La situación para los oaxaqueños es difícil, la pandemia de coronavirus ha dejado 41 defunciones y 225 casos confirmados y puede dar pie a una crisis alimentaria si no se refuerza el sistema agroalimentario, que ya enfrenta una emergencia por sequía grave y el pronóstico de una temporada de huracanes con riesgo de impacto mayor al habitual.
A escasos días del inicio del ciclo agrícola primavera-verano del presente año, según el gerente del Hub Pacífico Sur del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), Jaime Leal supuso que de lo que se cultive a finales de mayo y principios de junio dependerá la disponibilidad de alimentos durante la recuperación de la pandemia del SARS-CoV-2.
Resaltó a le necesidad de implementar prácticas de agricultura sustentable como la cobertura del suelo con rastrojos, permite retener humedad aun en condiciones de sequía, la diversificación de cultivos con variedades tolerantes a calor y sequía, así como tecnologías herméticas poscosecha.
Según el Mapa de vulnerabilidad que elaboró en el año corriente, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que la entidad oaxaqueña, junto con Guerrero, Chiapas, Chihuahua y Yucatán figura entre las entidades que concentran más comunidades vulnerables al covid-19 y sus efectos secundarios. Así, los efectos podrían ser más severos que la propia enfermedad y podrían afectar tanto a la población rural como a la urbana, ya que cualquier efecto sobre la salud y el sustento de los hogares rurales puede afectar la producción y la disponibilidad de alimentos.
Los diversos retos que de manera local enfrenta la agricultura, incluidos los cercos sanitarios y el cierre de mercados fijos y semifijos, los técnicos del CIMMYT han necesitado buscar nuevas formas de seguir desarrollando capacidades en los productores. Ante esta situación Sylvanus Odjo, científico del CIMMYT y especialista en poscosecha, advierte que las pérdidas durante el almacenamiento y conservación de granos pueden ser de hasta 40 por ciento. Por eso la implementación de tecnologías herméticas, como los silos metálicos y las bolsas plásticas herméticas, son opciones accesibles para que los pequeños productores en Oaxaca no pierdan sus cosechas.
La realidad nos dice que, la tecnología ayudaría mucho a aprovechar el campo, sin embargo, no olvidemos que la mayor parte de los que cuentan con un pequeño terreno para apenas sembrar lo que pueden consumir, no imaginan si quiera, adquirir el material tecnológico que les caería a bien en esta cuarentena en la que ya no tienen ni para comer. Ante la reducción de los espacios de comercialización, los productores se enfrentan a la disposición de insumos y la disminución de su poder adquisitivo, junto con los efectos del cambio climático.
México es uno de los principales consumidores de maíz en el mundo. De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, el mexicano come, en promedio, 149 kilos al año, principalmente en tortillas hechas con maíz blanco. Y aunque la ley declara a la protección del maíz nativo, su producción, comercialización y consumo como una obligación del Estado para garantizar el derecho a la alimentación, lo cierto es que los gobernantes actuales desde el federal hasta los estatales, nada han hecho en esta pandemia para salvaguardar la sobrevivencia de sus gobernados. El Movimiento Antorchista ha denunciado por todas las vías posibles que tanto el gobierno federal como estatal, deben responder a los llamados que le hace pueblo, primero a no dejarlos morir de hambre en esta pandemia y segundo, no abandonar más el campo, diciendo en el discurso que los van a apoyar cuando en los hechos no sucede.
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