Cuando se narra la historia económica de Nuevo León y su capital Monterrey, ciudad moderna, el capital y los empresarios suelen acumular los papeles protagónicos, mientras que los trabajadores aparecen como una masa anónima y beneficiada. Sin embargo, rebeliones individuales y colectivas contra el orden económico establecido, presentes en la memoria de la generación de nuestros padres y abuelos, parecen haber sido el pan nuestro de cada día durante gran parte del siglo XX. Contrario a lo que hoy podría pensarse, el Monterrey industrial se debe también a intensas movilizaciones obrerosindicales y a una larga tradición de huelgas. Esta parte ha sido reprimida en la memoria industrial. De la misma forma que los pueblos originales norestenses son sistemáticamente ignorados como cofundadores políticos del Nuevo León presente, la organización de los obreros regiomontanos ha sido cuando no borrada, sí vaciada de significados políticos. Demostrar la existencia histórica parece ser un juego perverso de la democracia representativa que reparte pesos políticos. Pero, entonces, si los trabajadores constituyeron realmente una fuerza viva en la constitución del Monterrey moderno, ¿qué pasó?, ¿cómo fue desactivada su potencia y quién tomó su lugar?
De aquí se desprende la imperiosa necesidad de conocer nuestra historia y reconocer la existencia de luchas políticas, aunque estas no estén representadas en la arena institucional, es una forma de reivindicar la memoria de la disidencia obrero-sindical. En Nuevo León y su capital Monterrey, es urgente desmentir el mito del trabajador como un mero instrumento de las élites empresariales para reconocerlo como un agente protagónico no solo de generación de riqueza, sino de transformación social.
Estas contradicciones seguirán pasando desapercibidas en tanto los trabajadores no reconozcan el poder político que radica en sus puestos de trabajo. Los trabajadores –la parte más vital de la cadena productiva– ignoran su propia importancia. Vaciar al trabajo de sus significados políticos y de su potencialidad transformadora es un rasgo ideológico del capitalismo. Vivir para producir, perder la vida para ganarla, es una creencia que está llevando a personas y a familias enteras al colapso.
La problemática de la pobreza ha constituido una agenda permanente de trabajo en algunos países, especialmente en aquellos con presencia de grupos y comunidades cuyos ingresos no les permiten resolver las carencias elementales de sobrevivencia, como lo es el alimento.
A esta condición se le denomina pobreza extrema, donde ser pobre significa vivir con uno o dos dólares diarios. De acuerdo con informes sobre Desarrollo Humano de las naciones unidas, mil 300 millones de personas viven en el mundo con apenas un dólar diario.
Las mediciones de la pobreza se establecen a través de diversos indicadores, y en especial se utiliza el ingreso per cápita de las personas. Sin embargo, las investigaciones y estudios en torno al problema establecen que la medición del ingreso –gasto no es un indicador suficiente para conocer la realidad socioeconómica de las familias, para lo cual debemos agregar el nivel educativo en los hogares, acceso a servicios de salud, calidad de la vivienda, seguridad social y capital humano. Sin hablamos de un ingreso de uno o dos dólares diarios no se necesitan más indicadores pues la realidad es de suyo más que evidente.
Los tipos de pobreza más conocidos son tres: la alimentaria o extrema existe cuando el ingreso no es suficiente para procurar los alimentos; la de capacidades cuando los ingresos no permiten el acceso a servicios de salud, educación, transporte y vivienda; y la patrimonial, cuando se carece de lo necesario para poseer una vivienda, transporte y vestido.
Cualquiera de estas tres mediciones habla de pobreza, pero los límites entre una y otra son tan frágiles que las diferencias son fáciles de cruzar. Porque cuando el ingreso per cápita de una persona es de mil 624 pesos en el área metropolitana y mil 086 en la Rural, y considerando que es el único ingreso de una familia ¿cómo pensar que atenderán la educación de sus hijos a nivel medio superior y superior?
En el afán de hacernos claridad de lo que sucede a nivel Nuevo León un estudio de la elite que titula "Lo que dicen los pobres de nuevo león" , estudio que aborda la opinión que tienen ellos mismos sobre su situación, se ubicó en zonas de pobreza con entrevistas en el área Urbana y el área Rural. Los objetivos consistieron en conocer la opinión de los pobres respecto a sus condiciones sociales, analizar la falta de oportunidades en el desarrollo de los hogares y medir los aspectos cualitativos de la pobreza. Luego del análisis de resultados, encontramos que de acuerdo con los entrevistados/as, mayores de 18 años, las causas de la pobreza se atribuyen en un 29.5 por ciento al destino, en un 30 7 a factores externos como el gobierno, la sociedad y las instituciones, y en un 36 a que no se ayudan entre ellos o no trabajan lo suficiente.
Otro punto a destacar en este estudio son las prioridades que debe tener el gobierno: creación de empleos, educación, salud, la lucha contra los pobreza, alimentación y combate a la delincuencia, por orden de aparición. En el rubro de la discriminación comentan que a los pobres se les discrimina por su falta de dinero, por estar mal vestidos y porque no tiene educación.
En cuanto a sus creencias, la mayoría está de acuerdo que la gente pobre es más buena, más conformista y más honrada que quienes no son pobres. Ante la pregunta de quienes considera sus enemigos, el 43.1 por ciento señalo al corrupto, el 23.7 al rico y el 23.5 al propio pobre, coincidiendo estas opiniones tanto en la zona urbana como en la rural. En nuestra concepción científica del mundo, sus fenómenos naturales y sociales, esto nos indica la falta de cultura, de ciencia aplicada para entender el desarrollo socioeconómico que se presentan en nuestra sociedad.
¿Por qué se excluye a los pobres? Esto solamente se logra explicar estudiando el sistema económico en el que se desarrolla la sociedad mexicana y neolonesa que es la generación de riqueza y más riqueza, sin tener algún método directo o indirecto de repartir esta riqueza producida por la gran mayoría como son los obreros; el dinero no pare dinero, los bancos no son entes mágicos que puedan producir riqueza de la nada, tiene que intervenir necesariamente la fuerza del hombre, es el humano en su contexto social el generador directo de toda riqueza existente en Nuevo León, México y el mundo entero.
La apuesta debiera ser el empoderamiento de la clase trabajadora. Frente a la crisis económica instalada y de cara a un fracaso económico sistémico que produce cada vez variables más crueles de la miseria, se vuelve indispensable una relectura del pasado en la que se comprenda la importancia de respetar los conflictos como un recurso de las sociedades para evolucionar. Hoy por hoy, sin embargo, las cámaras patronales y los sindicatos blancos y oficiales de Nuevo León declaran con orgullo que en más de veinte años no ha habido huelgas ni conflictos laborales mayores en el estado. Se requiere de la transformación de la sociedad y de sus visiones, de una verdadera revolución ideológica cultural, donde la máxima sea la prosperidad de la raza humana. Compañeros antorchistas Antorcha Revolucionaria sabe cómo hacerlo.
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