornada anual de 2 mil 226 horas. Trabajan y trabajan, pero no ven materializado el producto de su esfuerzo. Júzguelo usted mismo: observe a la clase trabajadora del país, de su estado, de su municipio, de su ciudad y vea las condiciones en las que viven.
Las cosas son graves en nuestro país, nos guste o no, aunque los gobernantes quieran adornarlas para “disminuir” su impacto. En reiteradas ocasiones hemos escuchado con gran “elocuencia y vehemencia” un sin fin de discursos de presidentes municipales, diputados locales, gobernadores, diputados federales, senadores e incluso del mismísimo presidente de la República, diciendo que las cosas van mejorando, que la situación es espléndida para todos, pero aquí sería bueno preguntarnos si lo que dicen refleja lo que realmente ocurre a nuestro alrededor o solo es un discurso que refleja una situación distinta a la nuestra, una situación imaginaria sacada de un cuento de hadas, el problema de reflejar algo distinto a lo que vivimos miles de mexicanos es que las políticas públicas están encaminadas a resolver ese “mundo imaginario” y no el que vivimos.
El Movimiento Antorchista Nacional, desde hace más de 50 años, como el prisionero que logró escapar de la caverna y conocer el sol, la luna y las estrellas, ha planteado los problemas de los que somos víctimas en el país y la manera en la que se manifiestan en los diferentes sectores. Sin embargo, no se ha limitado a interpretar esta situación lacerante; se ha puesto manos a la obra para modificarla y construir, en los hechos, una patria distinta, más equitativa y justa para todos los mexicanos. Pese a ello, los ataques a la única organización que no ha sucumbido, y nunca sucumbirá, a la 4T y su “transformación” han sido constantes. Antorcha ha sido víctima de los más “hábiles” subterfugios para llenar a la sociedad de prejuicios que no tienen ninguna comprobación, pues los ataques son los mismos de hace cinco décadas y aún no pueden demostrarlos. ¡Vaya 'genios'!
Los mexicanos debemos desarrollar un criterio propio, que esté basado en los datos científicos que reflejen el entorno en el que vivimos, comprender correctamente el origen de los problemas sociales de los que somos víctimas y corregirlos de manera inmediata, juntos, como un solo hombre y un solo ideal, a eso llama el Movimiento Antorchista. Conozcamos nuestra sociedad y usemos la ciencia social para desterrar a todos aquellos politiquillos de pacotilla, como los de la 4T, que pretenden engañar a la sociedad con datos y juicios que reflejan una sociedad imaginaria. No seamos como los prisioneros de la caverna que se limitaron a las sombras y se negaron a conocer más allá de lo que veían, la situación actual exige que rompamos las cadenas y salgamos de las profundidades, no debemos desconocer la realidad porque mañana podrá ser demasiado tarde. Que conste.
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